La presidenta del Frente Amplio (FA), Mónica Xavier, la senadora emepepista Lucía Topolansky, la ministra de Turismo y Deporte, Liliam Kechichián, la ex ministra de Salud Pública María Julia Muñoz, la ex dirigente colorada Glenda Rondán y las cantantes Ana Prada y Pata Kramer fueron algunas de las que el lunes de noche, en la penumbra de Periscopio, levantaron una copa de vino para brindar “por las mujeres” antes de comenzar un intercambio político que duró hasta entrada la madrugada. La convocatoria fue realizada por el Espacio 609 a mujeres frenteamplistas e independientes de distintos ámbitos, pero también los varones fueron llamados a concurrir. Algunos de los pocos que se animaron fueron los diputados del Movimiento de Participación Popular Sebastián Sabini y Alejandro Sánchez, y Federico Graña, integrante del Comité Central del Partido Comunista del Uruguay.

“Es un encuentro fuera de la estructura. Una paradita en el medio de la campaña”, dijo Ivonne Passada. El objetivo: que la política vuelva al boliche. “Amo los boliches. Me formé en los boliches. Cuando salí de la cárcel, me impactó ver que ya no había listas de boliches para ir”, dijo, a su turno, la senadora Topolansky.

El intercambio comenzó tras un repertorio musical de Prada y Kramer que cerró con una disparadora versión de “País de las maravillas”, que más tarde dio lugar a intervenciones que asociaban a “las brujas del desencanto” de sus versos con el futuro de Uruguay y la preocupación de qué sucedería si el FA perdiera las elecciones. “¿Por qué nos está siendo tan difícil, después de un proceso tan transformador? Las mujeres tenemos muchas posibilidades, tenemos que poder tomar alguna acción, desmontar las barbaridades que se dicen, tirar la caña más lejos para pegar un batacazo en la primera vuelta, porque tenemos claro que [perder] sería una tragedia para Uruguay”, planteó Kechichián.

La directora de Acondicionamiento Urbano de la Intendencia de Montevideo, Eleonora Bianchi, señaló que hace falta una “síntesis política” de lo realizado durante los dos últimos gobiernos. “No logramos convencer de que hemos ofrecido una opción distinta; pareciera que estamos lejos de la gente”, señaló. Otras ideas que surgieron para “sumar votos” es hacer campaña en boliches gay. “Es una manera distinta de hacer política. Lo venimos haciendo y funciona, pero yo creo que algunas mujeres también tendrían que animarse a hacerlo”, propuso Graña.

Rondán aseguró que “hay que ir a buscar a los batllistas”. “Es mentira que los que están con José [Amorín] están con Pedro [Bordaberry]. Es una minoría silenciosa; los batllistas saben quién es Pedro. Ésa es la forma de lograr una mayoría parlamentaria que le permita a [Tabaré] Vázquez gobernar tranquilo. Nosotras podemos hacerlo”, sostuvo.

Aunque la campaña tuvo un lugar importante en el ida y vuelta, la consigna inicial de la convocatoria invitaba a reflexionar acerca de “cuál debe ser el rol de las mujeres en el futuro inmediato” y “generar insumos que nos lleven a vivir en una sociedad más justa e igualitaria”.

En ese sentido, Sánchez puso sobre la mesa el tema del Sistema Nacional de Cuidados, la primera medida anunciada por Vázquez el día de las elecciones internas. “Yo creo que no es tan así, que pueden criar, trabajar, cocinar y además hacer política. Lo hacen, pero no puede hacerlo un solo ser humano”, señaló.

Las dificultades de las mujeres en los lugares de participación y en el acceso a los cargos de poder protagonizaron una parte del encuentro. “Reivindico la pelea de la mujer. Fui de la generación de la minifalda; había que usarla para pelear. Si no peleás, no llegás. Cuando las mujeres nos ponemos en pie de guerra la cosa cambia”, alegó Topolansky. Ana Prada contó: “Yo quería ser hombre para ir a un bar y para poder hablar en pedo. Hace cinco minutos históricos que podemos, un poco, trabajar de otra cosa que no sea secretaria bilingüe o azafata. Nos han educado para pelear entre nosotras como brujas. Es natural que surja el aquelarre, como dicen… El timing del habla es reciente para nosotras. Tenemos 5.000 años de historia en silencio y de servir la copa de vino para quienes hablaran. Miren hoy: puedo servírmela, tomar y hablar”, reflexionó.