Es muy difícil escribir cuando muere un amigo, pero no queda otra en honor al oficio que compartimos y amamos.

Marcelo Jelen había estudiado un poco de derecho en la Universidad de la República (“generación 83”, literalmente) y años después periodismo en la Universidad Católica, sin terminar los cursos. Trabajó hasta 1993 en varios medios de prensa, entre ellos la revista Guambia y los diarios La República y El Observador, y luego en la agencia de noticias IPS, donde se dedicó sobre todo a tareas de traducción y edición. Esos datos dicen poco y no permitían sospechar la profunda comprensión de la labor periodística que mostró en el ensayo Traficantes de realidad,* editado en 1997 por el autor después de recorrer editoriales sin que ninguna se interesara en publicarlo.

En ese libro, que pasó bastante inadvertido en su momento pero se ha ido incorporando a las bibliografías universitarias, exhibía el resultado de varias capacidades notables: la de revisar enormes cantidades de información; la de identificar en ellas datos que señalaran el centro de las cuestiones; la de transmitir sus reflexiones con una escritura elegante, ágil y filosa. “El periodismo es arte de claridad y precisión”, repetía en IPS nuestro jefe Federico Ferber; y a Marcelo le gustaba recordarlo, pero también fue un enamorado de la palabra, y pocas veces aceptaba que una explicación le afeara el discurso. Por último, pero no con menor importancia, la capacidad de animarse a pensar contra la corriente y decir lo que opinaba, de incomodar y arriesgarse.

Tuvimos la suerte de que mostrara las mismas virtudes en sus columnas para la diaria. Hay cientos en nuestro sitio y en http://nadanuevo.net/, donde recogió también notas escritas para otros medios. Descúbranlas o vuelvan a leerlas, valen mucho. En ellas queda constancia de la sensibilidad y el anhelo de libertades que lo llevaban a levantar la voz contra distintas formas de represión, estupidez y cinismo. Con el mismo derroche de candor y entusiasmo con que disfrutaba y difundía la música que le gustaba, aunque a muchos les pareciera espantosa; o se iba por las ramas en internet, aunque le quedara trabajo pendiente hasta la madrugada; o se regalaba en Facebook o Twitter, aunque saliera lastimado.

Vendrá más de un viernes en que nos preguntaremos qué habría escrito y no lo podremos imaginar. Ésa será la medida de lo perdido.

  • Hay un pasaje disponible en 
http://www.saladeprensa.org/art71.htm . 
Si no les da ganas de conseguir el libro, embrómense.