Dos de las siluetas caricaturizadas no llegaron en pie a la última etapa del experimento "Mujeres por la Ciudad", que forma parte de una campaña de sensibilización ciudadana nacida en el programa regional "Ciudades sin violencia hacia a las mujeres. Ciudades seguras para todos y todas" que ejecuta ONU Mujeres, con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y es implementado por la Red Mujer y Hábitat de América Latina.

Durante dos semanas las siluetas, construidas en madera y de una altura que no alcanza los dos metros, estuvieron colocadas en diez puntos diferentes de Montevideo. Una experiencia idéntica se desarrolló, en el mismo marco, en el departamento de Maldonado.

Personas asignadas al seguimiento de las siluetas fueron notando el tratamiento que, con el paso de los días, iba recibiendo cada una. "En algunos lados fueron destruidas. Otras fueron grafiteadas como un medio de expresión; en algunos casos con agresión y en otras de adhesión a la propuesta", contó la coordinadora de Cotidiano Mujer, Lilián Celiberti, sumándose a lo descrito por la conductora del acto de ayer en la explanada, María Inés Obaldía: "estuvieron expuestas a lo mejor y a lo peor de la ciudad. Cada día fuimos registrando lo que pasaba; muchas fueron degradadas, insultadas y lastimadas. Otras sirvieron como espacio para expresión del barrio". Éstas "fueron más cuidadas", explicó. La visión de la organización es que ese resultado demuestra "cómo la violencia hacia las mujeres está también en la calle. Esta campaña también nos hace reflexionar sobre cómo cuidamos, cómo habitamos nuestra ciudad y sus espacios públicos".

"Esto confirma un proceso de violencia y de inseguridad que vivimos las mujeres a diario en nuestra ciudad", comentó la directora del Instituto Nacional de las Mujeres, Beatriz Ramírez.

Incluso tres días antes de cumplirse la etapa final del proyecto -la de ayer-, las siluetas fueron recogidas y reubicadas en la explanada de la intendencia. Allí, la intendenta Ana Olivera observó, el sábado a la noche desde el interior del edificio municipal, cómo "había grupos que las agredían". También "había otros que miraban, y dejaron hacer. Creo que ése es otro tema del que debemos hablar. Hay temas que son de cultura ciudadana, de espacio público, y acá se agrega otra simbología; la de la violencia de género. Se trata de la naturalización de determinados hechos. No es natural el abuso del poder, ni la violencia de género, ni la depredación en el espacio público, tenga el contenido que tenga", enfatizó.

Objeto de agresión

Penes dibujados, frases que iban desde “trolas” a “más amor, por favor” fueron estampadas en las siluetas, de color blanco, durante las dos semanas que permanecieron a la intemperie. Alguien escribió que “es cualquiera lo que quisieron plantear”, al tiempo que una inscripción exclamaba que “violencia hacia las mujeres es ser cobarde y marica”. Hubo hasta frases como “esta vieja es peor que el tuerto”, consignas del estilo de “libérate mujer de ti misma”, declaraciones como “Mujer: te quiero loca y linda”, y afirmaciones “estar chusmeando es típicamente femenino”. Rodillo en mano y con pintura en tarro, sobre las 13.00 de ayer las asistentes al acto iniciaron una “ceremonia de resignificación, para redignificar esas mujeres”.

Primero fue una base blanca, y después, durante dos horas, diez artistas (tres de ellos varones: Santiago Tavella, Diego González y José Carabajal) realizaron intervenciones sobre las siluetas.

El nuevo destino será Tres Cruces, y la próxima semana regresarán a los barrios donde permanecieron durante dos semanas.