Aunque no parezca, las muertes por suicidio duplican a las que tienen como causa el homicidio (hubo 260 homicidios en 2013) y su número es similar al de las que ocurren por siniestros de tránsito (567 en 2013). La tasa de suicidio en Uruguay se sitúa en 16 por cada 100.000 habitantes y el dato mejoró apenas respecto de 2012, cuando se suicidaron 554 personas (16,8 cada 100.000); los números se mantienen relativamente estables en los últimos cinco años (también en 2011 fue de 16 por cada 100.000 habitantes). La titular del Ministerio de Salud Pública (MSP), Susana Muñiz, reconoció que en este tema Uruguay ocupa el segundo lugar en el continente, después de Cuba, pero aclaró que ambos países son los que llevan mejores registros, puesto que hay otros para los que el tema sigue siendo un tabú. “Nosotros hemos pasado de ocultarlo a francamente hablarlo”, afirmó. Desde 2011 el MSP desarrolla el programa nacional de prevención del suicidio, con el objetivo de disminuir su incidencia en nuestra sociedad.

Ante una sala repleta y con transmisión por videoconferencia hacia las direcciones departamentales de Salud, hablaron ayer en el MSP las autoridades de esa cartera y representantes de los ministerios de Desarrollo Social, de Educación y Cultura y del Interior, que son parte de la Comisión Nacional Honoraria de Prevención del Suicidio. Todos los oradores hablaron de la importancia de la intersectorialidad, algo que es clave porque, de acuerdo a lo expresado por las autoridades, solamente 25% de las personas que se suicidan se relaciona con el servicio de salud. Hay que establecer múltiples vías de comunicación y abordaje; por eso, la Universidad de la República, la Administración Nacional de Educación Pública y la Administración Nacional de Servicios de Salud del Estado, con el apoyo del MSP, están trabajando en un proyecto de prevención de suicidio en adolescentes. Se está capacitando a docentes para formar consejerías en los centros de enseñanza, equipos de escucha “que puedan detectar precozmente este tipo de situaciones”, dijo Ariel Montalbán, responsable del Programa Nacional de Salud Mental del MSP.

El propio MSP ha abierto más canales de atención en los últimos años, principalmente con la inclusión de la atención en salud mental en el primer nivel de atención de instituciones públicas y privadas. Una de las modalidades de prestación es grupal y brinda orientación y capacitación a familiares de personas que han hecho intentos de autoeliminación y otra, que implica hasta 48 sesiones anuales, hace un abordaje terapéutico a personas que hicieron intentos de autoeliminación. Montalbán reconoció que las prestaciones no son suficientes y que se debe trabajar por la inclusión universal, no sólo de algunos colectivos.

Lo más novedoso en este sentido es que en noviembre de 2013 comenzó a regir un decreto ministerial que exige a las instituciones de salud la notificación obligatoria de todos los intentos de autoeliminación. Las mandata, además, a que en menos de 48 horas se coordine una consulta con un equipo de salud mental especializado en el tema y que se le haga un seguimiento por seis meses a la persona. Montalbán comentó que ésta puede faltar a una consulta “porque no puede ni levantarse para ir”, y que es por eso que se trabaja con las instituciones de salud para que, respetando los derechos de las personas, trabajen activamente para hacer un seguimiento. Esta medida no es menor, porque hay evidencias de que muchas de las personas que se suicidaron lo habían intentado previamente.

Muñiz dijo que es crucial que cuando una persona manifiesta en una consulta de salud su intención de suicidarse se la escuche: “Es importante decirle que necesitamos que se quede con nosotros y ofrecerle apoyo”. A esa captación apunta una guía para profesionales de la salud que fue entregada ayer, con el objetivo de que los técnicos que están en una policlínica estén en condiciones de hacer una valoración del riesgo suicida. “La mayoría de los suicidios son evitables”, aseguraron las autoridades.

Por otra parte, Montalbán evaluó que sería importante exigir a los prestadores de salud que implementen durante las 24 horas un servicio de atención telefónica de contención a personas que intenten autoeliminarse, algo que ya se les exige para los casos de consumo problemático de drogas. Agregó que la organización social Último Recurso, que ofrece una línea telefónica de atención (08008483 o *8483), tiene una vasta trayectoria y experiencia en esa tarea.

El trabajo en diferentes planos ha involucrado también al Ministerio del Interior. Leonardo Anzalone, director nacional de Sanidad Policial, expresó que no existe un estudio que afirme que el índice de suicidio es mayor entre los efectivos policiales, pero reconoció que es una problemática real. Explicó que a partir de 2013 se crearon “consultorios de pares”: con el asesoramiento de Último Recurso, se ha capacitado a cerca de 60 policías de todo el país para que detecten éste y otros problemas. Comentó que es difícil que en una primera instancia, un policía se abra ante un técnico, y que primero lo va a hacer ante su par. Ése es otro de los brazos que se están tendiendo.

Señal de alerta

La ministra dijo que en el mundo se suicidan un millón de personas por año y que la Organización Mundial de la Salud estima que en 2020 la cifra podría crecer 50%. En Uruguay, cada dos días se suicidan tres personas. No es poco. El suicidio no impacta por igual en toda la población. La tasa en hombres se sitúa en 25,6 cada 100.000 y en mujeres en 7 cada 100.000. También ocurren con mayor frecuencia en el interior del país y hay dos grupos etarios de riesgo: quienes tienen entre 14 y 29 años y los mayores de 65.

El suicidio es un fenómeno multicausal en el que intervienen factores biológicos, sociales, culturales, familiares, materiales, coyunturas de fondo y circunstanciales. Montalbán expresó que los estudios muestran que en 90% de los casos hay una asociación con trastornos psíquicos. Dio algunas pistas para su detección y prevención: “La asociación con la depresión y con los síntomas de la depresión, la asociación con consumos problemáticos de sustancias, el aislamiento de la persona, la no inclusión en grupos, en redes, la no participación, la baja autoestima, los problemas de comunicación, el bajo rendimiento, sea laboral, sea curricular, son factores importantes”.