En Las Piedras se respiraba optimismo. Los resultados de las encuestadoras publicados el miércoles hicieron suponer a la militancia nacionalista que el principal objetivo de la primera vuelta está por cumplirse: que el Frente Amplio (FA) no obtenga mayoría parlamentaria. “Ganamos en segunda vuelta, seguro”, comentaba en el sector dedicado a dirigentes y a la prensa un dirigente de la Concertación Republicana Nacional, el sector que comanda el senador Jorge Saravia. Tanto el presidenciable nacionalista, Luis Lacalle Pou, como su compañero de fórmula, Jorge Larrañaga, lo dieron como un hecho. “Ningún partido va a tener mayoría a partir del domingo”, aseguró Larrañaga, aunque el cambio de legislatura se completará efectivamente el 15 de febrero. Lacalle Pou esbozó algo más elaborado: “A partir del 26 de octubre en Uruguay va a renacer una forma de relacionarse que les va a hacer muy bien no sólo a los representantes del pueblo sino sobre todo a la gente”. “Dado que la ciudadanía no le va a dar la mayoría a un solo color, nos va a obligar a los políticos a conversar”.

En una ciudad teñida de nacionalismo para la ocasión, la gente cubrió dos manzanas del centro de Las Piedras. El colorido de la multitud era impresionante. El merchandising no faltó a la cita: además de afiches con los típicos carteles de “Por la positiva” o de las listas del Partido Nacional (PN), desde la organización se repartieron banderas de Uruguay que ayudaron a darle color al espectáculo. Sobre la plaza principal de Las Piedras abundaban negocios de venta de productos nacionalistas, al punto de que una mujer vendía banderas, pegotines y hasta globos con la cara de Lacalle Pou y la de la esposa del ex senador Julio Lara, Silvia de Borba, candidata a diputada por la lista 400. En esa esquina, dos señoras mayores, presumiblemente frenteamplistas, discutían con una joven que vestía un gorro de la lista 2014, encabezada por Larrañaga: “¿Mi hijo tiene que respirar el olor a marihuana en las plazas?”, decía la joven. Una de las mujeres le contestó que el humo de la marihuana no le iba a hacer mal en el aire, a lo que la otra señora agregó que quien tomaba droga era Lacalle Pou. Luego la chica del gorro de Larrañaga habló de seguridad y una de las señoras le insistió en que el candidato nacionalista hablaba sin saber nada, y le recordó que había dicho que se podía detectar a un adicto a los cinco años de edad. “¿A vos te parece que eso es posible?”, le preguntó la señora.

La positiva y el final

Durante su discurso Lacalle Pou buscó dejar en claro su actitud “por la positiva”, a tal punto que repitió las palabras de una de las publicidades que se emitían durante su campaña previa a las elecciones internas: “No venimos a sacarle las mayorías al Frente Amplio [FA], venimos a gobernar ahora y a gobernar bien”. “No se trata de sacar a nadie, sino de venir, modificar, cambiar. No es porque los otros sean malos, es porque queremos ser mejores”.

No obstante, tampoco se privó de formular críticas: “Nos probaron en el temple; nos llevaron la positiva hasta el precipicio; trataron de encontrar lo que no existe, que era la división en nuestras entrañas; trataron de encontrar el insulto, que hemos dejado de lado hace muchísimo tiempo porque no creemos que ustedes merezcan esa falta de respeto”. También hizo énfasis en la necesidad de que exista un gobierno que una a los uruguayos: “Toda nuestra actividad política ha estado dirigida a no tener roles ni posiciones antagónicas ni reaccionarias. Quizá eso haya sido lo que a más de uno le sorprendió, acostumbrado a la dialéctica de bueno contra malo, rico contra pobre, patrones contra obreros, y nunca entendieron que de alguna manera todos nos cruzamos, nos queremos y nos necesitamos”.

Durante el resto de su discurso recorrió los principales temas que ha priorizado el nacionalismo: sostuvo que en la educación los docentes serán “nuestros grandes aliados”; destacó que la inseguridad afecta más a los más pobres; observó que existe una alta tasa de suicidios que están “cargados de una depresión que no se detectó en la escuela, en el liceo o en el lugar de trabajo, por lo que hay que darle un abordaje solidario y de mayor cercanía”; habló de la cantidad de siniestros de tránsito y de las víctimas de violencia doméstica. Por último, criticó el programa del FA porque “dice que es posible que revise la edad de jubilación; nosotros decimos que eso no se va a tocar”.

Empezó y terminó el discurso visiblemente emocionado. En sus manos llevaba el libro Viaje al optimismo, de Eduardo Punset, y una bandera de Uruguay. “El partido es nuestro medio y éste es nuestro fin”, dijo, en referencia a la bandera. ■