La muestra abarcó 662 casos y apuntó a recabar información diferente a la aportada por el Censo de la Udelar, vinculada a la calidad de vida de los estudiantes y a la percepción que ellos tienen sobre los servicios de la Regional Norte, ubicada en el departamento de Salto. En 1999-2000, Noboa, que entonces era asistente académico, había llevado a cabo una encuesta similar, cuya conclusión fue que 60% de los estudiantes eran de bajos recursos. “Con la actual buscamos detectar si esto se sigue manteniendo con el alumnado que tenemos diez años después. Bajó un poco, pero sigue siendo alto, de más de 40%. Lo central era conocer el impacto social”, resumió Noboa, doctor por la Facultad de Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

Uno de los resultados más significativos es que 74% de los jefes de los hogares en los que viven los estudiantes no llegaron nunca a la universidad y 25% de éstos sólo alcanzó a ingresar a la educación primaria. A su vez, 8% del total de la muestra son profesionales universitarios. “Esto es bastante impactante. Hay una asociación fuerte entre el nivel educativo y el nivel socioeconómico, por tanto, es de pensar también que estamos generando un impacto importante. Tenemos chicos cuya idea de la universidad es puramente externa a la familia, los estamos captando y generando oportunidades para ellos”, valoró el director de la Regional Norte.

El 60% de los estudiantes proviene de hogares numerosos, de más de cuatro integrantes. Casi 40% integra hogares con jefatura femenina o de otro miembro de la familia, mientras que en el restante 60% la jefatura de hogar la ejerce el padre. Noboa indicó que otra de las señales de la incidencia institucional en las zonas rurales es que 22% de los encuestados vive en pueblos que no son capitales departamentales, lo que equivaldría a 929 estudiantes.

Un indicador que reafirma la tendencia nacional es que 71% de la población universitaria son mujeres, incluso cuando se implementaron opciones tradicionalmente masculinizadas como Agronomía y Veterinaria. El 91% de los alumnos son recién egresados del bachillerato y menores de 28 años. Con relación a la situación económica, 15% trabaja y 23% declaró estar desocupado circunstancialmente. A su vez, 45% es beneficiario de becas de estudiante, mayoritariamente del Fondo de Solidaridad.

Buenas nuevas

La Regional Norte tiene unos 4.300 estudiantes de todas las carreras. Históricamente, las que tienen mayor matrícula son Derecho y Ciencias Sociales. La encuesta arrojó que actualmente la distribución por carrera se reequilibró: 40% de los encuestados cursa orientaciones diferentes de las mencionadas y 70% valoró que los servicios que brinda la Regional Norte son “buenos” o “muy buenos”. Cada año egresan 130 profesionales y se inscriben unos 800. Noboa espera que este año se llegue a 1.000, ya que se abren cinco nuevas carreras: Ciclo Inicial del Área Social (que habilita a cursar Ciencias Económicas y Comunicación), licenciatura en Diseño Integrado (Facultad de Arquitectura), Ciclo de Matemáticas, Asistente Dental y Psicología, que por primera vez se dictará completa.

Nos conocemos

Noboa entiende que si bien lo prioritario en esta etapa es la difusión de la información sobre las particularidades de la Regional Norte, también genera posibilidades de pensar políticas públicas. “En algún momento alguien habló de generar la posibilidad de alojamiento universitario público, por lo menos para el primer año, que es de adaptación. Hay un porcentaje alto de alumnos que vienen del interior del departamento con importantes dificultades para acceder a la universidad, para los que significa un salto cualitativo importante. Quizá esta idea pueda cuajar”, ejemplificó el jerarca.

De los relatos recogidos en la encuesta surge que la entrada a la universidad para los jóvenes es un cambio de vida sustantivo. “No me imaginaba llegando a la facultad, veía que todo el mundo llegaba y yo decía, ¿llegaré?”; “Los obstáculos económicos, siempre. Viste que uno viene de otro lugar, mis padres no tenían ingresos fijos. Después que tuve la beca, fue una gran ayuda, fundamental”; “Es un cambio impresionante, para uno que viene de estar metido en el campo, es totalmente nuevo. La diversidad que te ofrece la Regional Norte es algo espectacular. Recuerdo que siempre me apabulló la Facultad de Derecho: éramos 180 alumnos en los primeros años, pasás a ser uno más entre tantos. Cuando venís de grupos chicos te impresiona. Tenés que adaptarte a un ritmo de estudio. […] Otra cosa es los amigos, mis amigos de la infancia, a muchos ya no los veo”.

Las dificultades que enfrentaron para ir a la escuela son otro elemento que caracteriza estos relatos. “La experiencia de ir a caballo era algo a lo que antes no le daba mucha importancia, pero hoy digo, ‘pa yo ir a caballo todos los días siendo tan chiquita, a veces lloviendo’”; “Yo vivía en San Antonio, pero ahí no tenía lugar, entonces tenía que trasladarme todos los días en ómnibus y no podía hacer el horario completo”.

Para muchos sus maestros de escuela y sus profesores del liceo fueron figuras paradigmáticas: “Me marcó y me ayudó mucho el año pasado la profesora de Derecho, que fue quien nos impulsó a mí y a otras de mis compañeras a que sigamos la universidad, y en la orientación Derecho”. Este vínculo entre docentes y estudiantes es algo que en líneas generales se continúa en la universidad. “Seguro que tienen mayor cercanía con el alumno que en Montevideo. No es que trabajen con grupos chicos, porque se ha masificado bastante, pero hay mayor acceso del alumno al docente, éste es más cercano a sus problemáticas, lo cual constituye una diferencia importante”, valoró Noboa.