Federico Deveras es integrante del Centro de Información, Referencia y Apoyo Red (CIRAR), creado en diciembre de 1995. En 2008 el colectivo creó un proyecto para la instalación de una fábrica de preservativos y una red de expendedoras en el país. La idea era darles trabajo a los integrantes del centro y colaborar en generar productos de calidad y a precio accesible para el consumo interno. “Empezamos siendo 16 personas y ahora tenemos más de 10.000 afiliados, de los cuales 7.020 aportan dinero para financiarnos”, comentó Deveras en diálogo con la diaria.
“El tema de la fábrica está trancado”, aseveró. Comentó que desde que surgió la idea propusieron que “la ubicación geográfica fuera en el departamento de menor incidencia laboral en jóvenes, que en aquel momento era Treinta y Tres”. “Luego se pasó a San José, porque hemos constatado que sus rutas están peligrosamente nutridas de jóvenes que ejercen la prostitución. La Intendencia de San José donó tres hectáreas de campo. Fuimos con el ministro de Trabajo, [Eduardo] Brenta, Susana Cabrera, del Ministerio de Salud Pública [MSP], y empresarios de Brasil, y colocamos la piedra fundamental de la obra. Esto fue hace ya dos años, en el terreno ubicado en un predio en Camino del Lago sin número, a 30 cuadras del teatro Macció. Las tres hectáreas están, pero los empresarios solicitaron 100% de las utilidades del proyecto”, contó. “Nuestra intención era que una cajita de tres preservativos valga cuatro pesos y no casi 50, como ahora. La idea era cuidar la salud sexual de los uruguayos, y no que se lleven el dinero”, aseguró. Éste fue uno de los matices que no permitieron el avance en la propuesta, sostuvo.
El proyecto de CIRAR tiene dos etapas: instalar una planta industrial y una red de expendedoras. El costo que manejan es de cinco millones de dólares y pretenden quedarse con 100% del paquete accionario. Sin embargo, para iniciar el proyecto se necesitan 100.000 dólares. “Nosotros pedimos obtener la protección del Estado para que esto no sea una sociedad anónima sino una cooperativa en propiedad de los trabajadores. Podemos hacerlo y están dadas las condiciones. A esta altura del partido, no dejaría que me sacaran el proyecto”, dijo. “Seguimos regalando preservativos coreanos e indios, y encima con una única medida. Para los más jóvenes debería haber una medida más pequeña: eso evitaría el mal uso. El condón universal es de 16 a 22 milímetros de longitud. La propuesta es que para los adolescentes sea cerca de 50% más chico; esto sería posible con una fábrica nacional que atienda este criterio, de lo contrario esa población estaría desatendida porque corre ese riesgo”, sostuvo.
Respecto de la expendedoras, dijo que hay experiencias exitosas en Brasil y Chile sobre la utilización de cabinas telefónicas para expender preservativos en la calle. “Se nos ocurrió presentarle el proyecto a Antel porque hay 1.000 cabinas en todo el país, lo que nos permitiría, con el apoyo de distintos entes autónomos, instalarlas en distintos puntos, ya que con el boom de los celulares no se usan más para lo que fueron creadas. ¿Qué costo tendría? Cero peso”, sostuvo.
Así es
Deveras contrajo VIH en 1997. Cuenta que los médicos le han cambiado cuatro veces de medicación porque “el cuerpo se acostumbra a ella”. Sobre el acceso a los medicamentos dijo que se consiguen por el MSP; “la cobertura es gratuita y excelente”, destacó. “No nos explicamos cómo, teniendo la posibilidad de ser el primer país, por dimensión y población, en erradicar la transmisión de VIH, no lo hacemos. La gente no se hace el examen de VIH”, puntualizó.
El acceso a un puesto de trabajo es lo más complejo. El integrante de CIRAR calificó de hipocresía lo que sucede cuando, para acceder a un puesto cualquiera, se solicita el Carné de Salud vigente. “¿Qué empresa no solicita estos estudios? Lo hacen todas. Decir lo contrario es mentira, es hipocresía. Lo digo con dolor”. Abre la billetera y muestra varios carnés, entre ellos uno de transporte con asiento por discapacidad. Comenta que lo tramitó en la Intendencia de Montevideo (IM), presentando los exámenes de sangre que le dieron positivo. Además, percibe una canasta de alimentos de 800 pesos que le brinda el Estado. También tiene una tarjeta de la IM para asistir a espectáculos en forma gratuita. “Cultura del asistencialismo”, comentó. “Hay también una pensión por invalidez que se puede tramitar si se tiene sida; yo la puedo tramitar porque tengo 40% de mi cuerpo imposibilitado en funciones, pero no la acepto porque puedo trabajar”, dijo.