De los 142 millones de niños que viven en Sudamérica, 8,8% trabaja y su mayoría (6,8%) realiza trabajos que resultan “peligrosos para su integridad”. Estas cifras, estimadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), representan a 12,5 y 9,6 millones de niños, respectivamente.

Las cifras regionales se desprenden del informe global “Medir los progresos en la lucha contra el trabajo infantil”, difundido esta semana por el organismo en Ginebra. La OIT considera que el trabajo infantil es el que realizan niños de entre cinco y 14 años -o entre cinco años y la edad considerada mínima- y el que hacen quienes tiene entre 15 y 17 años y su trabajo sea considerado peligroso.

El informe indica que actualmente hay 168 millones de niños trabajando en todo el mundo, de los cuales poco más de la mitad (85 millones), lo hacen en condiciones peligrosas. Por otro lado, la OIT manifiesta que no será posible alcanzar la meta mundial de erradicar las peores formas de trabajo infantil para 2016 -ni en la región ni en el resto del mundo-, lo que hace “necesario redoblar el esfuerzo para enfrentar el ‘núcleo duro’ de este problema”, destaca el organismo en un comunicado difundido ayer.

En términos absolutos, la cantidad de niños que trabajan se ha reducido en 1,6 millones en comparación con 2008. En este sentido, el organismo considera que ha habido “un progreso importante”. Pero no todas las cifras son alentadoras: la cantidad de niños trabajando en condiciones peligrosas ha aumentado de 9,4 a 9,6 millones en este mismo 
período.

“Esta situación nos manda una señal de alarma, porque ocurre en una región del mundo donde ha habido un largo ciclo de crecimiento económico que ha impactado positivamente en los indicadores laborales, y sin embargo no logramos reducir el número de niños en trabajo peligroso”, dijo la directora regional de la OIT para América Latina y el Caribe, Elizabeth Tinoco.

Tinoco considera “inadmisible” que la gran mayoría de los niños esté expuesta a trabajos “peligrosos” que “comprometen en forma directa su integridad física y mental”, y que equivalen a las peores formas de trabajo infantil. “Es cierto que ha habido avances en los últimos años, pero en la región aún hay más de 12 millones de niños que ven seriamente comprometido su futuro. Tenemos una deuda con esos niños”, agregó.

“Necesitamos acelerar el paso en la lucha contra el trabajo infantil”, afirmó la directora regional de la OIT, que planteó la importancia de invertir en la calidad de la educación y en medidas para lograr retener a los niños hasta los últimos años, que además es cuando se produce el “momento crucial de la transición escuela-trabajo”, en el cual se definen aspectos importantes del futuro laboral de estas personas. Los planes para abordar los problemas específicos del trabajo infantil deben ser complementados con medidas para ofrecer oportunidades de trabajo decente para los adultos en las zonas donde haya mayor incidencia de este problema, lo que tiene una repercusión directa en la situación de los niños.

Pero el hecho de que se lleven a cabo estas acciones depende de “la voluntad política, el diálogo social entre los actores de la economía real y un compromiso mayor de la sociedad para respaldar medidas efectivas y audaces”, consideró Tinoco.

El tema será abordado en la III Conferencia Global sobre Trabajo Infantil que se celebrará en Brasilia (Brasil) el 8 de octubre, con representantes de todas las regiones del mundo.