Ante la nueva elección de autoridades en la Universidad de la República (Udelar), queremos aportar nuestro punto de vista para contribuir al debate. Hoy nos encontramos ante dos alternativas: por un lado, continuar en el próximo período con las mismas políticas de la llamada “Segunda reforma universitaria”; por otro, un cambio de rumbo. Entendemos por ello necesaria una evaluación del proceso actual.

El reciente período estuvo marcado por una ausencia de debate dentro de la Udelar. La política llevada adelante por el actual rectorado ha carecido de un debate general y no ha culminado en un proyecto emanado de discusiones colectivas. Su implementación se ha realizado mediante medidas aisladas que no han logrado calar hondo en las bases de la institución y, a pesar del aumento presupuestal obtenido, se mantienen incambiados los aspectos más críticos de la Udelar.

Creemos también que con la “Segunda reforma universitaria” se ha perdido autonomía con respecto al poder político. En este período de gestión se ha evitado que la Udelar tome posturas que no vayan en línea con lo dictaminado por el gobierno, permitiendo además que éste marque sus orientaciones a través de la definición de las partidas presupuestales. Un ejemplo de ello es la última Ley de Presupuesto, con sus ajustes sucesivos, que otorgó incrementos al Programa de Desarrollo en el Interior y al Plan de Obras, pero aumentos casi nulos al resto de los programas, entre ellos el Programa Académico, el Hospital de Clínicas y Bienestar Universitario, generando así graves carencias en distintas áreas de la Udelar. Esto trajo enormes dificultades a los servicios, que recibieron un magro incremento presupuestal y no pudieron atender demandas urgentes como las relacionadas con el aumento de la matrícula estudiantil, teniendo que imponer muchas veces cupos a materias (como sucedió en la Facultad de Psicología), o no pudiendo mejorar las condiciones para eliminar cupos existentes en otras carreras (como Tecnología Médica). Se podría haber cambiado esta situación, pero desde la actual conducción se cumplió con el mandato del Poder Ejecutivo y se relegó a la mayor parte de la institución a subsistir con lo que había.

El cogobierno y los órdenes han perdido relevancia en la toma de decisiones. La diversificación de espacios de resolución ha complejizado la tarea de los órdenes, dificultando su participación real. Además, el impulso que han tenido algunos espacios, como las áreas, no ha contemplado a los órdenes para la adopción de definiciones, y desenmascara el discurso rimbombante sobre la participación que han realizado los impulsores de la “Reforma”.

Asimismo, la falta de voluntad por parte del actual rectorado para tener en cuenta la participación de sectores críticos en el diseño de las políticas ha dificultado la elaboración de un plan que obtenga amplios apoyos dentro de la Udelar.

Es a partir de la defensa acrítica de este proyecto aplicado durante los últimos ocho años que, a pesar de las referencias al debate programático, en los hechos sólo se han buscado vericuetos jurídicos que permitan a los exponentes de este proyecto continuar esta línea en el próximo rectorado. Logrando finalmente dirimir esta cuestión con la expedición, sobre tablas, del título de Licenciado en Filosofía por el Consejo de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación a su decano, Álvaro Rico. Y demostrando de ese modo que no hay un verdadero apoyo a esta política, ya que si fuera así, no habría sido necesaria la artimaña política y la expedición de un título un mes antes de esta elección, dado que la Udelar cuenta con muchos docentes que sí están habilitados para el rectorado.

La propuesta de un candidato a rector debe ser el fruto de un debate que tenga como objetivo la definición de qué universidad queremos y cómo debemos llevarla adelante. Dicho debate debe involucrar a toda la comunidad universitaria, permitiéndole darse un proyecto institucional propio y auténtico.

Es fundamental que exista un proyecto democratizador de la institución, que elimine las trabas al ingreso y que fortalezca el Sistema de Bienestar Universitario, particularmente las becas estudiantiles.

Consideramos que el próximo rector tiene que ser un fiel representante y defensor de la autonomía y el cogobierno universitario por encima de todo. Debe ser un universitario comprometido, capaz de acompañar los planteos de los órdenes de cara a la elaboración del próximo presupuesto universitario. Debe estar preparado para dar una batalla de ideas contra el poder funcional al statu quo que aún tiene sometidos a vastos sectores populares. Debe estar comprometido con la defensa acérrima de la institución, llevando adelante un proyecto universitario autónomo, que profundice verdaderamente el modelo latinoamericano de universidad, cumpliendo con la responsabilidad de que la institución sea un actor social y político fundamental a nivel nacional, y apostando por un avance de las capacidades culturales que nos permita romper con nuestra situación de dependencia, meta fundamental para la transformación estructural de la nación. Creemos que ese universitario es el profesor Roberto Markarian.

  • Gonzalo Belcredi es estudiante de Facultad de Ingeniería y Malena Pintos de Facultad de Medicina.