Quien casual o intencionalmente haya visitado el Cabildo de Montevideo en los últimos meses -uno de los edificios coloniales más destacados de Montevideo, declarado Monumento Histórico y construido en 1804-, se habrá encontrado allí con una yuxtaposición diversa de trabajadores y obras en proceso. Junto a la refacción de una parte del edificio histórico y la reactivación de su funcionamiento como museo y archivo, iniciadas tras el convenio entre la Intendencia de Montevideo y el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, tiene lugar desde finales de setiembre el proyecto Cabildo en residencia.
Contando con exposiciones permanentes y transitorias y con el Archivo Histórico de Montevideo, las nuevas autoridades del Cabildo de Montevideo buscan realizar propuestas museográficas innovadoras, proponer espacios dialógicos y diseñar curadurías que promuevan en el público la reflexión en torno a distintos ejes conceptuales, visibilizando conflictos y generando conocimiento acerca de la construcción de narrativas históricas.
Coordinado por artistas del proyecto La Casa, Cabildo en residencia propone un diálogo entre “el acervo colectivo, el histórico, el imaginario, el archivo personal y sus diversos abordajes en la producción de obra”. El proyecto consiste en una residencia artística de tres meses que abarca las salas 1, 2 y 3 del edificio y está compuesto por diversas actividades abiertas al público. Entre ellas ya han tenido lugar conversatorios, como llaman a los encuentros para dialogar sobre temas vinculados a la creación, dispositivos disidentes de creación, consistentes en encuentros de composición espontánea, exposición de trabajos en proceso de Gustavo Tabares, así como prácticas performáticas, que en una dinámica próxima al ensayo, son coordinadas por Mariana Marchesano y Patricia Mallarini con los residentes invitados.
Red de contaminaciones
Obreros de la construcción, grupos de escolares, funcionarios de la institución, visitantes que en ritmo lento y desparejo pero firme ingresan al edificio, archivos poco visitados, piezas de colección relacionadas a la historia uruguaya, pianos, cuadros en refacción, mates y termos, chapas, herramientas, escombros, bustos en restauración o definitivo proceso de destrucción, artistas residiendo, llegando, saliendo en intermitentes turnos variantes día a día.
Si las metodologías creativas y formatos estéticos de este proyecto divergen de los habituales en danza -que en general consisten en trabajo de estudio a puertas cerradas con la presentación al final de una propuesta acabada- el equipo de trabajo de Cabildo en residencia es un híbrido en sí mismo. Además del cruce de disciplinas y lenguajes, esto tiene como consecuencia el encuentro de cuerpos con informaciones y corporalidades diversas, entrando en relación a lo largo de las diferentes prácticas que se proponen durante los ensayos. Habitando un espacio que desborda informaciones del pasado y hace crecer archivos del presente, los residentes samplean términos y metodologías propios de las artes visuales con modos de producción, relación y comunicación próximos a las artes vivas, como la performance, la danza o el teatro. De esta forma, se configura un proyecto difícil de clasificar en términos estilísticos, aunque pasible de ser descripto con una palabra: investigación.
El proyecto parte de la invitación que Mariana Marchesano, Patricia Mallarini y Gustavo Tabares extienden a Nicolás Parrillo, Adriana Belbussi, Javier Olivera, Eugenia Silveira, Daniel Jorysz, Florencia Lucas, Leonor Chavarría, Darío Lima, Tamara Gómez, Daniela Pássaro, Maite Asambuya, Valentina Bolatti, Federico Arnaud, Andrés Rinderknecht, Santiago Tavella, Gustavo Jauge, Chumbo Sosa, Alejandro Turell, Daniel Pena, María Tabares, Leticia Falkin, participantes de Okuparia (Andrea Ghuisolfi, Carolina Oggiani, Clara Barone, Martina Gramoso, Melissa Ferreira, Rocío Hernández, Sofía Lans, Tiago Rama, Victoria Menéndez) y estudiantes del Taller Marte.
Si la convivencia e interacción del colectivo entre sí y con otros habitués del lugar es una clave para comprender cómo se desarrolla este proceso, podríamos decir que su interés también está en las propiedades que emergen del encuentro. Con una lógica de trabajo que va incorporando las informaciones que surgen en el transcurso de una temporalidad dilatada a lo largo de semanas, Cabildo en residencia encara los roles de director, colaborador y público desde un enfoque que abre experiencias diversas e impredecibles hasta para sus propios coordinadores.
Las metodologías se van organizando en el correr de las prácticas y encuentros y esto es habilitado por el formato de trabajo, que no apuesta todas sus fichas al “producto final”, sino que considera todas sus etapas como partes igualmente significativas de la investigación.
Marchesano y Mallarini contaron a la diaria que “De acuerdo con el objetivo de ensayar una metodología fundamentada en las disposiciones y en las disponibilidades, el calendario de encuentros fue armado a partir de las posibilidades horarias de los convocados”. Las presencias de los colaboradores varían a lo largo de la semana y eso genera “una graduación de intensidades y formas de estar, pasando a ser la ausencia (de personas, de información) un input clave en la construcción de contenidos. A esto se suma el espesor histórico del edificio del Cabildo, que refiere inmediatamente a símbolos y construcciones identitarias, mapas, banderas, escudos, muertes, mitos y paisajes fundacionales”.
Abriendo con vivencias
Si la apertura e intercambio con el público tienen gran importancia para el modo en que el proceso se desarrolla, la convivencia es un plano de composición clave para la creación e investigación que tienen lugar en Cabildo en residencia. Cuentan sus coordinadoras: “Además de las actividades con convocatoria a público en general y la expresa visibilidad y apertura del proceso creativo puesto en un espacio público institucional, se van generando otras dinámicas ‘internas’ de relacionamiento con los propios funcionarios del Cabildo, que determinan otras performatividades y nuevas densidades de presencia. Estas experiencias se van entrelazando en el proceso de creación, generando nuevas preguntas y posibilidades escénicas abordadas desde lo real.”
Nubes de información, copyleft, patterns, lo documental, lo anónimo, zonas de opacidad y las contradicciones en el concepto de civilización son otros conceptos y sensibilidades claves para un proceso que permanece abierto al público durante todas sus fases. Su temporalidad se aproxima más a una instalación que a una obra de danza con claro inicio y fin, y las invitaciones para acercarse hasta allí continúan hasta diciembre. El martes 18 de noviembre a las 19.00 tendrá lugar la actividad “Otro Tavella & Los Embajadores del buen gusto en Cabildo en Residencia”, mientras que el viernes 5 y sábado 6 de diciembre a las 13.00 se realizará la presentación de las prácticas performáticas, seguidas de una apertura del proceso de creación con fiesta, el domingo 6 a partir de las 14.30.
Todas las actividades son con entrada libre, y vale la pena aproximarse para ver a los artistas en obra y a los archivos, que contienen preciosos antecedentes del colectivo artístico residente y de los acontecimientos sucedidos en el edificio que les da lugar.