Desde hace cuatro años una veintena de ex obreros de Puritas y Las Acacias formó la Cooperativa de Trabajadores Emprendimiento Popular Alimentario (CTEPA), colocando un tanto a prepo las últimas tres palabras para que en la sigla quede incluida la exclamación que expresa asombro. Asombrar es lo que han pretendido, y no sólo a terceros sino a ellos mismos, insertándose en un mercado que “dominan y controlan” muy pocas empresas, según comentó a la diaria el presidente de CTEPA, Roberto Curci. Por ello es que se han mantenido “bastante en silencio durante todo este tiempo. Sabíamos que de algún modo podían querer complicarnos. Lo que hicimos fue, estratégicamente, tomar los recaudos necesarios para llegar a esta etapa”, apuntó.

La mayoría de los compañeros de Curci transitó un camino similar. Comenzó a andarse en 2009, cuando lo laudado en la negociación colectiva estuvo cerca de duplicar los sueldos más bajos del sector y, en un escenario de conflictos y denuncias de persecución sindical, más de 50 obreros fueron despedidos, la mayoría de ellos de Las Acacias, según denunció oportunamente la Federación de Obreros y Empleados Molineros y Afines (FOEMYA). En el sector fideísta de la FOEMYA, la necesidad del trabajo y el convencimiento conjunto de que sobraba oficio para hacer viable un emprendimiento cooperativo, derivaron en la conformación de CTEPA. Los cuatro años han sido de marchas y contramarchas, explicó Curci. Pero los pasos fundamentales fueron dados. Consiguieron su lugar en el mundo, un espacio en el Parque Tecnológico Canario, en Las Piedras. También lograron un aporte del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), cercano a los 100.000 dólares, para acondicionar el lugar, y un préstamo del Banco República, de 297.000 dólares, para la compra de maquinaria que perteneció a la fideísta Fimur. Pero aunque sobraba de la pasta que refiere al oficio, seguía faltando de la otra, la de curso legal. Llegó de la mano del Fondes, con 216.000 dólares que serán destinados a la incorporación de nueva maquinaria, acondicionamiento de la que ya tienen, y capital de giro. Con el nuevo crédito aprobado, CTEPA ultima su preparación para comenzar a producir en la primera mitad del año. “Tal vez nos lleve unos dos meses”, explicó Curci. El crédito es reembolsable, con un año de gracia. “El crédito no sólo es trascendente por el dinero, sino porque, para ser posible, este proyecto tuvo que ser declarado de interés nacional. Eso también es muy importante para nosotros”, añadió.

Compañeros vendedores

Entre los cooperativistas hay desde mecánicos a prenseros, que ocupan todos los puestos que necesita el proceso de fabricación. Pero también los hay dedicados a la colocación del producto. Éstos han sido fundamentales para ayudar a confirmarles a los técnicos que los apoyaron en la elaboración del proyecto, que éste puede considerarse viable. En los hechos, así lo entendieron en el Banco República, en el MIEM y en el propio Fondes. “Ahí miramos especialmente, porque las cooperativas generalmente pueden tener algunas flaquezas en cuanto a personal de oficina y de ventas. En nuestro caso yo diría que es un punto fuerte”, señaló Curci.

Los números del proyecto llevan a afirmar que la participación de CTEPA en el mercado nacional oscilará entre 3% y 5%; pero no es el único destino de los productos. Los fideos, que ya tienen nombre, “Alma”, y hasta un tipo de caja diseñada, cuentan con un mapa de ruta que los llevará por el norte: Brasil, Venezuela y Estados Unidos.

El proyecto de exportación incluye la posibilidad de productos adjuntos, como salsa fabricada por Agape, una cooperativa vecina del Polo Tecnológico Canario, y no descarta subproductos del Molino Santa Rosa, que ha movido sus aspas para que Alma tenga viento a favor.