La Facultad de Derecho de la Universidad de la República fue el punto de encuentro. Desde la puerta de la Biblioteca Nacional se sucedían en fila pancartas de diferentes organizaciones y sindicatos: Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes), Asociación de Maestros del Uruguay, Agremiación Federal de Funcionarios de la Universidad, Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado, Asociación de Empleados y Obreros Municipales, Sindicato Único Nacional de Trabajadores del Mar y Afines. Apenas pasadas las 10.00 la movilización, que ocupó casi cinco cuadras, emprendió sus primeros pasos. Cada sindicato expresaba la lucha a su manera, pero básicamente todos reclamaban lo mismo: la mejora de los salarios.

Aquel discurso de las autoridades que proclamaba “educación, educación, educación” quedó “en lo mismo”, dijo Jacqueline, una maestra que estaba algo perdida y buscaba su grupo para unirse. Por la calle Fernández Crespo, la manifestación pareció desorganizarse. Una señora que miraba atentamente la marcha dijo que ésta le parecía “espectacular”, porque “se ha dado bastante [presupuesto] pero no alcanza, porque los mandos medios no distribuyen bien 
la plata”.

Destino

Al llegar al Palacio Legislativo el edificio quedó absolutamente rodeado. Y las vallas, esta vez, fueron puestas por los maestros (de varios departamentos), como una acción de rebeldía hacia la actitud del gobierno en el acto que celebró la Jura de la Constitución en la plaza Independencia (ver la diaria del 19/07/13). Tomados de la mano, rodearon el palacio y formaron una cadena humana.

Lucía es maestra desde hace 12 años en la escuela de Villa García. Antes trabajaba también en otra escuela, pero la “dejé porque no me daban los tiempos”, contó, en referencia a las tareas fuera del aula, la recorrección y la planificación. Como el sueldo no le alcanzaba, buscó otra alternativa. “Hago arte circense, doy clases de acrobacia aérea y los fines de semana trabajo en eventos. Gano mucho más que en la escuela”, aseguró. Como maestra cobra un salario de 17.500 pesos líquidos, de los cuales 1.800 “te los pagan por ser de contexto crítico”, lo que implica “llevarte una enorme carga afectiva a tu casa” y “hablar con los padres fuera de hora”.

Lo que están reclamando los trabajadores de la educación es “justo y necesario”, dijo el dirigente de Fenapes José Olivera, que junto con Marcelo Abdala, del PIT-CNT, fueron los oradores del acto. “Hay que poner la educación a las necesidades que el país requiere”.