El lunes de noche, la ex presidenta del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) Nora Castro; el director de la Secretaría de Gestión Social para la Discapacidad de la Intendencia de Montevideo, Federico Lezama; y el director general de secretaría del Ministerio de Educación y Cultura, Pablo Álvarez, se alejaron de la Corriente de Acción y Pensamiento-Libertad (CAP-L). Álvarez, quien pertenecía al sector desde su creación, en 2006, explicó las razones.

-¿Cuáles fueron las diferencias que los llevaron a alejarse de la CAP-L?

-Es un proceso largo. No tiene que ver con un hecho actual y concreto, sino con diferentes cosas, con decisiones que se fueron tomando con las que había discrepancias. Sin duda, en el Congreso [de la CAP-L] se discutieron diferentes puntos de vista, y eso incluso desembocó en el alejamiento de algunos compañeros en ese momento. Pero aun así, nosotros entendíamos que ése era nuestro espacio político, porque no se está en una organización para que sea a imagen y semejanza de uno. Pero el Congreso fue dando indicaciones de una situación interna. Y si la estrategia que se va conformando en la organización no es la que me permite a mí o a otros compañeros aportar más, no tiene sentido ser un lastre.

-El lunes de noche, cuando resolvieron alejarse de la CAP-L, la discusión en el Ejecutivo del sector tenía que ver con la estrategia electoral.

-En las elecciones internas nos presentamos con multiplicidad de listas, en parte para promover la descentralización. Se intentó tener listas con un fuerte componente local, para que los referentes locales -que luego son invisibilizados en las listas nacionales- tuvieran posibilidades de hacer un trabajo político directo. Antes ya se había planteado como una opción utilizar el mismo mecanismo en la elección de octubre. Nosotros lo veíamos bien, sobre todo porque entendemos que la batalla está afuera y no sería sensato poner a la organización a discutir cuestiones internas.

-Ponerse a discutir lugares en las listas, por ejemplo.

-Sí, pero como entiendo que no había muchas posibilidades electorales, tampoco iba a haber una discusión de quién iba primero, por quién quedaba y quién salía, sino que se trata más bien de una cuestión política. Al tomarse la decisión -correcta, a mi entender- de incorporarse a un sublema [junto al Movimiento de Participación Popular, la 711 y otros sectores], quedaba inhabilitado acordar con diferentes listas en un sublema de la CAP-L. En ese sentido, nos parecía que ya no teníamos un espacio allí, porque la única opción era discutir hacia adentro, y nos parece que tenemos que hacerlo hacia afuera. Hay momentos en los que uno tiene que entender que quizá se le pasó la etapa, y por lo tanto hay que salir, en los mejores términos personales y políticos con los compañeros. Ahora tenemos que generar un nuevo lugar, por pequeño que sea, para dar la batalla por el Frente Amplio [FA], porque lo peor que podemos hacer es causar que más gente se vaya para la casa.

-¿Quieren generar un espacio nuevo, o sumarse a uno existente?

-Quizá por sentirnos parte de una historia de la izquierda nacional, vinculada a la línea socialista y de liberación nacional, nunca queremos andar solos, siempre con otros. Tampoco nos vamos a ir a otro espacio, porque no parece sensato a esta altura, sino que vamos a construir un espacio nuevo.

-Circuló la versión de que estaban evaluando integrarse a Ir.

-Escuché que me han puesto en tantas organizaciones, a esta altura... Ahora ya no es una decisión personal; nos fuimos varios, y vamos a tomar las decisiones en forma colectiva. En términos electorales, sabemos que llegamos tardísimo para octubre. En la medida de lo que podamos ofrecer, intentaremos hablar con todos los compañeros frenteamplistas, porque acá no se trata de irse solo. ¿Adónde? Hablaremos con los compañeros de Ir; con algunos de ellos hemos militado en diferentes espacios. Pero bueno, ellos ya tienen una presencia pública electoral, en el marco de definiciones que han tomado, y nosotros recién estamos enganchándonos en una etapa de organización, así que sería prematuro decir que vamos a ir a acordar con alguien.

-¿Influyó en algo la dimensión generacional en el alejamiento? No me refiero a un tema de edad, sino de agenda.

-Creo que la política está atravesada por una dimensión generacional. Según dicen los árabes, uno es más hijo de su tiempo que de sus padres, y en la política hay que intentar leer los tiempos en los que se vive y adecuarlos a las grandes estrategias. Creo que sí tiene que ver; muchos de los que tomamos esta decisión hemos militado por causas a las que hoy se llama “generacionales”, como tal vez en los 60 lo generacional era la liberación nacional. Creo que hay algo generacional que ha generado espacios de acuerdo en el FA y por encima del FA. Creo que toda la movilización social de la llamada “nueva agenda” tiene que ver con eso, sabiendo que allí se expresan elementos de algunas de las contradicciones del capitalismo.

-¿Influyó, entonces, el lugar que debe tener la “nueva agenda”?

-No son decisiones concretas que haya tomado la CAP-L, pero tiene que ver con eso, sin duda. Quizá el lugar desde el cual, junto con otros compañeros, podríamos aportar a la organización, que tiene que ver con nuestros lugares de inserción y con los temas que trabajamos, no es lo que hoy más le aporta a la estrategia de la CAP-L. Para mí [la “nueva agenda”] es un elemento central, diferenciador, por el que creo que tenemos derecho a salir a militar por el FA, y no tenemos derecho a generarle una interna a ninguna organización.