Quienes también pusieron su rúbrica en el convenio que se firmó ayer fueron dos personas en representación de las 40 que se capacitarán. La primera en hacerlo fue Fernanda, una de las dos mujeres que integrarán el grupo. En diálogo con la diaria, contó que tiene 36 años y cuatro hijos adolescentes y que actualmente está trabajando en un punto de clasificación; sin embargo, planteó que a esta altura de su vida ha tenido pocas posibilidades laborales pero fueron suficientes para “agarrarle el gustito al trabajo”. Al ser consultada sobre la principal expectativa de recibir capacitación, no vaciló en su respuesta: “Sacar a mi familia adelante”.

Jesús, el recolector que firmó en representación de los 38 varones que integrarán el grupo, sostuvo algo similar: “La expectativa es estudiar para poder conseguir trabajo y salir con nuestras familias adelante”. Contó que tiene 22 años pero que en su familia crían chanchos y salen con el carrito hace unos 25. Opinó que el trabajo que realiza es “durísimo” y que hay mucha gente que los discrimina “solamente porque andamos arriba de un carro”. Él y su entorno valoran la posibilidad de capacitación que tendrá Jesús ya que podrá estar en caja y el día de mañana contará con una jubilación.

Gualberto, otro recolector que pasa los 50 y que también se capacitará, destacó al hablar con la diaria la oportunidad que tendrá de acceder el día de mañana a un trabajo mejor. Valoró el hecho de volver a estudiar puesto que ya lo ha hecho antes, cuando se formó en gastronomía, y ahora lo hará en un nuevo rubro que desconoce completamente. Definió el trabajo de los recolectores como “duro”, al tiempo que reconoció: “Yo no creo que no haya trabajo duro, pero éste es muy duro”. A diferencia de otros , dijo no sentirse excluido ni discriminado por trabajar en la recolección y clasificación de residuos.

Balance 
positivo

Germán Castillo, ingeniero de la empresa Stiler, fue el encargado de hacer un balance de la primera experiencia. Indicó que la evaluación fue “positiva”, que dio un resultado “mayor que el aceptable” y que la “misión fue cumplida”, es decir, “la reconversión e integración de trabajadores informales al empleo formal dentro de la industria de la construcción”. Indicó que en el grupo capacitado hubo adaptación al trabajo formal. Destacó el cumplimiento de las tareas con un desempeño “adecuado”, con el cumplimiento del horario de trabajo y buena integración a la cadena de mando. Del total, 86% de los trabajadores que participaron en la experiencia integran hoy formalmente el mercado laboral de la industria de la construcción. En tanto, 20% mejoró su categoría, lo que fue evaluado como muy positivo. Al describir el estado de situación, dijo que 35% de los operarios está en actividad y 45% está de baja por avance de obra, es decir, insertados en la dinámica de la industria de la construcción pero en un momento en que finalizó la obra en la que se desempeñaban. En tanto, 12% abandonó el proyecto y 8% no superó el período de prueba, por lo que no fueron insertados laboralmente en alguna obra. Para Marcos Taranto, gerente general de Stiler, “si otras empresas de nuestra cámara se pliegan, 
esto puede tomar otras 
dimensiones”.

Antecedentes

En setiembre de 2011 se anunciaba que diversos organismos públicos y la empresa constructora Stiler SA capacitarían a 40 recolectores para posteriormente ser tenidos en cuenta para ingresar a trabajar a obras de la firma. Más precisamente, el cometido era la “recalificación laboral de clasificadores para el área de la construcción consistente en la selección y capacitación de clasificadores y clasificadoras de residuos, para propender a su inserción laboral en las distintas empresas constructoras del medio”, recordaron ayer. La constructora evaluó la experiencia como un “caso de éxito” y el resto de los componentes del programa también quedó conforme con los resultados.

Ayer, durante la firma del convenio que tuvo lugar en la sala de acuerdos de la IM, se resaltaron los atributos de la propuesta, la importancia de haber realizado un seguimiento y de darle continuidad a la iniciativa.

Juan Manuel Rodríguez, director general de Inefop, valoró por igual la capacitación como la oportunidad de ingresar al mercado de trabajo contemplados en el acuerdo. “Educación y trabajo están vinculados; y permiten pensar y colaborar, de alguna manera, en que se logre el objetivo central que es que un grupo de trabajadores pase a tener una actividad formal. Tener una actividad formal no es poco importante en la vida. Los ingresos podrán ser al principio mayores, menores, eso cambiará, pero lo que es claro es que con una actividad informal no se tienen todos los beneficios que permite la carrera profesional: acumular conocimiento, crecer en la profesión, tener todos los beneficios sociales mientras se trabaja y los posteriores al trabajo, así como permitirle a la familia de quien empieza o ingresa en esta actividad formal una cantidad de beneficios que afortunadamente en nuestro país ha ido creciendo”, señaló.

Además, hizo referencia a la decisión de los recolectores de acceder a la capacitación, “porque esto implica decidir o intentar crecer personalmente, mejorar las condiciones de trabajo actuales y futuras, además de mejorar las condiciones de vida de las familias”.

Por su parte, José Ignacio Otegui, de la Cámara de la Construcción, definió el rubro como una industria “generosa”, “abierta” y que les dará la oportunidad de mejorar a los recolectores que así se lo propongan. “Los actores centrales son ustedes”, dijo mirándolos, “que se animan a dar el paso para mejorar su condición; ese elemento no es menor y lo queremos resaltar”, puntualizó. Finalmente, en su oratoria, recordó que el seguimiento de los programas es central y que muchas veces se producen fracasos por no hacerlo.

La intendenta de Montevideo, Ana Olivera, explicó a los presentes por qué tantas expectativas. Sostuvo que no era un tema de números y que lo fundamental es que 40 personas podrán acceder a los beneficios que conlleva el trabajo formal.