El oeste de Montevideo, abarcado en el Municipio A, se caracteriza por tener una población mayoritariamente joven, con los niveles educativos formales más bajos de la capital y con el mayor porcentaje de jóvenes que no estudian ni trabajan. Más de 50% de los niños menores de 12 años viven en hogares pobres; a la vez, son los que aportan la mayor cantidad de nacimientos a Montevideo y al país.

En la última década se han reinstalado en la zona grandes emprendimientos industriales y comerciales -como el Parque Tecnológico Industrial, en el límite entre Cerro Norte y la Villa del Cerro-, distintas iniciativas asociadas a empresas de logística portuarias y a zonas francas. Está en proceso de instalación la terminal de recepción y regasificación de gas natural licuado (Gas Sayago) que tendrá por puntos centrales el tramo de costa que va desde la playa de Puntas de Sayago hasta la de Santa Catalina, y se impulsa la creación de la UAM próxima al barrio Los Bulevares.

“Estos emprendimientos necesitan mucha mano de obra, que generalmente son trabajadores jóvenes que tienen un poder adquisitivo mayor que los pobladores locales. Esto implica la presencia de mano obrera masculina que consume sexo pago en el mercado del sexo legal, pero cae en situaciones ilegales”, explicó a la diaria el coordinador de la investigación y presidente del Conapees, Luis Purtscher, en referencia a la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes.

Ejecutores de políticas sociales, actores económicos, actores sociales y actores políticos fueron consultados entre fines de 2013 y principios de 2014 para la investigación. Independientemente de sus percepciones sobre el tema, ninguno de los 53 entrevistados afirmó desconocer la existencia de explotación sexual de niños y adolescentes en esta zona de Montevideo. Tampoco los adolescentes que participaron en los talleres de sensibilización.

Un secreto a voces es un estudio cualitativo. Las entrevistas exploran cuáles son los contenidos conceptuales y vivenciales que habitan en el imaginario, y en este sentido las reflexiones hablan sobre el problema y también omiten el decir. Una lectura atenta a lo dicho y a lo silenciado nos permite ver todos los alcances”, explica Purtscher.

Allí están

Fragmentos

“Es constante la representación estigmatizada especialmente de las adolescentes, haciendo referencia a su ropa, a las conductas irrespetuosas y a la provocación. Es en este sentido que se dificulta visualizar la vulneración de sus derechos, ellas se visten con short, tops, ropa apretada y escotes, por lo tanto están ‘provocando’, ‘buscando’, ‘consintiendo’”.

“Gran parte de las personas entrevistadas considera que en los barrios es visto naturalmente que una adolescente de 14 o 15 años se vincule con hombres de 30 o 40 años, en forma de noviazgo, sin percibir la desigualdad de poder fundamental y fundante del vínculo y la violencia que genera la propia situación de desigualdad en la que se encuentra la adolescente y tampoco se evidencia el acuerdo económico tácito entre la familia y el explotador”.

“Los mecanismos de reclutamiento que se perciben en la zona van desde la búsqueda de las adolescentes en autos, en ómnibus, por celular o más indirectos, en los que las y los adolescentes salen del barrio por su cuenta. Además, hay otras maneras de reclutamiento […] vinculadas a la tecnología de la información y la comunicación, entre ellas Facebook”.

Durante el trabajo de campo, los técnicos relevaron más de 50 relatos en los que aparecen diferentes modalidades de explotación sexual comercial e identificaron en éstos los perfiles de las personas explotadas y los explotadores, los ámbitos en los que se desarrolla, los mecanismos de retribución e intercambio y si son actos permanentes o esporádicos.

Durante los talleres de formación y sensibilización con adultos y adolescentes se identificaron zonas geográficas que son percibidas como zonas de riesgo, o donde constatan situaciones específicas de explotación: los parques Vaz Ferreira y Punta Yeguas, las terminales de ómnibus en Cerro y Santa Catalina, las calles Cibils, Carlos María Ramírez y Grecia, las intersecciones de Tomkinson y Luis Batlle Berres, las rutas nacionales 1 y 5 bajo los puentes; y los barrios Las Torres, Casabó, Los Bulevares y Cerro Norte.

Consultado acerca de si realizaron denuncias durante el relevamiento, Purtscher aseguró que para eso “se necesita un cuidado extremo”. “Hay que tomar los recaudos necesarios. Una denuncia apresurada puede poner en riesgo a las víctimas”, precisó. No obstante, aseguró que este tipo de información fue reportada a los organismos competentes por el equipo de investigación.

El análisis de la publicación coloca a las niñas y a las adolescentes como principales víctimas de la explotación, pero “muy pocos” relatos niegan la explotación en varones. La pobreza y extrema pobreza, la desprotección familiar, la falta de afectos y el abuso intrafamiliar son señalados como característicos de la vida de las víctimas, aunque en algunas entrevistas “queda clara la justificación de las situaciones de explotación mediante la idea de elección y autonomía de las adolescentes, como si esta práctica fuera una opción entre muchas otras, e incluso algunos relatos indican que es para ‘sacarles plata a los viejos’”.

Aparece una forma “más sutil” de explotación dentro del hogar, aceptada y visible socialmente, ligada a “acuerdos económicos con la familia” y a situaciones de “enamoramientos” de adolescentes con hombres adultos. “Estos relatos son reiterados y se encuentra que la mayor motivación es la ilusión de lograr autonomía económica, la salida de situaciones de violencia en la familia de origen y la necesidad de protección”, se señala.

Los explotadores

Los técnicos destacan que en los relatos la explotación sexual de niños y adolescentes aparece asociada a la droga, a la pobreza, a determinados arreglos familiares, pero desaparecen cuantitativamente las menciones a los explotadores. “En los relatos no se presenta una conceptualización del explotador perpetrador que necesariamente los separe en esencia de los consumidores del mercado del sexo y la prostitución adulta. Pero a la vez, tampoco puede descartarse, a partir de los relatos analizados, la existencia de una búsqueda preferencial de adolescentes y niños en razón de sus múltiples vulnerabilidades y constructos sociales justificantes”, se señala.

En este rol colocan a hombres adultos y la principal referencia es a los “trabajadores”, en particular los del transporte, específicamente a los camioneros, a los de la terminal, guardas, choferes y taxistas, y más genéricamente, a los trabajadores del saneamiento. Otras referencias señalan como explotadores a hombres adultos mayores -mencionados por los entrevistados como “los viejos”, “los jubilados”, “los veteranos”- y hombres de nacionalidad paraguaya, italiana y estadounidense, vinculados básicamente al transporte de carga los primeros y a la adquisición de propiedades de la zona los últimos. “Entre los perpetradores no existe una clara diferenciación social, las referencias dan cuenta tanto de hombres de alto poder adquisitivo como de la misma clase social que las niñas y adolescentes que explotan”, se detalla.

Los técnicos identifican como un tipo de explotador a los “facilitadores”, actores que mantienen relaciones de cercanía con los jóvenes. “En las cantinas clandestinas, las ‘bocas’ o los eventos legales: bailes, cantinas, aparecen personas que intermedian o facilitan el vínculo entre niños, niñas y adolescentes y potenciales perpetradores de explotación sexual comercial, quienes identifican la presencia de adolescentes vulnerables como un aspecto que amplía los límites de su negocio, legal o no. Estos sujetos no necesariamente obtienen una ganancia material, pero sí les otorga cierto ‘prestigio’ según los parámetros de la cultura machista”, se describe. En este rol también aparecen colocados familiares varones, así como taxistas y transportistas.

En el trabajo también se visibiliza al explotador “con acuerdos económicos con la familia” y al “manipulador”. “Con ciertos elementos análogos al matrimonio forzado o prácticas de entrega de niñas y adolescentes a hombres adultos de una mejor situación económica, diversos relatos dan cuenta de formas de convivencia en pareja entre adolescentes y adultos”, se reporta en relación al primer caso. El “manipulador” centra la relación en un “aparente vínculo afectivo de amistad o paternazgo” desarrollando “una estrategia de enganche y permanencia de la situación de explotación mediante compras, regalos o premios por determinadas conductas positivas”.

Por último, también son mencionados los “tratantes” en situaciones que refieren a casos de trata interna e internacional, que darían cuenta de la existencia de organizaciones o redes que en sus prácticas incluirían además de las de explotación sexual, el delito de tráfico ilícito de migrantes.

“Prima en los relatos la visión de colocar las razones de la explotación sexual en los niños, niñas y adolescentes y en su entorno familiar, sin visualizar la presencia del explotador-perpetrador y la demanda adulta como una de las causas fundamentales, responsable de que las situaciones de explotación sexual se perpetúen”, concluyen los investigadores.