Este es uno de los días más dolorosos de mi vida política. Hoy doy por cerrada la etapa de mi pertenencia a Vamos Uruguay.

En las últimas semanas se me ha acusado de ser desleal, traidor, oportunista o cobarde. Han existido adjetivos para todo gusto y todo ello ha ocurrido bajo la pasividad o beneplácito, por decir lo menos, del Dr. Bordaberry.

En este sentido es que corresponde, por el respeto que me merece la ciudadanía, que deje constancia por escrito la peripecia política que se ha desencadenado en estos hechos tan lamentables. El “negro sobre blanco” no permite especulación alguna ni maniobras políticas malintencionadas.

Apoyé al Dr. Bordaberry aún mucho antes de la existencia de Vamos Uruguay, por tanto sin dudas que me considero no solo fundador de Vamos Uruguay sino propulsor de la existencia de este espacio político que tanto ha cambiado. Ya en aquel entonces, a Pedro y a mí, las estructuras tradicionales, nos tildaban de traidores y desagradecidos simplemente por querer hacer algo diferente a los grupos mayoritarios.

En el año 2008 declare públicamente al semanario Voces del Frente (actualmente Voces) en primer lugar y luego en sucesivos medios de prensa y a todos mis compañeros del sector que estaba a favor de la despenalización del aborto; que estaba a favor de la legalización de la marihuana y que era un férreo opositor al concepto de familias ideológicas y todo lo que se podía relacionarse con “lo rosado” (aún ni se vislumbraba el Partido de la Concertación).

Nadie, absolutamente nadie puede afirmar que mis posiciones son oportunistas o que las he ido acomodando según mi conveniencia coyuntural. Todos estos temas que me han traído diferencias con el Dr. Bordaberry, él y todo el Partido las conocen desde mucho antes que fuera electo diputado por primera vez.

Mi lealtad la he demostrado a cabalidad cada vez que el grupo ha tomado decisiones orgánicas: en este sentido me retire de sala a efectos de cumplir con la disciplina sectorial en el caso de la despenalización del aborto (cuando sigo considerando que era un tema de conciencia); respete la disciplina sectorial cuando se me negó votar la legalización de la marihuana. Cumplí también cuando se decidiera que era posición del sector conformar el Partido de la Concertación en una Asamblea de dudosa representación en casa de Galicia. He aceptado y acatado las reglas de juego siempre. Pero NUNCA RENUCIE NI RENUNCIARE A DECIR LO QUE PIENSO, eso es innegociable y no está en discusión bajo ninguna circunstancia.

Ahora, como dije, he sido tildado de traidor y desleal por dos hechos: en primer lugar, expresar firmemente que no estuve de acuerdo en que el Dr. Bordaberry compartiera estrado en el bunquer de Lacalle Pou la noche del 26 de octubre y, en segundo lugar, por reunirme con el Dr. Tabaré Vázquez al cual no apoyo, no votaré y recomendaré fervientemente no ensanchar su legitimidad proponiendo a ese fin el voto en blanco.

Desconozco por cual causa es que el Dr. Bordaberry olvida lo que exprese en la reunión de la noche del 26 de octubre ante más una decena de testigos. En una primera instancia, fundamenté lo inconveniente de realizar cualquier acción con el Partido Nacional con tanto apresuramiento esa misma noche y utilice la expresión “me rechina”. En una segunda instancia mucho más breve, de segundos, solo dije que el Dr. Bordaberry a título personal podría hacer lo que quisiera. El Dr. Bordaberry omite completamente lo que fue el punto fuerte de mi opinión y solo recuerda convenientemente para sustentar sus posiciones la parte final.

En todo caso, me parece lo suficientemente evidente que mi postura sería esa y lo saben los participantes de la reunión, el Dr. Bordaberry y yo. Además, mis declaraciones hicieron referencia al penoso papel de participar como actores de reparto en un acto del Partido Nacional.

Días después, fundamentado en una realidad parcializada, antojadiza y falsa, se montó un show inquisidor en Flores, liderado por un Bordaberry con una actitud que no quisiera calificar, pero con el claro fin de amedrentarme para que abandonara Vamos Uruguay.

Luego se me atacó por mantener una reunión con el Dr. Vázquez cuando hoy vemos que otros dirigentes de Vamos Uruguay hacen lo mismo y no son atacados con tal organización y vehemencia. ¿Será que se ataca a quien no integra ningún círculo de poder económico y político, y se contempla a quienes sí lo integran? ¿En eso se ha convertido Vamos Uruguay?

Vamos Uruguay se fundó como una nueva forma de hacer política, el nuevo partido colorado, estos eslóganes en algún momento reflejo de un sentimiento político, hace tiempo que ni se mencionan, han desaparecido expresamente.

Muchas veces le manifesté al Dr. Bordaberry mis temores con el rumbo que tomaba la organización, incluso lo alerté de lo contradictorio de su accionar; no podíamos ser la nueva forma de hacer política y al mismo tiempo reclutar activamente a los que el propio Bordaberry señalaba como los más auténticos exponentes de la vieja forma de hacer política. Bordaberry lo sabe porque lo hice en muchas ocasiones y por escrito.

Es notorio que aquél sector que albergaba y fomentaba en sus inicios la libertad de expresión del pensamiento y la tolerancia hacia el que piensa distinto ya no existe, es historia. Si ser leal significa tener amordazada las ideas y decirle al líder todo que sí, obviamente no pertenezco ni perteneceré nunca a esa categoría. Buscaré en mi Partido Colorado otro camino en donde la lealtad se asemeje a mi concepción de la misma y en el que al decir del verso criollo “no tenga que cabrestearle al patrón”.

No he cambiado en nada, siempre he dicho lo que pienso, quien ha cambiado ferozmente es Vamos Uruguay y el Dr. Bordaberry.

Ahora, culminado el proceso electoral y habiendo obtenido un pobrísimo desempeño, no voy a permitir que se me quiera utilizar como chivo expiatorio, en un intento por escapar de las responsabilidades que le corresponden a quien tiene el liderazgo del sector y del Partido.

Es por todo esto, entre otros elementos, que he resuelto abandonar Vamos Uruguay y emprender una nueva etapa de mi vida política en el Partido Colorado. Me juego a la libertad, a la verdad, a la grandeza de espíritu y a la esperanza. Prefiero no seguir enredado en falsedades o autoritarismos.

Como decía Amilcar Vasconcellos, “hay un valor que vale mucho más… aunque pueda temblar el cuerpo y vacilar la carne: el valor moral de defender una idea. Un hombre que defiende una idea es invencible…” Con ese valor y con esa convicción emprendo un camino difícil, lo sé. Pero hay cosas que no deben tolerarse por dignidad personal, por el bien del Partido y por la nobleza de la actividad que desempeñamos.

El Partido Colorado está en su peor hora. Las responsabilidades son compartidas y las asumimos en nuestra cuota parte. Sin perjuicio, de las enormes diferencias políticas que tienen como corolario este episodio final, espero que el Partido Colorados nos encuentre a todos con nuestras máximas energías desde el lugar que cada uno elija trabajando por lo mejor del Partido y de nuestro País.

Por mi parte, cuenten con eso, ya que éste es mi punto final a toda esta situación. Concentraré todas mis energías en la reconstrucción de nuestra colectividad política y fundamentalmente en representar lo que siento que debemos representar; el escudo de los más débiles.