Como cierre de su visita en Estados Unidos, el presidente José Mujica hizo ayer una breve exposición en la sede del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington. El programa decía que haría una presentación sobre la regulación del mercado del cannabis en Uruguay, pero en su lugar habló de la transformación del país, las trabas comerciales multilaterales y los desafíos globales.

Los anfitriones, José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, y la presidenta del Consejo Permanente de la OEA, embajadora Jacinth Lorna Henry-Martin, elogiaron al presidente en su presentación. Insulza destacó a Mujica como un líder regional audaz que “ha llevado a su país por la senda del progreso y de la paz”, mientras que Henry-Martin destacó su sencillez y su humildad y lo calificó de “protagonista del posicionamiento de Uruguay como un país 
de avanzada”.

“Si yo fuera joven tal vez me creería todo lo que me dicen”, fue la primera respuesta del mandatario, pero admitió que “hace una década comenzamos a sacudir un estancamiento que tenía muchos años”. Señaló que “hubo reformas importantes”, como la reforma tributaria que establece “que los que tienen más tienen que pagar más”, y que se priorizó el aumento de la inversión: “Uruguay, que durante muchos años peleó con Haití el último puesto en inversión, ha dado un salto”. También habló de las políticas laborales que se implementaron durante los gobiernos del Frente Amplio, como los Consejos de Salarios, y contó con “orgullo” que la mayoría de las trabajadoras domésticas “están reconocidas legalmente y tienen su sindicato”.

Mujica indicó que estas políticas “no tienen mucho misterio”, y recordó que los Consejos de Salarios “los habían inventado nuestros abuelos”, pero después fueron olvidados. “Siempre fuimos el país de América Latina que mejor repartió; no es mérito de este gobierno, es una tradición”, afirmó. Pero señaló que “es cierto que algún poquito de pimienta hemos puesto” y que “siempre procuramos que la tajada para los más débiles sea un poco más gruesa”.

Explicó que “el arte de la política” consiste en “procurar que la economía crezca y al mismo tiempo reparta”. Y apuntó que ese camino elegido redujo la pobreza de 39%, hace tres años, a 11%; la indigencia de 5% a 0,5%, y la desocupación, de más de 16% a 6%.

Permanencias y cambios

Mujica aclaró a los que dicen que fue guerrillero que lo sigue siendo, y que aunque no va a vivir “el tiempo que se nos viene encima”, detecta que “estamos en un cambio de época”, en el que los niños y muchachos “tienen relaciones intercontinentales” y “gustos de carácter planetario”, que están creando una “macro-cultura globalizante”.

También señaló que “el sistema financiero ha explotado en el mundo” y que “si la economía se detiene y deja de crecer es una tragedia en todas partes”, pero reflexionó: “Hay una sociedad occidental que larga sus valores, sus costumbres de consumir por todo el mundo, pero a su vez, cada vez más, aparecen problemas en el planeta de los cuales nadie se hace cargo”. Expresó que “hay una agenda de problemas mundiales que no tiene cabida en ninguna parte”, porque los gobiernos se preocupan más por “perpetuarse” y atender sus asuntos internos que por las bolsas de nailon que “se acumulan en el [Océano] Pacífico haciendo un continente” o por el derretimiento de los polos. “La humanidad se hace la distraída”, afirmó.

Sobre el comercio mundial, dijo que “da lástima” porque en vez de avanzar “a la liberación del comercio estamos haciendo exactamente lo contrario”. “Nos pasamos 40 años discutiendo un sistema multilateral para aumentar la libertad de comercio entre nosotros y hemos desembocado en no menos de 350 tratados de libre comercio”, ilustró el mandatario.

Mujica entiende que el problema de la humanidad “es integrar el planeta entero”, y por ende, los pobres no son de América Latina, sino de toda América. “A los pobres no se los ataja con alambrados o con leyes, se les ataja promoviendo desarrollo donde están para que no tengan que emigrar”, aseguró. Sostuvo que “si es posible destinar 2.000 millones de dólares por minuto a gastos militares”, está claro que “recursos sobran, lo que falta es dirección”.

El presidente aseguró que no comparte la idea de que hay una crisis ecológica, sino que “hay una brutal crisis política”. Porque con la acumulación científica y de capital que existe, “el hombre tiene fuerza para cambiar la suerte del planeta a favor de la vida, pero para eso necesita enamorarse de la vida y entender que por encima de lo nacional está la vida en el planeta”. “Necesitamos acuerdos mundiales”, remató.

Por último, invitó a vivir en Uruguay, “a comer nuestra carne, beber nuestro vino y saborear nuestra amistad”.