El domingo, las madres de los internos en el centro Ser de Colonia Berro fueron a visitar a sus hijos como todas las semanas, y se encontraron con que varias circunstancias habían cambiado, según relató un grupo de madres a su abogada, Sandra Giménez. Dos días antes se habían difundido denuncias de golpizas habituales y torturas a jóvenes en ese centro por parte de un grupo de no más de siete funcionarios. Los denominados “educadores” que se desempeñan en el centro son aproximadamente 15, que trabajan en tres turnos de cinco funcionarios cada uno, explicaron a la diaria desde el Instituto del Niño y el Adolescente (INAU).
Las denuncias fueron realizadas entre julio y noviembre por hechos más graves que los habituales -hubo dos familias que denunciaron el uso de una picana eléctrica en julio de ese año por parte de una funcionaria que luego fue trasladada-, pero los familiares sostienen que las golpizas son recurrentes hasta el día de hoy. Sobre fines de la semana pasada se anunció que legisladores de la comisión de Población y Desarrollo de la Cámara de Representantes visitarán el centro en mayo.
El primer cambio que notaron las madres el domingo fue que la visita no se desarrolló, como era habitual, al aire libre, sino en una sala que había sido pintada recientemente. Tampoco estaban allí los funcionarios que siempre las requisaban, sino otros que tuvieron con las familias “un trato mucho más amable”, relataron las madres. Uno de los que antes participaban en las requisas llegó de todos modos a intercambiar alguna palabra con las madres y les comentó que “aquí pasan cosas raras”. Una madre llevó un bidón de agua de cinco litros y jugos en polvo, porque el agua del centro tiene mucho cloro y algunos jóvenes tienen problemas de alergia. Según el relato de los familiares, habitualmente sucedía que los jóvenes eran golpeados cuando sus familias les llevaban gorros, remeras o incluso agua. En cambio el domingo, ante la pregunta de la madre respecto de si podía dejar el bidón de agua, el funcionario que la atendía le contestó: “Sí, no hay problema”.
Durante esta última semana, además, los jóvenes no fueron golpeados, como sucedía cotidianamente, indicó la abogada Sandra Giménez a la diaria. La directora del centro Ser, Jessica Barrios, que según las familias amenazaba verbalmente a los jóvenes, no ha tenido ningún contacto con ellos esta semana. la diaria intentó sin éxito comunicarse con Barrios para consultarla sobre estos cambios.