Existen dos grandes palmares en Rocha: uno al sureste del departamento, en el entorno de Castillos; el otro al norte, en la zona de San Luis. Entre ambos ocupan unas 70.000 hectáreas, con densidades que abarcan entre 50 y 600 palmas por hectárea. La relación entre ambas variables es inversa; las mayores superficies contienen densidades menores y viceversa. Las palmas tienen una edad estimada de entre 200 y 300 años.
Producción variada
La Dirección de Turismo de Rocha promociona paseos a los palmares. Uno de ellos es un proyecto pionero en su tipo: las visitas guiadas que Carlos Lucas realiza en las inmediaciones de Castillos. Allí construyó una casa similar a las que usaban para vivienda los pobladores de la zona: con troncos viejos y techo de hojas de palma. Tiene la intención de hacer un mirador que sobresalga por lo menos dos metros arriba de las palmeras para ver la densidad del palmar, la luna, la salida y puesta del sol. Hace paseos a caballo, en carro o a pie. Si se le avisa con antelación ofrece el almuerzo con asado y para la merienda cuenta con ayuda de su esposa. Ella cocina alfajores y galletitas con la almendra del butiá. También ofrecen jalea y dulce de butiá del emprendimiento vecino El Brocal. En la planta trabajan tres mujeres elaborando productos artesanales derivados del butiá. Está habilitada y sus trabajadoras han recibido cursos del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (Latu), la intendencia y Casa Ambiental. Sus recetas consisten en mermeladas, dulce de corte de butiá, licor, bombones y una salsa agridulce para carne (premiada por el Latu y el cocinero Sergio Puglia). También hacen papel con la fibra del butiá, que se usa para manualidades, cuadros, bolsas y cajitas. Ellas lo emplean para las cajas de los bombones y los frascos de mermelada.
Los Bañados del Este, en cuyos confines están los palmares, fueron declarados Sitio Ramsar en 1971 y Reserva de Biosfera por la UNESCO en 1976. El primer concepto se aplica a humedales de alto valor internacional, mientras que el segundo involucra la promoción del desarrollo sostenible en sitios donde hay grandes valores desde el punto de vista del patrimonio natural y cultural. Pero estas clasificaciones, en los hechos, no han tenido efectos prácticos que permitan la supervivencia de los renuevos de butiá.
Gerardo Evia, doctor en Medicina y Tecnología Veterinaria y director del Programa de Conservación de la Biodiversidad y Desarrollo Sustentable en los Humedales del Este (Probides), explica que la principal amenaza para los palmares de Rocha es la imposibilidad de la especie de reproducirse, crecer y prosperar, y así mantener su estructura original. “Los ejemplares que forman parte del palmar son muy viejos, no hay certeza sobre su edad, pero algunos asumen que son previos a la introducción de la ganadería”, asevera Evia.
La ingeniera agrónoma Mercedes Rivas, referente ineludible acerca de la problemática, expone los motivos de su no regeneración. Para el palmar de Castillos el principal problema es el tipo de ganadería que se realiza, que es de pastoreo continuo. “Éste es un problema en el Uruguay en general: que los animales permanecen en un mismo potrero todo el tiempo. Entonces comen una, dos, tres veces. Las plantitas que son pequeñas no tienen capacidad de aguantar esa exfoliación y terminan muriendo: quedan sin reservas para rebrotar. Pueden hacerlo una vez, dos veces, pero si a cada rato viene una vaca y les come las hojas, entonces no hay manera. Esa misma causante lo es tanto de la no regeneración del palmar como de la degradación de nuestro campo natural”. El otro problema es la agricultura. En el entorno del palmar de San Luis, desde hace unos 40 o 50 años se cultiva arroz y en el de Castillos, con el boom agrícola, empiezan a cultivarse sorgo, maíz y soja. Los coquitos que contienen la semilla no logran siquiera implantarse en el suelo porque tanto la inundación -en los cultivos de arroz- como el laboreo se llevan los coquitos, impidiendo que se arraiguen en el campo.
Cargas aliviadas
Rivas considera una opción para mantener la densidad de los palmares: que los productores ganaderos por períodos roten a los animales de un potrero a otro. Así se permitiría descansar al campo y las palmas lograrían rebrotar. La alternativa para Rivas es “que no hubiera ganado en invierno, y el resto del año sí”. Propone la exclusión en esa estación por ciertas condiciones que se dan en ella: “Es cuando hay más escasez de pasto, de forraje. Además, en suelos que son bastante bajos -como los del palmar- y si llueve mucho peor, con el barro y el pisoteo de los animales se va rompiendo todo ese tapiz vegetal” y se pierden los renuevos. Finalmente describe que “en invierno las palmitas no son capaces de rebrotar. En primavera o verano, ellas tienen cierto grado de respuesta, de rebrote”. Para Rivas, el Estado debería dar incentivos a los productores.
Por su parte, Probides ha hecho una experiencia de exclusión total de pastoreo en un predio del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA): el Potrerillo de Santa Teresa. Evia cuenta que “había en la zona alta del potrerillo un palmar relativamente ralo, con pocos ejemplares”. Allí hace al menos 15 años se retiró el ganado en forma permanente y desde entonces se monitorea la evolución y el reclutamiento de nuevos ejemplares. “Los resultados preliminares indican que hubo un reclutamiento de palmas nuevas al comienzo, enseguida de que se retiró el ganado, pero que también hay un efecto, que es que el resto de la vegetación que crece termina impidiendo en alguna medida el desarrollo de todas las palmas que nacen originalmente”. Esto se explica porque “las especies de gramíneas, que también vienen cuando se retira el pastoreo, hacen un efecto de sombreado y compiten con la palma. Por eso es un proceso más complejo que la simple retirada del ganado para lograr volver a tener un palmar. Otros trabajos implican dejar determinadas cargas aliviadas, porque eso sería mejor que la exclusión total”.
Sistémico
Guillermo Scarlatto, coordinador general del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, cuenta que en el plan de desarrollo de la institución hay dos áreas propuestas que incluyen en su territorio a los palmares del este: la Laguna de Castillos y la Laguna Negra. Aún no se han incorporado al sistema, pero existen avances en ese sentido. Scarlatto aclara que el proceso es lento, no sólo por la falta de recursos que impide incorporar todas las áreas al mismo tiempo, sino porque intervienen el MVOTMA y otros ministerios, intendencias departamentales y municipios involucrados, organizaciones de la sociedad civil, propietarios y vecinos pobladores del área y sus alrededores. Considera importante para que las propuestas luego sean aplicables que “el área se incorpore con un nivel de respaldo social relativamente alto. Es un gran desafío buscar formas de vincular la conservación y regeneración del palmar en sistemas productivos”.
El arquitecto José Luis Olivera, director de la Unidad de Gestión Costera de la Intendencia de Rocha, comentó a la diaria que “la intendencia se encuentra en un proceso bastante avanzado de formulación de las Directrices Departamentales de Ordenamiento Territorial. En su articulado se va a prever, más allá de la identificación de los sistemas y unidades ambientales más importantes del departamento, el uso sustentable de los ecosistemas”. En lo referente a los palmares, la intención es que queden bajo una directriz de conservación y mantenimiento viable de su reproducción. Eso está en directa relación con sus usos productivos y turísticos.
Olivera plantea que el primer problema es que todo el palmar se encuentra en predios privados. “Sugerirle a un productor pecuario que desafecte una hectárea de cría de ganado para conservar el palmar no es sencillo; significa mucho dinero”, porque “una gestión de ese tipo implicaría hacer algunas compensaciones a los propietarios del suelo”, remarca. Evalúa que la rotación del ganado no es viable desde el punto de vista político por el costo económico que implicaría. Otro problema, una vez decididas y consensuadas con los propietarios algunas medidas, es el de su fiscalización. Por ello plantea que “tienen que ser muy razonables las propuestas y tratar de que la gente lo internalice de forma tal que ellos sean los propios custodios de la normativa. Es la única solución viable. Es un tema técnico, un tema científico, pero sobre todo es un tema político y económico. Al ser tan complejo no es sencillo resolverlo”.
Una solución
En su tesis de doctorado, la ingeniera agrónoma Rivas plantea un asunto novedoso y llamativo. Trabajó con un sistema de información geográfico para identificar los padrones rurales y predios que contienen un palmar. Del análisis obtuvo que “de unos 212 productores de Castillos que tienen palmar, 18 tienen prácticamente 70% del palmar”. Deja claro que aunque la mayoría de ellos poseen predios individuales de más de 100 hectáreas, “no es sólo una relación de que porque es grande tiene mucho palmar. Están en los territorios donde hay más palmar proporcionalmente”. Evalúa el hallazgo como “una de las cosas más interesantes para las propuestas de gestión que puedan venir ahora”, porque sabiendo esto se acota el número de productores con quienes se debe negociar: aquellos que tienen porciones importantes de palmar.