Uruguay debería gastar cuatro veces más en investigación y desarrollo para acercarse al nivel de los países más avanzados, concluye un estudio denominado “Innovación en Uruguay: diagnóstico y propuestas de política”, elaborado por la Red de Economistas del Mercosur con el apoyo de la fundación Astur. El informe evalúa positivamente el aumento del gasto público en I+D (investigación y desarrollo), que se duplicó entre 1999 y 2011. También destaca la creación de mecanismos institucionales como la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) en 2005 y la elaboración de un Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en 2010. “El rol de la ANII da la pauta de un cambio significativo en el esquema de financiamiento público de la I+D, que pasa desde un modelo de transferencias presupuestales directas a un modelo competitivo en que las instituciones concursan por el apoyo financiero. Dicho cambio de modelo constituye un avance en materia de desarrollo institucional, puesto que sigue las mejores prácticas internacionales”, destaca el estudio.

Pero la inversión realizada aún es insuficiente, a juicio de los investigadores de la Red. “Mientras Uruguay destina sólo el 0,43% del PIB [Producto Interno Bruto] en gasto en investigación y desarrollo, dicho indicador es de 2,51% para el promedio de los países de la OCDE [Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos]”, advierten. Uruguay tampoco sale favorecido en la comparación regional. Como factores que explican la baja inversión en innovación, los economistas mencionan la “baja participación en la estructura productiva uruguaya de sectores dinámicos, que son precisamente aquellos con mayores necesidades de invertir en innovación”. El bajo grado de complejidad de la estructura productiva daría cuenta de 35% del déficit de inversión en I+D por parte del sector privado, estima el estudio. “La falta de capital humano también da cuenta de parte de la brecha, pero su relevancia es bastante menor que en el resto de América Latina”, continúa. En cambio, “la falta de desarrollo financiero” juega “un rol relativamente más fuerte que en los otros países de la región” como factor explicativo de la falta de inversión en la materia.