En verano la diaria hizo una recorrida por el Liceo Alternativo (ver http://ladiaria.com.uy/ACAu), con la novedad de que se trataba de un liceo privado conformado por docentes cooperativistas y que ofrecía como alternativa un plan para jóvenes y adultos que por distintas razones no terminaron secundaria. En ese entonces los docentes esperaban unos 40 estudiantes; sin embargo, recibieron 150.

“Se va adaptando el local porque es chico y, por tanto, nos vamos ingeniando para hacer las adaptaciones necesarias”, expresó Olga Sosa, docente de Matemáticas. Antes de comenzar el año lectivo y en vistas de la buena convocatoria, tuvieron que ampliar el local, agregándole dos nuevos salones en la entrada y, posteriormente, una pequeña cantina. El liceo ha crecido y no sólo físicamente. Para el segundo semestre incorporaron adscriptas y auxiliares de limpieza. “Para nosotros es una ayuda, porque estábamos dando clase y teníamos que estar atentos al timbre, y ahora podemos dar clase tranquilos, que es lo que nos gusta”, contó Adriana Miranda, docente de Idioma Español y Literatura.

Puertas adentro

El Liceo Alternativo, ubicado en el kilómetro 23,300 de la avenida Giannattasio, se volvió conocido en Ciudad de la Costa y también en otros departamentos. “Tenemos un alumno que viaja desde Florida cuatro veces por semana y cursa varias asignaturas”, contó Sosa. Otro estudiante llega desde Colonia, también viajan desde Montevideo, Marindia y Paso Carrasco. Esta situación, según cuentan algunos estudiantes, refleja la falta de una iniciativa como la del Liceo Alternativo en sus localidades, y en algunos casos las dificultades para conseguir cupo, tal como le ocurrió a Teresita. Ella es una estudiante del centro que no logró ingresar al liceo Dámaso Antonio Larrañaga de Montevideo, que cuenta con plan nocturno para adultos.

“Ya terminamos un primer semestre con egresados porque se anotó gente que debía una o dos asignaturas y esas personas terminaron en el primer semestre”, contó Sosa con orgullo. Respecto de las edades de los estudiantes asegura que hay diferentes franjas: “Tenemos grandes, de 40 o más, y muchos jóvenes que no han terminado el liceo y quedaron en cuarto año”. Sosa comentó que la realidad de las personas que asisten al centro se modifica rápidamente. “Cambian de trabajo, se mudan, se casan; típico de la juventud. Eso lleva a que abandonen, a que haya que estarlos sosteniendo y decirles: ‘No dejes, vení, te cambio el día del parcial’. En ese sentido estamos muy atentos”.

En uno de los nuevos salones había una ronda de personas estudiando Física. Se puede ver a estudiantes que conforman un grupo etario diverso, como reflejo de la propia institución. Teresita es la mayor del equipo. Es técnica en Atletismo y ronda los 40 años. Reencontrarse con el estudio no le fue fácil e indica que se trató de “un debe” que le fue quedando. “Si bien ya tengo otra carrera, porque en mi época con cuarto año podías acceder a mucha cosa, ahora por trabajo, para poder concursar, te piden secundaria terminada”, puntualizó. Jenny, de unos 20 años, describió al liceo como “íntimo”, con clases reducidas y “gente que tiene ganas de venir a terminar, que dejó por trabajo o porque tuvo familia”.

Otra estudiante comentó que “los profesores se preocupan si faltás y te llaman para ver qué te pasó, aunque en realidad no tendrían por qué, porque somos todos adultos”. Asimismo, todos coincidieron en que el trato es mucho más personal por ser clases pequeñas y que cuentan con tutorías todas las semanas. También destacaron que tienen la posibilidad de usar las instalaciones para estudiar. “Si tenemos alguna duda siempre están los profesores por la vuelta”, señaló Jessica.

Separar roles

Son nueve docentes cooperativistas, que a su vez contratan a otros docentes para cubrir todas las clases. En un futuro piensan en la posibilidad de incorporar a más profesores en su plantilla docente. En cuanto al trabajo en cooperativa, ninguno cuenta con una experiencia similar previa, entonces van aprendiendo sobre la marcha.

Santiago Hill, docente de Dibujo, expresó: “Cada uno tiene que cumplir su función bien para que el liceo funcione, y es una estructura que ya está dada por Secundaria, por más que nosotros queramos cambiar la manera en que damos las clases”. Sobre la gestión particular en relación a la cooperativa, Sosa indicó: “Todos hacemos de todo, pero de alguna manera hay que separar roles, diferenciarlos y, con ellos, las responsabilidades”. Por eso cuentan con funciones divididas y con diferentes comisiones directivas, como la que organizaron para tratar temáticas sobre el liceo y otras que aborden lo relativo a la cooperativa.

Actualmente el centro parece seguir en crecimiento. Están inscribiendo estudiantes para el año próximo y tienen como proyecto ampliar el local, con la idea de construir otros salones al fondo.