Javier se enfrenta al armatoste en la plaza Cagancha. Lo mira. Parece que lo estudia. Se aleja. Descubre que tiene un cartel en español que indica cómo debe usarse. También hay una versión en francés y otra en inglés. Lee: “Introducir monedas de uno, dos, cinco o diez pesos”. Ya sabe que la entrada al baño tiene un costo de siete. Saca una de diez y la coloca. La máquina no le entregará cambio; así lo dice en un cartel que tiene al costado. Toma al niño de la mano y, un poco sorprendido con la puerta que gira, se mueve y se esconde para habilitar la entrada, se mete sin tener mucha idea de cómo usarlo pero con la urgencia del momento no lo duda.

Al salir, cuenta que es de Viña del Mar (Chile), que vino a Montevideo con toda la familia por la semana de Carnaval y que le parece una ciudad “muy cuidada”. “El baño no está dañado ni escrito”, dice. Sin embargo, comenta que se siente apenado porque no pudo descargar la cisterna. Pero ese sentimiento desaparece cuando advierte que el servicio que acaba de usar hace cosas por sí mismo (y en este caso, por los demás): limpia la taza, desinfecta y seca después del uso.

En muchos países el cobro para el acceso al baño callejero es de uso corriente. Los precios varían de acuerdo a las prestaciones del servicio: si incluye papel, jabón, secamanos. Muchas veces, una persona está destinada a cuidar del lugar y encargarse del aseo.

Los baños constituyen una parte relevante de los servicios públicos con los que cuenta la ciudad y muchas veces son imprescindibles. El acceso y calidad en el servicio prestado dicen bastante del vínculo de los ciudadanos con su espacio público y el uso que se hace de ellos.

Un informe realizado por la División Espacios Públicos y Edificaciones de la Intendencia de Montevideo (IM) sobre baños en la capital da cuenta de que hace 18 años que estos servicios funcionan. No sólo existen las casetas desmontables, sino también aquellos servicios perennes, considerados inteligentes, que se autolimpian luego del uso. La IM no es la única que se hace cargo de ellos. En ciertos casos son las empresas JC Decaux y CBS Outdoor que, mediante licitaciones por cambio de publicidad, los mantienen. La empresa francesa lo hace desde 2001, encargándose de 18 baños, de los cuales tres están acondicionados para brindar accesibilidad para discapacitados. El resto de los servicios disponibles, como sucede en el caso de los parques a cargo del Departamento de Cultura (Lecocq, Punta Espinillo), son mantenidos por la comuna capitalina.

Pase y vea

El punto de partida es cumplir con la premisa de la vigilancia y la limpieza permanente, comentó Laura Methol del Departamento de Acondicionamiento Urbano en la IM. “Básicamente existen baños públicos en los parques urbanos más concurridos, en la costa para atender la concurrencia a las playas y en las plazas del área central. A veces son locales construidos por la IM, a veces por el concesionario de locales o juegos mecánicos [Parque Rodó], otras son contraprestaciones de empresas que colocan publicidad a cambio de equipamientos urbanos [JC Decaux]”, aclaró Methol. En el Parque Liber Seregni, por citar un ejemplo, hay una batería de baños fijos cuya vigilancia y mantenimiento es llevado a cabo por la cooperativa de guardaparques.

La estrategia de la comuna en relación a la cobertura de este servicio en las playas es hacerlo mediante un contrato con la empresa CBS Outdoor. Hay un total de 33 baños químicos dispuestos en las playas del este y oeste de Montevideo. En los paradores de Pocitos, Malvín y Carrasco también hay baños fijos y permanecen disponibles al público en la temporada de verano en el horario en que los paradores están abiertos. En playa Verde y Pajas Blancas hay baños fijos. Según datos de la IM, el costo de cada estructura desmontable es de aproximadamente 3.000 pesos.

No se lo lleva el viento

Los llamados “baños inteligentes” tienen un costo superior al resto. Se calcula que su instalación cuesta cerca de 7.000 dólares. Sergio Ferreira, responsable técnico de la empresa JC Decaux, dijo a la diaria que ese costo “es muy importante porque se debe construir una base de hormigón y las conexiones a la red de saneamiento, agua y energía eléctrica como si se tratara de un baño convencional. Más que el mantenimiento, la reparación y la reposición de lo que está roto o falta producto de actos vandálicos es lo que genera mayores costos”.

La mayor complejidad de mantenimiento pasa por el vandalismo que sufren estas estructuras en las calles. Al respecto, Ferreira dijo: “Tenemos, lamentablemente, de todos los tipos. Desde forzar la puerta de entrada, por lo que el sanitario, al ser automático, queda inmediatamente fuera de servicio, hasta roturas y robos de partes tanto del interior como del exterior del baño”. Muchas veces se lesionan las estructuras por la disposición de objetos extraños. “También nos encontramos a diario con objetos tales como palitos, clips, colillas de cigarrillos, colocados a través de la ranura de ingreso de las monedas que provocan que éstas se atasquen y que se bloquee el dispositivo encargado de registrar el crédito ingresado y habilitar el uso del sanitario. Hemos tenido que limitar el uso a las horas diurnas”, remató Ferreira, que aclaró que no está previsto ampliar la red de servicios por el momento.

En relación a la relevancia de este servicio, acotó: “Se trata de una solución tecnológica de altísimo nivel, idéntica a las que se encuentran en las principales capitales del mundo. Poco a poco, los montevideanos y los turistas se han ido acostumbrando a su uso. Lamentablemente, el vandalismo hace que no pueda ser aprovechado en su plenitud, afectando su disponibilidad y buen funcionamiento”. Los que están disponibles en las principales plazas de la ciudad son servicios que mantiene la empresa JC Decaux. Los hay en las plazas Cagancha, Matriz, Gomensoro, de los 33 Orientales, en el parque Rodó y en la zona del teatro Solís.

Seguimiento

El edil nacionalista Daniel Martínez planteó en junio de 2012, en la Junta Departamental de Montevideo, la necesidad de contar con un informe técnico de la comuna sobre este tema. Al día de hoy sostiene que no le han llegado noticias al respecto. “Mi preocupación se centra en que considero que el servicio no es malo pero sí insuficiente, sobre todo en las zonas donde se instalan ferias vecinales”, sostuvo. “En algunas ferias barriales los trabajadores se ven supeditados a la buena voluntad de acceso de los bares de la zona cuando éstos se requieren. No sé si este tema se maneja con impunidad, pero los baristas se reservan el derecho de admisión y muchas veces es una medida excesiva, ya que los feriantes no tienen otro espacio al que concurrir. También pasa que se cobra una comisión a discreción para el uso del servicio”, dijo Martínez. Ya no es nada extraño encontrar carteles a la entrada de los bares que indiquen que los baños son de “uso exclusivo de los clientes”. La cuestión se agrava porque para poder ingresar se debe consumir.

Consultada por la posibilidad de recibir quejas o propuestas respecto de estos servicios, Methol comentó que, hasta el momento, a la comuna no se han presentado. También aclaró que no se piensa ampliar la red de servicios higiénicos en las calles de la ciudad.