El candidato nacionalista había anunciado en el acto del cierre de campaña que antes de votar iría a Santa Lucía a conocer a su ahijada, tras recorrer brevemente otras dos localidades canarias: Cerrillos y Aguas Corrientes. Llovía sin parar y Nicolás Bracco, padre de Bianca, la ahijada, expresó que si no hubiera sido así se habría llenado de gente “para saludar a Luis”, amigo suyo desde los 18 años. Los cuadros de su estudio daban cuenta de esa amistad y del paso del tiempo transcurrido, así como la afición del dueño de casa por el Partido Nacional: las paredes estaban llenas de cuadros nacionalistas, un póster gigante de Luis Alberto Lacalle y otro de Aparicio Saravia, a quien llevaba tatuado en el brazo derecho. La pequeña nació el 2 de octubre y el padre estaba decidido a bautizarla Bianca Victoria Nacionalista, pero su madre consultó al candidato y éste le dijo que era un tanto delirante, algo que confirmó la funcionaria del Registro Civil, por lo que la niña lleva sólo un nombre. Luis Lacalle Pou saludó a su ahijada y a la familia, la madre mostró con orgullo el cuarto rosado y, sobre la cama, el peluche que él le había enviado de regalo.

El cuarto de votación en el liceo Guadalupe de la ciudad de Canelones estaba atiborrado de cámaras y micrófonos de medios nacionales e internacionales. Lacalle votó sonriente y atendiendo a los cientos de flashes que lo demandaban. Expresó estar en calma, contó que el sábado llamó a Jorge Batlle, Julio María Sanguinetti, José Amorín y Pedro Bordaberry, porque “uno tiene que ser agradecido”. Pese a la lluvia, allí estaban sus seguidores, aunque muchos menos que en octubre. Algunos se presentaban por primera vez, a otros él los saludaba por su nombre, les palmeaba la espalda y les aconsejaba: “Sigan luchando”. Saludó a uno de los delegados frenteamplistas, quien le respondió deseándole “mucha salud”.