Estos datos surgen de la primera Encuesta Financiera de los Hogares Uruguayos, realizada por el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales (Decon) por encargo del Banco Central del Uruguay. Con ella se busca conocer las características de los hogares que poseen diferentes tipos de activos y deudas, y relevar información sobre el acceso a servicios financieros y la utilización de medios de pago. La información surge cuando el Parlamento se apresta a considerar el proyecto sobre inclusión financiera que impulsa el mayor uso de servicios bancarios y financieros.
Según los resultados, existe una fuerte asociación entre el uso exclusivo de efectivo para realizar pagos y el nivel de ingreso y la educación de los hogares. En este sentido, entre los hogares que integran el 20% más rico de la población, sólo 46,6% utiliza solamente efectivo, mientras que en el quintil más pobre esa proporción es muy superior: 87,6%. En general, los hogares con jefes de hogar asalariado que perciben ingresos mediante un depósito en una cuenta bancaria son más propensos a diversificar sus formas de pagar, utilizando, además de efectivo y cheques, tarjetas de crédito, débito y transferencias bancarias.
La encuesta del Decon encontró que más de la mitad de los trabajadores reciben su salario mediante un depósito en una cuenta bancaria, lo que representa aproximadamente 26% de los hogares uruguayos. En este aspecto se observa una importante diferencia entre los asalariados: casi la totalidad de los empleados públicos percibe su salario mediante depósitos en una cuenta bancaria, mientras que entre los asalariados privados la proporción es de 40%.
Papeles y ladrillos
Es presumible que la estructura de la riqueza de las familias haya cambiado en las últimas décadas; sin embargo, no existen datos de entonces para corroborarlo. Según la encuesta, 65% de los hogares es propietario de la vivienda que habita o al menos cuenta con derechos sobre ella. Por otra parte, se estima que 14% de los hogares tiene otras propiedades inmobiliarias además de la residencial, 57% de los hogares cuenta con al menos un vehículo y 19% cuenta con algún tipo de activo financiero. Finalmente, algo más de la tercera parte de los hogares consultados declaró tener un negocio propio.
Allá arriba
La encuesta incluye información relativa a la distribución del ingreso de los hogares según características de éstos. Se constata que la distribución del ingreso es asimétrica, con una media de 45.000 (y una mediana de 36.700) pesos mensuales, y que la asimetría se acentúa a partir del quintil superior de ingresos. Además, el ingreso medio y mediano de los hogares cuyo jefe de hogar es trabajador asalariado es superior al que perciben los trabajadores independientes, y éste, a su vez, es mayor que el de los jubilados.
Las propiedades inmobiliarias constituyen 70% del total de activos de los hogares y 55% se debe a la vivienda principal. Por otra parte, en promedio los hogares mantienen 3% de su riqueza en activos financieros. Otra cifra que se destaca de la encuesta indica que 46% de los hogares uruguayos tiene al menos una cuenta bancaria, aunque existe una marcada heterogeneidad entre hogares de ingresos altos y bajos. Sin embargo, es más alta la proporción de hogares que tienen al menos una tarjeta de crédito: 58%.
Adelantando consumo
Por otro lado, según la encuesta, 41% de los hogares tiene algún tipo de deuda. En este sentido, se observa que 6% tiene deudas asociadas a la compra de la vivienda, y considerando otras deudas, entre 17% y 20% declara tener deudas con bancos e instituciones no bancarias, mientras que 7% está endeudado con emisores de tarjetas de crédito y 3% con particulares.
Si se considera la mediana como criterio estadístico se encuentra que el valor del endeudamiento de los hogares es de 2.000 dólares, pero es superior el valor de las deudas por compra de vivienda: 25.000 dólares. En el caso de las deudas no relacionadas a la adquisición de la vivienda principal, el valor mediano de esas otras deudas con bancos es del orden de 2.500 dólares, lo que casi triplica el correspondiente a instituciones no bancarias y deudas con particulares. Los montos adeudados a tarjetas de crédito, en tanto, son bastante inferiores, con un valor de alrededor de 250 dólares.