Margaret Sullivan, actual defensora de los lectores de The New York Times, cuenta que cuando fue confirmada en su puesto, recibió una llamada de felicitación por parte de Andrew Rosenthal, editor de las páginas de opinión del diario, quien concluyó la conversación con un “espero que me destroces”. Recordé esa anécdota hace unas semanas, en la primera reunión que tuve con Lucas Silva, el nuevo director periodístico de la diaria, quien toma la posta de Marcelo Pereira. Mientras intercambiábamos ideas y opiniones, me descubrí diciendo más de una vez “no te enojes con lo que voy a decir, pero…”. En cada una de las ocasiones, la respuesta fue la misma: “Esas críticas son justamente lo que quiero”.

Asumo la Defensoría del lector en una nueva etapa de este medio, con importantes cambios ya efectivos, como la nueva dirección periodística, y otros aún en gestación, que serán oportunamente comunicados. Por mi parte, considero pertinente una breve presentación personal, a modo de introducción para todos aquellos lectores a quienes representaré a partir de hoy.

Mi nombre es Daniela Couto, soy periodista freelance con estudios en Ciencias de la Comunicación, de a ratos editora y correctora de textos y responsable del sitio Cursos para/lelos (www.cursosparalelos.com), en el que durante varios años recopilé, en clave de humor, algunos de los errores de los medios de prensa nacionales. Durante el tiempo en que estuve a cargo de ese sitio, tuve la oportunidad de asimilar varias cosas referentes al oficio periodístico; a veces por las buenas, otras, no tanto. Es entendible que la crítica no sea bien recibida, mucho más si proviene de alguien que no trabaja en los medios y desconoce las respectivas dinámicas de cada uno de ellos. Afortunadamente, a lo largo de esos años -y en ocasiones por intermedio del sitio-, conocí a muchas personas que, con su mejor buena voluntad, me ayudaron a cambiar la perspectiva sobre algunos temas, supieron enseñarme los grises y demostrarme que, en el periodismo, cuando en muchas ocasiones alguien veía intencionalidad, generalmente sólo había desidia o distracción.

En lo relativo a este cargo, me resultó inevitable leer las experiencias de otros defensores, tanto de medios internacionales como las de mis antecesores en la diaria. La mayoría coincide en que uno de los principales problemas del cargo es alcanzar un nivel de participación del lector que permita el intercambio necesario para garantizar su derecho a obtener el mejor producto periodístico posible. Personalmente, quisiera asumir el rol del defensor del lector como una suerte de mediador, cuyo ejercicio muchas veces sea promovido por demandas concretas de los lectores y otras por simple actuación de oficio. Sobre este último proceder, mi intención es acercar el medio al público, ya sea informándolo sobre las dinámicas habituales de éste, cómo se marca la agenda diaria o por qué razón se prioriza una información sobre otra. Para ello, el propósito es utilizar las múltiples herramientas que existen en la actualidad para tal fin, principalmente en lo que se refiere a las redes sociales. Éstas, si bien muchas veces pueden terminar convirtiéndose en un arma de doble filo, permiten cierta retroalimentación entre los medios y sus lectores y habilitan la posibilidad de una respuesta más inmediata que otras dinámicas de antaño.

Como en toda actuación mediadora, habrá ocasiones en que los cuestionamientos del lector serán validados y otras en que, una vez atendidas las razones pertinentes, la balanza se inclinará a favor del medio. Por esta razón, el nombre del cargo muchas veces puede resultar engañoso, ya que a priori el lector asume que la defensa será parcial.

Ya sea por su propuesta periodística como por su sistema de venta, la diaria genera que sus suscriptores se sientan parte definitoria del proyecto. De hecho, esta columna no existiría si no fuera porque el medio eligió hacerlos partícipes de una votación en la que resulté electa. Pero muchas veces, esa horizontalidad en la relación provoca que el lector se sienta defraudado si sus expectativas en cuanto al contenido o la manera de abordar una noticia no son lo que esperaba. Por ello considero vital la mayor participación posible, tanto para transmitir descontentos como para generar un debate respetuoso para con el resto de los participantes, que permita que el proyecto que han apoyado sea el mejor producto que pueden recibir.

En pos de lograr ese objetivo, recibiré todas sus demandas, quejas, reparos y propuestas mediante la dirección de correo electrónico [email protected] o la casilla de correo de voz del número 2575 0052, en la que pueden dejar mensajes especificando su nombre, apellido y vía de contacto. En el correr de este mes, habilitaremos nuevas formas de comunicación, de las que los informaré en la próxima columna.