-¿Cómo caracterizaría la relación de los gobiernos de izquierda con la ecología?

-En el semanario Brecha, 15 días atrás, le hacen una entrevista a [el ex presidente del Instituto Nacional de Colonización, Andrés] Berterreche que para mí es un resumen de la actitud de la izquierda uruguaya hacia el medioambiente. Berterreche te dice, por un lado, que el medioambiente lo dejamos para después, porque siempre se arregla. Es la convicción de que con medidas de compensación y restauración, el medioambiente es algo que uno puede tocar de una forma muy profunda [pero] que siempre se va a recuperar, que no se pueden desequilibrar los sistemas hasta tal punto que no se pueda volver atrás. Esto va en contra de una inmensa literatura científica sobre el tema. Vos llegás a umbrales en cuanto a erosión y en cuanto a pérdida de biodiversidad después de los cuales es muy difícil volver atrás. Esa posición de decir que todo se arregla es una posición tecnófila, es de una mentalidad neoliberal pensar que mediante tecnologías ecológicas se soluciona el tema. Es grave la permeación de ideales neoliberales o tecnicistas que poco tienen que ver con lo social en cabezas de dirigentes de izquierda. Lo otro que decía Berterreche es que lo que le importa primero es lo social y la justicia antes que lo ambiental. Eso muestra que la izquierda no toma la cuestión medioambiental como algo que puede ser abordado desde la justicia. Hoy se sabe que quienes más padecen el deterioro ambiental son las capas de menos recursos en una sociedad. No son las elites en Argentina que son fumigadas de forma regular en las ciudades de la Pampa; es la gente que vive en los barrios periféricos, en los suburbios que están frente a los campos sojeros, la que padece el modelo sojero en cuanto a salud. Si se hace un balance en Montevideo de quién padece la contaminación del aire y del agua por basura, tenés una relación muy clara con la posición socioeconómica. Y que la izquierda no entienda que el ambiente es también una cuestión social, me parece muy sintomático.

-Por parte de las actuales autoridades se afirma, por ejemplo, que la ganadería contamina más que la forestación.

-Como siempre, estamos hablando de grandes rubros que son diversificados. Si vos comparás la forestación con la ganadería extensiva, claramente la forestación tiene efectos más profundos que la ganadería. Quizá no se puedan medir de la misma forma. Puede ser que la ganadería tenga efectos en la producción de CO2 [dióxido de carbono] que sean mayores, pero en cuanto a impacto sobre el suelo y sobre biodiversidad, claramente la forestación tiene un impacto muy profundo que no tiene la ganadería.

-En el libro habla de una visión neodesarrollista. ¿Cómo la definiría?

-Neodesarrollismo es el conjunto de políticas actuales de los países suramericanos, que por un lado bregan por la vuelta del Estado en la economía, dicen que el Estado tiene que ser un regulador fuerte, pero siguen apuntando al agronegocio. Ésa es una de las contradicciones fundamentales de los gobiernos de izquierda. El neodesarrollismo es hijo del neoliberalismo de los 90.