La Convención extraordinaria del Partido Socialista (PS) que eligió el domingo la conformación de las listas de candidatos a diputados y a ediles por Montevideo marcó el triunfo de la denominada “corriente ortodoxa” del partido, aunque a Gonzalo Civila, un profesor de Filosofía de 29 años que quedó en el primer lugar de Diputados, no le guste el mote. Civila pertenece a esa corriente, pero considera que lo de “ortodoxo” es una especie de “estigma” y prefiere el mote de “renovadores” con el que se califica a la otra corriente mayoritaria del PS. “El nombre ‘renovador’ es bastante más agradable que ‘ortodoxo’, que hace referencia a algo anquilosado, viejo, dogmático. Todos los socialistas debemos ser esencialmente renovadores, yo lo contrapondría a conservador”, dice el actual secretario político de la departamental de Montevideo del PS. Y agrega que el concepto de renovación se aplica a la propuesta de su corriente, que “renovó cuadros e incorporó compañeros que no estaban en el Legislativo”, cinco de ellos menores de 35 años. Precisamente, los diputados actuales del PS Gustavo Bernini, María Elena Laurnaga y Julio Bango -todos ellos “renovadores”- quedaron en los lugares quinto, sexto y séptimo de la lista, respectivamente. En los primeros cuatro lugares, además de Civila, figurarán tres dirigentes “ortodoxos”: la actual edila Gabriela Barreiro, Roberto Chiazzaro -es suplente en el Ejecutivo nacional y fue muy cercano a Reinaldo Gargano- y Rosa Quintana, actual secretaria de Equidad y Género de la departamental.

-¿Cómo se explica este triunfo de la corriente “ortodoxa” en Montevideo, poco tiempo después de que los “renovadores” obtuvieran la mayoría de los lugares en el Senado?

-Esas cuestiones en el partido son bastante dinámicas, no hay alineamientos automáticos de los compañeros. Hay procesos o ciclos. En Montevideo las últimas instancias electorales vienen marcando que entre la militancia existe una visión más bien aprobatoria del trabajo de la dirección departamental. Pero es una interna muy dinámica, en la que no existen mayorías aplastantes.

-¿Existen diferencias ideológicas entre las dos corrientes?

-Desde el punto de vista ideológico macro, el partido tiene definiciones claras que nos aglutinan a todos. Después, tenemos entre nosotros visiones estratégicas, tácticas y programáticas que hacen a diferencias sobre aspectos ideológicos.

-Fuiste contrario al acuerdo electoral con el Frente Liber Seregni (FLS). ¿Debería reeditarse esa alianza?

-Yo en su momento no estuve de acuerdo con la alianza del partido con el FLS, porque entendía que se estaba generando en el Frente Amplio [FA] un escenario de falsa polarización que no expresa bien a la diversidad del FA y a su pluralismo. Y sigo pensando que no sería bueno para el partido volver a comparecer en una alianza con el FLS. No tengo nada contra el FLS. Tengo diferencias como puedo tener con otros grupos, pero en particular me parece que no está bueno que el partido se diluya o se desperfile en una alianza de estas características. Creo que el partido debería apostar a liderar un espacio político para oficiar de articulador dentro del FA. La sociedad ve al partido con una identidad propia y hay que apostar a afirmar eso. Además, no está bueno reeditar las mismas alianzas electorales cuando éstas pueden ser interpretadas como un alineamiento dentro de una supuesta polarización.

-¿Hay posibilidades de que el PS se sume al bloque que integran el Partido Comunista y el Movimiento de Participación Popular, entre otros?

-Al día de hoy, como están planteadas las cosas, me parece poco viable, pero a priori no descartaría ninguna opción. Pienso que lo mejor sería que el PS liderara un espacio de alianza propio, y contribuyera de esa manera a diversificar las miradas y la segmentación que se hace de la realidad interna del FA.

-En los últimos días han surgido críticas desde algunos sectores del FA a la gestión departamental. ¿Qué evaluación hacés de esta administración?

-Creo que en general se deben evaluar los gobiernos del FA en Montevideo con perspectiva histórica. Sin duda, el FA cambió la realidad en Montevideo radicalmente desde que asumió el gobierno en 1990. Pero casi 25 años de gobierno ininterrumpidos también generan algunas inercias o desgastes que siempre hay que estar examinando. Creo que la del gobierno departamental de Montevideo es una muy buena gestión en este último período, con deficiencias como tiene cualquier gestión y con muchas fortalezas, que a veces se destacan muy poco y que la sociedad visualiza poco porque están bastante naturalizadas. Además, el gran diferencial que tenía el gobierno departamental de Montevideo antes de 2005 era que para la gran mayoría de la gente era la prefiguración de la alternativa de poder a nivel nacional. Una vez que el FA llega al gobierno nacional, eso también se diluye un poco. Me parece que tenemos que potenciar la propuesta política para Montevideo y dar un salto en calidad. Pero el gobierno de Ana [Olivera] ha sido muy bueno.