Los inversores “duermen con un ojo abierto” en relación con los comicios de Italia y sus posibles resultados. Ésta y otras metáforas proliferaron en los últimos días para reflejar la preocupación que tendrían los “mercados” acerca de las elecciones parlamentarias (ver página 10). Aunque siga sin quedar muy claro qué o quiénes son “los mercados” (¿los bancos?, ¿las fondos de inversión?, ¿las bolsas de valores?, ¿también las empresas productoras de bienes y servicios y los hogares en tanto consumidores?), las agencias de noticias reflejan el temor de que el nuevo gobierno pueda debilitar o hacer caer las reformas económicas y los recortes presupuestales llevados adelante por el primer ministro saliente, Mario Monti, durante su gobierno de 15 meses.
La economía italiana es la tercera más grande entre los 17 países de la eurozona, pero ha tenido tasas de crecimiento promedio de 0,5% anuales en los últimos diez años, que comparadas con el 1,25% de los países industrializados parece poco, más aún si se tiene en cuenta que el monto de su deuda pública ronda el 127% del Producto Interno Bruto.
Por su tamaño, algunos analistas advierten que los problemas de Italia pueden contagiar más desconfianza de esos mercados hacia el resto de la eurozona.
Antes de integrarse al euro en 1999, Italia vivió varios episodios de devaluaciones competitivas, buscando sustituir por esa vía las ganancias de competitividad “genuina” proveniente del crecimiento de la productividad. James Ashley, analista del grupo asesor de empresas RBC Capital Markets, dijo a la agencia AP que Italia “todavía requiere reformas estructurales que hacer para impulsar su competitividad” y recordó que solamente Zimbabue, San Marino y Portugal han crecido menos que Italia en los últimos 12 años.
Los partidos políticos acordaron que Monti fuera el primer ministro luego de la crisis financiera vivida durante 2011. Desde ese lugar, impulsó una serie de medidas para reducir el déficit fiscal y que se ha mantenido desde entonces por debajo del límite del tratado de Maastricht (3% del producto). A pesar de ello, Monti se vio obligado a renunciar luego de que Berlusconi y su partido le restaran apoyo a algunos recortes de gasto decididos por el gobierno, de cara a las elecciones.
Paren el bunga bunga
El peor resultado “para los mercados” es uno en que ningún partido esté en condiciones de formar gobierno y aunque esta eventualidad es poco probable de acuerdo a las encuestas, “potencialmente la presión de los mercados puede subir y eso transmitirse a mayores tasas de interés” sobre la deuda púbica. Otro resultado “preocupante” sería un Parlamento tan dividido que no permitiera continuar la agenda de reformas.
Jörg Krämer, economista jefe del banco alemán Commerzbankt, dijo a la agencia DW que la reelección de Berlusconi “puede ser un guion de terror, y la crisis nacional puede resurgir nuevamente”. Las tasas de interés de los bonos del gobierno italiano pueden volver a aumentar, y el programa de reformas, sufrir una paralización abrupta, opinó Krämer. Ulrich Kater, del DekaBank, coincidió con él al declarar que “Italia ha perdido un montón de años con Berlusconi. Repetir su mandato sólo prolongaría la agonía”. “Una victoria de Berlusconi obstruirá el restablecimiento de la confianza en el euro”, sostuvo.
En términos generales, un resultado “anti reforma” puede significar que el costo del endeudamiento del gobierno pueda elevarse en los días siguientes a la elección. Sin embargo, el principal problema, más que las preocupaciones del “mercado”, sigue siendo la ausencia de crecimiento.