-Históricamente el canal ha sido relegado presupuestalmente en cuanto a contenidos por los distintos gobiernos. ¿Eso dejó de suceder?

-Desde 2005 se registra un cambio evidente para el espectador. El mejoramiento de la pantalla y del edificio del canal no se hacen si no hay recursos. Es claro que esos recursos empezaron a llegar a un canal que históricamente nunca los tuvo, ni para producir ni para comprar. Hoy sigue siendo un canal pobre o modesto pero en el que hay recursos.

-¿Cómo pesa esa historia hoy en día?

-Mirar televisión entra en los hábitos o ritos culturales, y ésos son los más difíciles de cambiar. Imponer una marca o desestigmatizarla lleva tiempo. En este momento estamos trabajando para figurar en el zapping de la gente y creo que lo hemos logrado. Antes el canal estaba asociado a valores negativos, ya sea por repetición o por fallas técnicas, y eso se ha ido superando muy bien: hoy es otro canal. Pero falta que la gente lo descubra o lo redescubra. También hemos mejorado nuestro público y la franja de espectadores, cada vez más tenemos una franja de jóvenes que antes no teníamos. También es cierto que en nuestra página web no se ve sólo el streaming, sino que empezamos a tener un archivo en el que se pueden ver nuestros programas, y somos uno de los pocos canales que lo tienen. Ésa empieza a ser una pantalla muy interesante para otro público que nos ve sólo por internet.

-¿Hacia dónde apunta la gestión del canal este año, el de su 50º aniversario?

-En lo técnico apuntamos hacia la digitalización y a hacer transmisiones en Montevideo y Colonia, un proceso de transformación técnica y tecnológica, a mantener un alto nivel de producción nacional como ya tenemos, y a mejorar la comunicación con el exterior. Por ejemplo, estamos haciendo una serie de música conducida por Claudio Taddei en el interior que se llama Cuerdas y vientos, que es una producción exigente que insume 14 días de rodaje y un equipo de seis o siete personas. Antes era impensable que Canal 5 lo hiciera.

-El canal está en proceso de renovar su programación. ¿Cómo se llegó a esa decisión?

-Es una cuestión natural, que está vinculada al fortalecimiento de la programación propia. Durante mucho tiempo el canal no tuvo una línea editorial propia, porque además no producía o producía muy poco. Lo que hacía era arrendar sus espacios a productores privados. Algunos de ellos han marcado el estilo del canal y para los espectadores sus nombres son sinónimos del canal; el espectador no distingue entre coproductor y productor privado. Esta gestión lo reconoce pero también aspiramos a tener más producción propia y a que todos acompañemos una línea de renovación de contenidos y en el lenguaje televisivo para que no haya dos canales, uno que se renueva y otro que queda como está. Además tenemos mucha demanda de gente que quiere tener producción en el canal, y nuestra intención es abrir el juego a otras propuestas y calificar las que tenemos.

-¿Cómo evalúa el llamado a coproducciones que hizo el canal y todavía está abierto?

-El llamado cierra el 15 de febrero. Hasta el momento hubo algunas presentaciones, pero todos sabemos que la mayoría de los proyectos se van a presentar sobre la fecha de cierre de la convocatoria, porque así sucede en todos los llamados y concursos. Sabemos que hay una cantidad de proyectos que se están preparando y que no han llegado aún. Podríamos tener una primera mirada después del 15 y no antes.

-Varios integrantes de las coproducciones con las que cuenta el canal actualmente se han mostrado molestos, incluso al aire, porque entienden que está en duda su continuidad. ¿Qué les dice a los actuales coproductores?

-Es claro que en la medida en que se abre el juego siempre está la posibilidad de quedarse adentro o afuera, porque si no, no existiría la convocatoria. Creo que mucha gente tiene dificultad para el cambio, y me parece que es natural que así sea y que esto genere inseguridad. Percibo que muchas veces tenemos mucha dificultad para ver el cambio como una oportunidad, y en general se lo toma como sinónimo de pérdida. No hay nada definitivo en la televisión: ni las direcciones, ni los conductores, ni los programas. Parecería que en la televisión del Estado esto no debería ocurrir y no se entiende bien por qué.

-¿Las actuales coproducciones tienen que presentar un demo? ¿Quedarán algunas fuera de la programación?

-En las bases convocamos a unas cuantas categorías, y seguramente la cantidad de proyectos a seleccionar no sea igual a la cantidad de programas que hoy existen, entre otras cosas porque el canal también quiere tener un programa periodístico propio con su equipo. El cambio va en ese sentido: en el de fortalecer un equipo periodístico, que sea de información, análisis y que pueda expresarse mediante distintos formatos, como el de la revista, informativo, programa semanal de análisis.

-¿Cuántas coproducciones van a poder permanecer al aire?

-En las bases hicimos unas propuestas, pero eso también dependerá de la cantidad y de la calidad de las cosas que se presenten, tanto de las que tenemos como de las de afuera. La convocatoria es para mejorar lo que tenemos y no para quedar esclavos de un reglamento. La dirección del canal tiene la potestad de elegir proyectos y exigirnos a los que estamos, y darle la oportunidad a otra gente. Hay una mirada muy focalizada a programas periodísticos, pero también estamos convocando a programas de artes plásticas, de memoria y tradiciones, deportivos.

-Uno de los casos más comentado fue el de Estadio Uno.

-Eso pasa por la forma que ha adquirido la comunicación, el tipo de rapidez y de simpleza que se produce por medio de las redes sociales. Aunque el llamado lo habíamos hecho público, había salido en el informativo y hubo reseñas de prensa; parecería que la situación de Estadio Uno redescubrió algo que tenía diez días. Me pregunto cómo los periodistas lo planteaban como algo nuevo cuando, si hubieran leído más de un diario y si hubieran entrado al sitio del canal, la noticia tenía diez días.

-¿En la evaluación se va a tener en cuenta el arraigo popular de los programas más allá de lo estrictamente audiovisual?

-Sí, claro. La trayectoria de los periodistas y de los programas cuenta, como también cuenta la existencia de renovación; hay una dialéctica de preservación y cambio, porque si no, seguiríamos haciendo lo mismo toda la vida.

-Se habló de la influencia de vínculos de la empresa Tenfield en la gestión del canal y que éstos incidirían en la evaluación. ¿Cómo es actualmente la relación con esa empresa?

-Eso no tiene ningún asidero, todos los programas están en situación de competencia. Este movimiento no empezó ahora, en abril hará tres años que estoy en la dirección del canal, incitando la producción propia, las campañas de publicidad, planteando determinado modelo para toda la pantalla. Me parece de una gran estrechez reducir a “Tenfield o no Tenfield” ese costoso proceso de transformación de una pantalla que era muy poco vista a una pantalla que se ha renovado. El vínculo es el mismo que tiene la empresa con el resto de los canales en los que tiene el fútbol y el carnaval, entre otras cosas.

-¿Hacia qué modelo de televisión pública considera que debe ir el país?

-Tenemos que ir hacia una televisión pública descentralizada, y este proceso tiene lugar en el marco de la creación de una nueva unidad ejecutora en la que van a estar el ICAU [Instituto del Cine y el Audiovisual], las radios del SODRE y TNU, una especie de multimedio público. Tenemos que ir hacia una televisión pública de mayor independencia en la gestión; desde el punto de vista del funcionamiento somos una oficina pública cualquiera, tenemos las mismas limitaciones. Debemos ir también hacia una mayor calificación de los recursos humanos. Por primera vez ingresarán técnicos por un sistema de concurso mediante Uruguay Concursa. Al observar la formación de las nuevas generaciones se empieza a ver lo técnico vinculado a lo artístico, gente que ha trabajado en cine, que ha hecho producción independiente. Eso nos va a dar un perfil de funcionario que va cambiando si se lo compara con el que tiene mayoritariamente hoy el canal. Descentralización, calificación de los recursos humanos, y una televisión que salga de la sede de Bulevar Artigas mucho más de lo que sale hoy, aunque ya lo estamos haciendo. Tenemos festivales de música del interior del país, vamos a reiterar este año seguramente la experiencia de La comanda con estudiantes de gastronomía del interior del país, y además estamos haciendo un llamado -en esta misma convocatoria- para una experiencia de producción local en Melo, gente de Melo que haga televisión para Cerro Largo y que ese producto sea visto en TNU.

-¿Y cómo cree que debería ser el modelo de financiamiento?

-Creo que la televisión pública siempre tendrá que tener un importante nivel de subsidio y apoyo estatal porque su vocación no es el lucro. También es saludable que tenga un importante nivel de autofinanciamiento, pero para mí son las dos cosas; es impensable prescindir del soporte estatal. Para nosotros es imperioso que aumentemos la lengua de señas: hoy lo tenemos en el informativo y es obligatorio por ley, somos el único informativo de la tele abierta que lo tiene en forma permanente. Financiar la lengua de señas es algo impensable si uno lo ve desde la lógica comercial; sin embargo, es un derecho que tiene buena parte de la ciudadanía. Lo pongo como ejemplo de por qué importa que la televisión pública tenga un soporte estatal. En general importa el carnaval del Teatro de Verano. Nosotros hicimos este año 20 programas con Murga Joven: si no encontramos un avisador, ¿no se hace? Creemos que también la experiencia de taller, social y educativa de Murga Joven tiene que estar en la pantalla.

-¿Qué avances hay hacia la concreción de una única unidad ejecutora, en conjunto con las radios del SODRE y el ICAU?

-Se está trabajando en el decreto reglamentario y, a su vez, estamos empezando a trabajar entre las tres partes para concebir una estructura que le dé al mismo tiempo unidad y autonomía. Unidad en lo administrativo, en cuanto a los recursos humanos; autonomía en sus presupuestos. La televisión y la radio tienen un mismo camino que es lo digital, y a su vez hay un vínculo cada vez más fuerte con los premios del ICAU, que se destinan a televisión. Nos importa mucho fortalecer el circuito cine-televisión.

-¿Qué cambios supone para el canal el pasaje al sistema de Televisión Digital Terrestre?

-Va a suponer la posibilidad de tener más canales, todo un proceso de transformación importante que recién estamos transitando y que no tenemos totalmente asegurado, como con la transformación de infraestructura en el interior del país. Es un cambio tecnológico que da también más oportunidades para los contenidos, que todavía está en pañales pero es hacia donde vamos.

-¿Cuáles deben ser los aliados estratégicos de TNU?

-Nosotros tenemos aliados estratégicos naturales que son todas las empresas del Estado que invierten mucho en cultura, las universidades, productores independientes, organizaciones sociales, profesionales, las intendencias del interior; todos son sujetos en nuestra pantalla. Los artistas, los músicos, todas esas personas y entidades son sujetos de narración sobre los que se habla en la pantalla de la televisión pública. Actividades productivas, artesanales, artísticas, eventos culturales, deporte. Por ejemplo, este año estamos estudiando la posibilidad de hacer un ciclo sobre fútbol femenino. Es tanto lo que la televisión privada deja afuera y que es bueno que esté en la pública, que el espectro de posibles alianzas es muy amplio. Estamos trabajando en eso con la UTU, en otro proyecto con el INAU [Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay], hay una cantidad de posibilidades.

-¿Cómo se verá afectada TNU si se aprueba una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual?

-La ley va a valer para la televisión nacional y va a ser una exigencia a la que tendremos que responder desde el punto de vista de los contenidos, de las cuotas y de lo que se exige. Va a ser un desafío y la vamos a tener difícil, pero me parece necesaria.