En momentos en que se discute acerca de normas y acciones que podrían cambiar el presente y futuro del sistema de medios audiovisuales en Uruguay, poco sabe de su historia. Quizá se tenga conocimiento de que el sistema de medios uruguayo tuvo un desarrollo orientado al fortalecimiento de los medios privados, y en particular sobre la televisión, que “tres familias controlan el sistema”. Pero hay poco conocimiento sistematizado acerca de los orígenes y primeros desarrollos de la radio y la televisión en Uruguay, cosa que tampoco es casual en un sistema que ha parecido funcionar durante mucho tiempo bajo la lógica de reserva de información, aunque ésta por naturaleza sea de carácter público.

De todas formas, existen algunas personas interesadas en reconstruir esta historia, tanto aficionados como docentes investigadores. El Museo Viviente de la Radio y las Comunicaciones (www.radiomuseo.org) es impulsado por Antonio Tormo y Horacio Nigro, entre otros radioaficionados, que investigan cuando pueden hacerse un tiempo. En diálogo con la diaria, Nigro -que también tiene un blog (lagalenadelsur.wordpress.com)- consideró que Giampietro “es el máximo personaje de la televisión por su iniciativa, continuidad y porque luchó contra viento y marea”. Giampetro fue el principal impulsor de las primeras transmisiones experimentales de televisión en Uruguay y América del Sur, en 1943.

De forma

Nigro reclama, por un lado, que la academia dialogue un poco más con otros actores de la sociedad que investigan los mismos temas, y por otro se muestra indignado al hablar de la pérdida de materiales de archivo de la época. Según recuerda, hace 30 o 40 años se inundó el sótano donde se guardaban los archivos de la antigua dirección de comunicaciones, lo que hizo que se mojaran todos los expedientes sin que se pudieran recuperar. Según dice, el Archivo de la Palabra del SODRE también tiene problemas con las cintas, y se perdieron las imágenes fotográficas que registraron gran parte del desarrollo de la radiodifusión.

Sobre este punto, Maronna consideró que investigar estos temas es una tarea compleja que requiere integrar muchas dimensiones a la vez, lo que lo convierte en un campo de estudio interdisciplinario. “En Uruguay existen muy buenos ejemplos pero falta acumulación sostenida, estamos en los inicios. Esto va a llevar tiempo, pero sólo es posible si hay acciones y si se aumentan los recursos que activen la recuperación de archivos y la formación de equipos de investigadores”, concluyó.

Unas semanas antes, Obiol ya había realizado la primera transmisión televisiva, pero por cable, y el 9 de noviembre los principales diarios de la época no le daban demasiada importancia a la primera transmisión radioeléctrica de imágenes en movimiento. Según la historia -cuenta Nigro-, Giampietro empezó como un aficionado que disfrutaba escuchando la señal telegráfica del Cerrito, que de a poco empezó a estudiar y enterarse por revistas y publicaciones de los aspectos técnicos de los medios de comunicación. Además tenía un taller de arreglo y armado de aparatos de radios, y al mismo tiempo se interesó por emitir imágenes, algo de lo que ya se hablaba desde los orígenes de la radio, por la década del 20.

En el éter

Según explicó Nigro, el 9 de noviembre y tras perfeccionar la calidad de la imagen de 120 líneas a 440, Giampietro transmitió desde su casa a receptores instalados en el Palacio Legislativo. En el Salón de Fiestas, se escuchó “aquí CX 5 AQ, una sigla en el éter” y pudieron verse “con absoluta nitidez” el rostro de la hija de Giampietro y edificios vecinos del puesto de transmisión, según se pudo leer en la prensa del momento. Nueve días después, Giampietro volvió a realizar una prueba, esta vez con una transmisión de un concierto del pianista Hugo Balzo, con imágenes que todavía se veían en los receptores con forma de círculo.

Pero varias son las bibliotecas a la hora de considerar la fecha de los comienzos de un medio de comunicación. Algunos sostienen que surge cuando la tecnología comienza a estar disponible y otros dicen que con eso no alcanza, es necesario que también se inscriba como parte importante de la cultura de determinada sociedad. Este último es el caso de Mónica Maronna, docente grado 4 del Departamento de Ciencias Sociales y Humanas de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de la República, quien hace notar que pasaron 13 años desde las primeras transmisiones experimentales y la salida al aire de los primeros canales formalmente constituidos.

Para la investigadora pensar en la televisión como medio implica atender su inserción en la vida cotidiana. “Los medios forman parte de lo cotidiano, de la cultura compartida, y esto es el resultado de un proceso que no se define en un día. Se pueden tomar las fechas de inicios de trasmisiones de cada señal, pero lo importante es observar los cambios que produce en las formas habituales de representación de la realidad”, agregó. Maronna plantea que pensar lo contrario es equivalente a suponer que un medio desplaza al otro automáticamente, aspecto que en su opinión no tiene fundamento histórico. “La radio no desplazó la lectura, ni la televisión eliminó la escucha de radio. Por el contrario, los medios convergen y se alimentan mutuamente. Esto, que hoy es muy evidente, también lo observamos en la década del 30. Crear una estrella de radio implicaba multiplicar sus fotografías, salir en la prensa y ser tapa de revista. Lo que muchas veces cuesta es percibir que los medios se transforman continuamente”, indicó.

Hoy como ayer

Según relevó Nigro, después de las primeras pruebas Giampietro no se quedó conforme y empezó a moverse para impulsar cambios desde el punto de vista legislativo. No sólo se contactó con el SODRE con la idea de conseguir un canal para el Estado, sino que además trabajó -sin éxito- por una ley de otorgamiento de frecuencias de televisión, porque consideraba que las concesiones eran precarias. “Fueron años estériles, fue trancado por problemas burocráticos y tiene que haber existido un conflicto con intereses de otro tipo. Le empezaron a hacer limitación de importación, conseguía contratos con ayuda de inversores pero finalmente el dinero no llegaba”, añadió.

Sin embargo, Giampietro se siguió moviendo, y pese a que la idea del canal estatal se diluyó, consiguió que le asignaran la señal de Canal 12 -primera frecuencia que se otorgó en el país- junto con su actual sede. Sin embargo, y probablemente por falta de recursos económicos, a los pocos años tuvo que poner a la venta acciones que lo fueron dejando con una parte muy minoritaria de la sociedad anónima dueña del canal. Según los registros de la Unidad Reguladora de Servicios de Comunicación, pese a que murió en 2005, al menos hasta 2006 Giampietro seguía figurando como titular de acciones del canal junto a su mujer e hija, dentro de una lista bastante amplia de grandes y pequeños accionistas.

¿Mera coincidencia?

Consultada acerca de los principales debates suscitados a partir de la irrupción de la televisión, Maronna consideró que los mecanismos de regulación que requirió la radio y luego la televisión implicaron acuerdos nacionales e internacionales desde la década del 20 y generaron preguntas como “¿a quién pertenecen las ondas?, ¿quiénes podían usarlas?, ¿con qué potencia se debía trasmitir?”. “La forma en que se organiza no depende de la tecnología sino que es el resultado de decisiones que adoptan los gobiernos, y las formas de resolver esos asuntos generaron modelos diferentes”, consideró. Además recordó que la primera ley referida a la radiodifusión en Uruguay data de 1928 y que prácticamente no tuvo discusión ni opositores porque tampoco estaba muy claro qué era la radio y mucho menos qué alcance habría de tener. En ese sentido, explicó que la televisión heredó las reglas de juego de la radio.

Maronna indicó que las principales polémicas se dieron por un lado en los aspectos regulatorios inherentes al sistema de broadcasting, especialmente orientados hacia el rol que debía jugar el Estado. La investigadora destacó como un aspecto innovador para su contexto la creación del SODRE a fines de la década del 20. “Lo fue porque reservó ondas para su uso, pero también porque contenía una concepción de ‘servicio público’ que implicaba asumir un papel cultural. El SODRE se creó como una estación que dependía del Ministerio de Instrucción Pública mientras que las radios comerciales quedaban en la órbita del Servicio de Comunicaciones del Ministerio de Guerra y Marina”, lo que tiene que ver con la “cadena” de innovaciones y la relación con la “radiotelegrafía” y la “radiocomunicación” con fines militares, evaluó.

Según narró la docente, el Estado ratificó su lugar al crear la televisión pública (Canal 5), lo que en los años 60 desató nuevamente intensas polémicas en este campo, que reavivaron la crítica por parte del sector privado resistente a que el Estado cumpliera un rol en este rubro. “También generó debate la preocupación por los contenidos que ofrecían los canales uruguayos. Se criticaba su baja calidad y se propusieron proyectos para financiar producción nacional ante una grilla abundante en programación extranjera. El efecto ideologizante de los medios también estuvo en el centro de las polémicas que se dieron en los años 60”, remató.