Antes de su partida a Francia, donde reside, Francisco Bermejo, un viverista de origen español, se declaró preocupado por los palmares de Rocha. La primera vez que vino a Uruguay se hizo cargo de un vivero de producción y extracción de plantas para exportar a Europa. El negocio era propiedad de un ciudadano italiano que conoció por dedicarse al comercio de vegetales entre Italia, España y Francia, que estaba establecido en Santa Lucía, Canelones. Su actividad principal en esa empresa fue la de extraer palmeras, acondicionarlas y exportarlas a Europa o China. Algunas tenían como destino local los jardines de Punta del Este, en Maldonado, pero eran las menos. “Sirven para decoración de jardines o avenidas y cumplen funciones ornamentales”, comentó Bermejo. Sobre las especies dijo: “Hay unas que resisten bien el frío y otras menos. Las especies grandes de palmeras son las que más resisten el frío, por ejemplo las butiás, que tienen un interés comercial relevante en Europa. La de mayor población es la palmera canaria, que en el contexto uruguayo es una palmera exótica porque fue importada desde las Islas Canarias. Son las grandes y verdes que se ven en las rutas del país. La palma canaria no está protegida por las autoridades uruguayas por ser exótica, pero en cambio sí protegen las de las carreteras; no se pueden tocar las que son propiedad del Estado. De las butiás hay dos tipos: la yatay, que es menos interesante porque no se come el fruto; es la que está en Paysandú y se encuentra también en Argentina y Paraguay, ya que es más numerosa la especie; y la capitata, de Rocha, es la que tiene frutos comestibles y sólo crece de forma natural en Uruguay. La vi en Brasil hasta hace unos años, pero como consecuencia de la presión de los campos de arroz fue desapareciendo. Estaba en Río Grande del Sur, cerca del límite con Uruguay. El único lugar donde queda esta especie en forma natural y en proporciones relevantes es en Rocha”.
“El Palmar de Rocha es una joya que tienen en Uruguay. Del total de hectáreas que corresponden al palmar de Rocha aproximadamente 90% deben ser tierras privadas y están en manos de grandes ganaderos, que por ley no pueden cortar las palmeras ni arrancarlas. En cambio, no les prohíben nada más. Entonces meten el ganado que pasta bajo las palmeras y no crecen nuevas porque las vacas se las comen. El ganado no deja que se regenere el palmar de forma natural, porque cuando nace una plantita desaparece. Si no se regenera, el palmar está condenado”, sostuvo.
Durante su estadía en Uruguay, Bermejo alertó de la situación a autoridades departamentales y nacionales. “Esas palmeras grandes ya están al final de su vida; viven 300 años, aproximadamente. Desde que llegó la actividad ganadera se dejó de regenerar el palmar. Además, reúne las características para que se declare patrimonio de la UNESCO. Hay algo hecho en cuanto a reserva de humedales, pero no se han metido con el palmar. Creo que el Estado uruguayo tendría que solicitar a la UNESCO que considere el palmar, que no concierne sólo a los uruguayos, porque si se pierde se lo pierde la humanidad entera”. Para Bermejo esto no se hace porque “ésas serían restricciones para los ganaderos. Allí entra el capital: el poder del dinero. A ellos no les interesa. Estuve con autoridades del MVOTMA, hablando con responsables que me recibieron. Quedamos en que nos íbamos a reunir en equipos de trabajo para presentar un proyecto más importante y poder regenerar el palmar. Presenté un proyecto y ya no hubo más idea. Se entiende mucho de economía pero no de ecología; puedo decir que si eso se hace bien (porque conozco otros proyectos en Europa) puede reportar muchos más beneficios económicos que la ganadería”, comentó. Como forma activa de recuperación, Bermejo planteó poner en marcha un proyecto de vivero de producción de palmeras, ya que tienen demanda internacional, y regenerar un comercio alrededor de los productos que se hacen con butiá.