-¿Cuáles son los principales obstáculos para el desarrollo de empresas autogestionadas?

-Ahora disponemos de algunos estudios empíricos para Uruguay que son consistentes con lo que se ve en otros países, y que concluyen que las empresas autogestionadas tienden a tener tasas de sobrevivencia iguales o incluso superiores a las de las empresas de capital. Esto se daría por algunas ventajas vinculadas a cómo gestionan el empleo y las remuneraciones; tienden a tener un empleo más estable y mayor flexibilidad para manejar las remuneraciones. También tienen formas de organización del trabajo más innovadoras y menores ratios de supervisión, o sea, deben dedicar menos recursos a vigilar que los trabajadores trabajen, porque se elimina el conflicto de interés entre empleados y propietarios. Esto traslada el foco de interés hacia entender por qué se forman pocas. Ahí hay varias explicaciones. La tradicional tiene que ver con la falta de capital de los trabajadores, que tienen dificultades para acceder a crédito, porque en general en el mercado de crédito convencional se requieren garantías. Un profesor mío del Doctorado decía que los bancos les prestan a quienes ya tienen dinero; no necesariamente financian proyectos productivos viables sino con garantía de repago. Otras explicaciones apuntan a las dificultades que tienen los trabajadores para organizarse en esa fase emprendedora. Es difícil, por ejemplo, en los procesos de recuperación de empresas, que en el grupo permanezcan juntos los trabajadores administrativos con los trabajadores de planta; en general el núcleo duro son los trabajadores de planta.

-Señalabas que las empresas autogestionadas tienden a mantenerse igual o más que las de capital. Sin embargo, uno de los cuestionamientos más habituales es respecto a su viabilidad. ¿Por qué?

-Creo que hay mucho de mitología en cuanto a eso. Sobre las empresas convencionales no recae un cuestionamiento en cuanto a su viabilidad; sin embargo, todos los años nacen y mueren empresas. Justamente por tratarse de una potencial alternativa, las empresas autogestionadas están bajo la lupa en cuanto a su viabilidad, pero no tienen tasas de fracaso mayores. Por supuesto tienen dificultades, y de su correcta identificación se derivan las políticas. Y por supuesto que detrás de cualquier apoyo financiero tiene que haber un análisis de viabilidad.

-¿Cómo analizás en ese sentido el funcionamiento del Fondes?

-El Fondes es la gran novedad en términos de políticas fuertes de apoyo a este sector de empresas. Tiene una justificación económica: las fallas del mercado de crédito convencional. Es una política de sostén del sector autogestionado que es imprescindible y que debería consolidarse. Luego, hay elementos del Fondes que quizás requerirían diseñarse con más cautela y con más solidez en una próxima etapa. Me parece que la característica que asumió el Fondes en esta primera etapa no es sostenible en cuanto al tipo de empresas que se ha apoyado. La cartera del Fondes está extremadamente concentrada en empresas recuperadas, empresas convencionales que fracasaron financieramente. Esta modalidad es minoritaria en el Uruguay; son algo así como la cuarta parte de las empresas autogestionadas en Uruguay. El resto son empresas nacidas de cero. Por tratarse de empresas recuperadas, tienen fragilidades propias. Si había factores estructurales que supusieron la inviabilidad de la empresa previa, no hay razones para pensar que esos factores no sigan operando, especialmente factores de mercado. Lo que debería hacerse en esta segunda etapa del Fondes es pensar en términos estratégicos en qué tipo de sectores estas empresas tienen mayores probabilidades de éxito, y apostar los recursos con base en ese plan estratégico. Hay estudios que indican qué características sectoriales y qué perfil de trabajadores dan una mayor probabilidad de éxito a estas empresas. No sé si este modelo de financiar empresas recuperadas extremadamente grandes es sostenible, me parece que hay que pensar en una diversificación del perfil que se apoya.

-En cuanto a las políticas para el surgimiento de nuevas empresas, ¿cuáles son recomendables además del financiamiento?

-Servicios de apoyo a los procesos de formación; podrían ser incubadoras, o simplemente servicios de capacitación. Y formación de conglomerados. Los conglomerados son en el mundo la clave para entender los casos más exitosos, como el de Mondragón, precisamente porque tienden a generar una red de servicios comunes a todas las empresas, y eso reduce costos, genera economía de escala, y facilita el proceso de organización en la etapa de formación. También podría haber casos de transformación de empresas de capital en autogestionadas, pero no las que están en dificultades sino empresas convencionales saludables. Esto es algo que se está discutiendo bastante en Europa, donde hay empresas que, por distintos problemas sucesorios, los propietarios no encuentran formas de transferirlas. En Uruguay tenemos una especie de síndrome de acordarnos de la autogestión cuando una empresa está en la lona, pero no tiene que ser necesariamente así.

-¿El mecanismo de las compras públicas es válido como apoyo?

-Las compras públicas son un mecanismo válido para generar mercados cautivos para estas empresas, que tienen problemas de comercialización, pero deberían ser apoyos temporales, porque la idea es no generar una suerte de paternalismo estatal que termine posibilitando la vida de estas empresas artificialmente. Deben poder sustentarse y competir exitosamente con las empresas de capital, con apoyos iniciales pero después dejándolas que tengan una dinámica propia.

-En el FA hay distintas visiones respecto a la autogestión. Algunos consideran que estas empresas pueden constituirse en una alternativa al sistema capitalista y hay quienes no están convencidos de esto, y piensan que siempre van a ser experiencias marginales. ¿Cuál es tu opinión?

-Esas distintas posiciones existen. Creo que en las posiciones más escépticas respecto al Fondes y a la viabilidad de estas empresas hay en el fondo una visión de que este tema no es demasiado relevante, porque tampoco eso se inserta en una reflexión sobre cuáles son las transformaciones deseables de la estructura económica del Uruguay en un período de mediano y largo plazo.

-Estas posiciones no tendrían de hecho voluntad de alterar el actual sistema económico.

-No creo que haya objetivos explícitos de alterar la estructura de control y de propiedad de las empresas. De hecho, si mirás las propuestas más difundidas en la campaña, yo no veo cuáles son las líneas de consolidación del Fondes. En la campaña se habla del sistema nacional de competitividad, de la banca de desarrollo. No queda claro qué nivel de especificidad van a tener las políticas de apoyo a la autogestión en esas propuestas, y debe haber especificidad porque estas empresas tienen una microeconomía totalmente distinta. A menudo se las mete en la bolsa de las micro, pequeñas y medianas empresas, pero son fenómenos diferentes y requieren políticas distintas. Y respecto a la pregunta, si vos mirás la discusión más teórica sobre propuestas socialistas después de la caída del Muro, en general hay un gran acuerdo acerca de que cualquier implementación de tipo socialista debe tener al mercado como un elemento de organización de la economía, después del fracaso de la planificación central. Pero en muchas propuestas la unidad empresarial básica es la empresa autogestionada. Entonces, las políticas que se implementan también dependen de la imagen objetivo que uno tenga. Si uno tiene una visión donde estas empresas van a seguir ocupando un rol marginal, va a pensar apoyos desde la política social o desde la política laboral para atender situaciones puntuales. Si uno tiene una visión más de mediano plazo sobre el rol que pueden tener estas empresas, va a tener una visión de la política mucho más integral, donde se articulan distintos instrumentos pero donde hay una intención de atender la especificidad de estas formas de organización.