“La innovación es un fenómeno multidimensional de cara no sólo al abordaje teórico sino también al de diseño de políticas, porque la innovación fundamentalmente se ha visto en América Latina -incluso acá en Uruguay-, exclusivamente asociada al fenómeno económico y al sujeto empresarial”, expresó. Sierra cree que hay “otros sujetos” entre los que incluye a las empresas públicas, el sector cooperativo, los agricultores familiares e incluso “ciudadanos que diseñen soluciones innovadoras para afrontar algún problema”.

Para el técnico no sólo hay que contemplar la dimensión económica o la productividad, sino también la sustentabilidad ambiental y la inclusión social. “Hay soluciones innovadoras que te pueden disminuir el impacto medioambiental y que no necesariamente generan un retorno económico, pero consideramos que son innovaciones, como el Plan de Uso y Manejo Responsable de Suelos y la experiencia del Manejo Integrado de Plagas”, explicó.

Sierra contó que para controlar un gusano que afecta al sector frutícola del sur del país, se desarrolló una técnica de “confusión sexual” mediante la liberación de feromonas en el ambiente que produce que “macho y hembra no se encuentren” y, en consecuencia, hubiera una disminución de la “población de la plaga”. Esta técnica permite reducir la aplicación de plaguicidas químicos “de diez a dos”.

En cuanto a la inclusión social, Sierra destacó la trazabilidad del ganado como un ejemplo en el que “se universalizó” una tecnología y alcanzó a todos los productores. También hizo hincapié en la política de distribución de tierras llevada adelante por el Instituto Nacional de Colonización entre “pequeños productores, agricultores familiares y asalariados rurales”. “Nos parece que es una política de diseño innovadora en el país. Como dijo el presidente José Mujica en La Estanzuela: es la reforma agraria posible en el contexto del Uruguay de hoy”, dijo Sierra. Luego, el ingeniero agrónomo repasó algunos de los logros de la innovación en materia económica, como la productividad del arroz, que “es de las más altas del mundo, con ocho toneladas por hectárea”, y el salto “espectacular” del cultivo de soja, que pasó de ocupar una superficie de 8.000 hectáreas en 2000 a 1.300.000 en la actualidad, con una productividad de 2.400 kilos por hectárea. “Pero el tema de la soja es crítico porque impacta en las otras dos dimensiones: en la sustentabilidad y en la inclusión social. Está habiendo un fuerte impacto ambiental, con una fuerte erosión de los suelos, contaminación de agua y resistencia en plagas”, advirtió.

Capturar valor

Sierra dijo que el agro tiene que seguir agregando y capturando valor “en un tejido nacional uruguayo, y, cada vez más, con incorporación de ciencia, tecnología e innovación”. “Me parece que si el agro incorpora o no valor es una mala dicotomía. El agro incorpora valor aunque traiga genética de Monsanto o fertilizantes importados. Lo que planteo es que hay que capturar ese valor en un tejido nacional con procesos, servicios y productos que si pueden ser intensivos en conocimiento, mejor”, manifestó. Mencionó como ejemplos “interesantes” la genética desarrollada por el INIA en “el área de los bioinsumos y de los bioplaguicidas”. “Hay una experiencia bien interesante con el Rhizobium, que es una bacteria que se incorpora a las semillas; por ese mecanismo la planta fija biológicamente el nitrógeno, y de esa manera evitamos importar 500 millones de dólares en fertilizantes nitrogenados”, explicó. Otro ejemplo es el que desarrolla el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas en Pando, donde se está “generando piel artificial a partir del colágeno del tendón de bovino”, que sirve para el tratamiento de personas quemadas o lesionadas. Sierra opinó que es necesario desarrollar “una agricultura de precisión o agricultura por ambientes” mediante “aplicaciones informáticas que combinan bases de datos de clima, suelos y productores”. “Ya no se hablará de regiones ni de territorios, sino de ambientes, que son algo más homogéneos, y donde aplicás riego, fertilizantes o insumos adecuados a un contexto muy particular que tiene condiciones similares, lo que te debería dar mayor eficacia y eficiencia”, agregó.

Otro de los aspectos que Sierra cuestiona es el de “ver al agro exclusivamente como productor de alimentos”. Si bien Uruguay producía en 2004 alimentos para nueve millones de personas, hoy lo hace para 30 millones y se prevé que llegará a abastecer a 50 millones. El sector “produce bioenergía, biocombustibles, biopolímeros, vacunas, genera cultivares, y saber hacer y capacidades en las personas”. “Ahora, con la cooperación sur-sur y que Uruguay va a pasar a ser un país de renta media y alta, van a venir distintos países a pedir colaboración. Estas capacidades y las personas que las han desarrollado pueden ser un mecanismo para vender o intercambiar servicios tecnológicos. Yo te enseño la trazabilidad y negociamos por gas o por la apertura de un mercado. Hay que hacer de la tecnología un producto exportable y valorizable”, explicó.

Las 3T

Sierra también insistió en la creación de un Sistema Nacional Coordinado e Integrado de Extensión Rural, Asistencia Técnica y Co-Innovación. Considera que la ciencia, la tecnología y la innovación “pueden ser un motor de igualdad, pero también un profundo motor de desigualdad”. “La tecnología no es neutra. En el proceso de creación influye mucho qué actores intervinieron y qué accesibilidad tendrán los actores en el momento del uso. Si hago una tecnología cara o no accesible a los pequeños productores, estoy fortaleciendo a los sectores que tienen mayor capacidad económica. En el diseño de la ciencia, la tecnología y la innovación tengo que contemplar cómo voy generando poderes y capitales en aquellos sectores que no los tienen”, expresó. Para eso hay que generar políticas crediticias, asociativas y organizativas, “para generar escala o acceder al mercado interno, externo o exportar en volumen”, en un marco interinstitucional y multidisciplinario, agregó. Para Sierra, hoy el sistema está “muy fragmentado y disperso”, y aunque hay “mucha gente en territorio y muchos recursos”, no hay “articulación”.

Expertos internacionales demostraron que en el mundo los polos de I+D atractivos combinan lo que llaman las 3T: tecnología, talento y tolerancia. “Es la combinación de la generación de capacidades tecnológicas, de retención y atracción de talentos y la generación de espacios donde haya libertad, buena onda y una atmósfera para la creatividad. Todo lo contrario a los espacios rígidos, dogmáticos. Se habla de ecosistemas innovadores, y respecto de eso destaco la estabilidad política y la confiabilidad del país”, explicó.

Finalmente, Sierra dijo que para todo lo anterior se necesita “inversión”. Destacó que en 2005 Uruguay invertía 0,21% del Producto Interno Bruto (PIB) en innovación; en 2011 subió a 0,45%, con un PIB que creció, y ahora “hay un compromiso de los cuatro partidos políticos con representación parlamentaria de llegar a 1% del PIB para ciencia, tecnología e innovación al final del próximo período”. “Creo que hay una apuesta grande”, concluyó.