Creo que el artículo que publicó Santiago Alzugaray en el portal de Mate Amargo (http://mateamargo.org.uy/index.php?pagina=notas&seccion=larondadel_mate¬a=558&columnista=14&edicion=22) tiene varios puntos, que, al menos, son muy discutibles.
Primero, afirma que la Universidad de la República (Udelar) “se encuentra quizá ante la elección rectoral con más cosas en juego desde el regreso a la democracia”. Discrepo profundamente. En agosto de 1993, cuatro decanos de aquel momento (Mario Wschebor, Eduardo Touya, Roberto Scarsi y Álvaro Díaz) escribieron un documento (llamado “de los cuatro decanos”) que sacudió los cimientos de la interna universitaria.
No solamente hicieron un diagnóstico (compartible o no), sino que además elaboraron propuestas (también, compartibles o no). Y me consta que ese documento generó polémicas de todo tipo y en todos los órdenes, incluso entre los funcionarios. Y esa polémica trascendió, con mucho, los muros de la Udelar.
Esa polémica llevó a que Touyá fuera candidato a rector. Perdió con Rafael Guarga. Pero esa elección sí fue crucial. Literalmente: se cruzaron dos concepciones ortogonales de la Udelar. La elección de ahora, y hasta me animaría a decir la de hace ocho años (Rodrigo Arocena versus Roberto Markarian) fueron y son mínimas respecto a la discusión que transcurrió entre el 93 y el 98.
Segundo, afirma el articulista: “Las enormes transformaciones que se han impulsado y llevado a cabo en los últimos dos períodos rectorales marcan la agenda de la elección en ciernes”. Verdad a medias, y por lo tanto, peligrosa. Es cierto que lo hecho en los últimos 8 años marcan la agenda. Pero tanto, o más que eso, la marcan lo que NO SE HA HECHO.
Por ejemplo: a) Marco legal intocado (a pesar de las promesas de que en 2008 se iba a enterrar la Ley Orgánica que nos rige, y habría una nueva, con todo lo negativo que ese marco jurídico nos impone (incluyendo, claro, las condiciones para ser Rector). Seguimos esperando. b) La Udelar sigue siendo una federación de facultades, que son en definitiva las que resuelven (como sucedió desde 1958) con el agregado del peso enorme que adquirieron los 4 pro rectores. En definitiva, hoy en la Udelar “mandan” los 10 decanos que votan, el rector, y los pro rectores, o sea, 15 personas.
Como consecuencia de lo anterior: c) los órdenes están (estamos) “pintados”. La Udelar tiene una complejidad gigantesca, la mayor de su historia y esta concentración del poder en tan poquitos, en una institución que se dice “cogobernada”, es grave. Aún a riesgo de simplificar, los órdenes no tienen capacidad real de incidir en muchos temas simplemente porque los estudiantes estudian, los docentes trabajan (solo en la Udelar, o en la Udelar y fuera de ella) y los egresados ejercen su profesión. Al no contar los órdenes (sus representantes) con un mínimo aparato administrativo/político para llevar a cabo su tarea en forma cabal, cosa con la que sí cuentan los decanos, el rector y los pro rectores, su tarea está siempre en inferioridad de condiciones. Por lo tanto, el supuesto equilibrio de poderes (10 decanos –servicios- por un lado, el rector (1 voto) y los órdenes que lo eligieron (9 votos) por otro, sencillamente, no es cierto. Y no se hizo nada para cambiarlo.
d) Me detengo, aunque pueda parecer menor, en eso de “enormes transformaciones”. Sin duda hubo transformaciones, sobre si son “enormes” me gustaría saber con qué se las compara. A mi me gusta aplicar lo de “enorme” de acuerdo a las condiciones políticas y económicas. Por ejemplo, fue enorme la creación de las Facultades de Ciencias, de Ciencias Sociales o de la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) durante el rectorado de Jorge Brovetto, cuando no había dinero ni condiciones políticas. Hoy, con el gran incremento presupuestal, y condiciones políticas favorables (gobierno progresista, mayoría parlamentaria) quitaría lo de enorme, y dejaría en transformaciones. Pero claro, como todo, es opinable.
Tercero. Afirma Alzugaray: “se ha duplicado el egreso de grado fruto de políticas que persiguen la filosofía de poner al estudiante como centro de la práctica educativa”. Esto me resulta parcial, peyorativo y demagógico. Parcial porque simplifica. Deja olímpicamente de lado la situación económica del país, de la gente... y de la Udelar. Cuánta gente egresa es algo multifactorial, y lo económico influye. Para hacer una afirmación tan tajante, habría que ver cuántos de los que egresaron pudieron hacerlo porque, por ejemplo, no tuvieron que trabajar porque la situación económica de su familia mejoró, o porque consiguieron un trabajo mejor (por ejemplo, un trabajo parcial que les permitió estudiar), etcétera. Peyorativo porque implícitamente plantea que antes del rectorado de Arocena, los docentes no teníamos a los estudiantes como centro de la práctica educativa. ¿De dónde sacó eso Alzugaray? Quizás de su propia experiencia, pero no de la mía ni de ningún docente que conozco. Siempre tuvimos como eje al estudiante. Y además: ¡estamos hablando de 8 años! No tengo las cifras a mano, pero es más que obvio que una amplísima mayoría de los docentes de hoy (y me refiero a los que tenemos cargos de responsabilidad académica, es decir grados igual o mayor a 3) ya estábamos en la Udelar, y con cargos más o menos equivalentes antes de Arocena. Rodrigo tiene, sin dudas, muchas virtudes, pero no es mago. No nos tocó la cabeza con una varita mágica y nos hizo cambiar nuestra concepción de la enseñanza. Esa afirmación me resulta insultante. Sería un buen ejercicio, entre otras motivos por espeto a colegas, que nos demostrase que “antes” no teníamos a los estudiantes como centro de la actividad educativa. Y hasta tengo una prueba, indirecta por cierto, de lo contrario: el equipo de estudiantes del que se rodeó, sobre todo al inicio de su primer rectorado, fue formado por nosotros mismos. ¿Inventaron todo? ¿No aprendieron nada de los neandertales con quienes compartieron teóricos, salidas de campo o prácticos? ¡Por favor! Demagógico: pretende matrizar en la cabeza de los estudiantes que el incremento de egresados es producto de la administración Arocena. En otras palabras, si querés egresar, votá por el oficialismo. Demagogia pura.
Cuarto. “Se ha ampliado en gran forma la oferta de carreras de grado y posgrado; se han reformado los planes de estudio de grado en toda la Universidad, bajo los principios dar mayor flexibilidad a las trayectorias educativas y facilitar los tránsitos horizontales entre carreras”. Cierto, pero también parcial. Este proceso, incluyendo la filosofía de mayor flexibilidad vienen de antes. Ahora, cierto, con más recursos, se pudo concretar mucho, pero no es una idea original. Podemos rastrear, y los universitarios lo sabemos, pasos en esta dirección en los rectorados de Brovetto y Guarga. Y, por razones de honestidad intelectual debo reconocer que nunca fui “oficialista” (más bien lo contrario) de ambos ex rectores. Al leer el artículo de Alzugaray parecería que todo esto surgió, como Minerva de la cabeza de Júpiter, de una idea original de Arocena.
Le reconozco, obviamente, a Rodrigo el esfuerzo, las ganas y el talento que puso para que esto avance, pero no lo inventó. La Ordenanza de Grado sin duda es un mérito que le corresponde, pero toma lo mejor que vino de antes y lo impulsa. Pero no olvidemos que además de las carreras de grado y posgrado, hay Facultades enteras y programas de posgrado exitosos como el Pedeciba (Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas) vienen de bastante antes. Reconocerlo se llama honestidad intelectual.
Quinto. Escribe Alzugaray: “se ha multiplicado y diversificado el apoyo a la creación de conocimiento original y de calidad”. Lo dudo. El número de proyectos de investigación aprobados por la CSIC sigue siendo -en función de los proyectos de calidad, pero que no pueden ser financiados- esencialmente el mismo que hace ocho años. Desde el punto de vista matemático, no difiere significativamente. Quizás haya aumentado algo, pero en todo caso se sumó, no se multiplicó. A no ser que se acepte por multiplicación 1,1 o 1,2 -lo cual matemáticamente es correcto-, pero no se “multiplicó” por 3 o 4, lo cual justificaría la afirmación del articulista.
Sexto. “Se ha duplicado el número de docentes en régimen de Dedicación Total (DT)”. El aumento, que es absolutamente cierto, fue la consecuencia directa del aumento presupuestal. No hubo una priorización política del régimen de DT. Excepto, claro, para los docentes radicados en el interior. Y ahí tengo otra discrepancia. Como ex integrante de la Comisión Central de DT me consta que no se juzgó el ingreso al régimen estrictamente desde el punto de vista académico, como debe ser: a un docente que se radicaba en el interior se lo juzgaba poniendo “la vara más abajo” que a un colega que trabaja en Montevideo. Esto no quiere decir que ningún docente que se haya radicado en el interior merezca la DT. Por el contrario, hay gente trabajando fuera de Montevideo extremadamente valiosa y que merece, con creces, la DT. Digo que es más fácil ser DT si uno está en el interior que si trabaja en Montevideo. Eso todos los que estamos en la “interna” universitaria lo sabemos. Por lo tanto, acceder a ese régimen, en lugar de ser un reconocimiento académico pasó a tener un componente político que, mínimamente, es muy discutible (no tanto por quiénes acceden, sino por quiénes quedan afuera).
Séptimo. “Se ha aumentado sustancialmente el apoyo al desarrollo de la extensión y se la ha reconocido curricularmente en todas las carreras”. Cierto. Pero académicamente discutible... y discutido. No hay espacio para discutir la extensión. Pero me animo a afirmar que ningún docente la discute. El tema es qué entendemos por extensión. Lo que se ha pretendido imponer es una visión unilateral de esta actividad, y no se ha tomado en cuenta la riqueza en diversidad que caracteriza a la Udelar. Se la pretende “achatar”, volver “unidimensional”. Muchos pensamos que la extensión, o sea, la vinculación de la Udelar con el medio es “multidimensional”: puede abarcar desde el trabajo social, del personal de la salud, de físicos, biólogos, hasta la divulgación de la ciencia, el trabajo con empresas públicas y privadas... pero siempre desde el conocimiento de cada uno. Vincularse con el medio desde cada especialidad. Nadie discute el rol de la extensión, todos sabemos que somos parte de la sociedad, que nos paga el salario la gente, pero muchos pensamos que hay que hacerla desde nuestra área.
Y acá, siguiendo el orden del artículo de Alzugaray, viene lo que creo (no, no lo creo, lo afirmo) es una caricatura simplista y falsa. De acuerdo al articulista “Markarian representa y defiende un modelo de universidad centrada en la investigación y docencia, con alta dedicación de sus estudiantes a las carreras (desvinculados del mundo del trabajo), necesariamente con menor número de estudiantes que en la actualidad (se ha manifestado en reiteradas oportunidades como partidario de la limitación del ingreso). Esta universidad no se debe abocar a colaborar con la resolución de problemas sociales y productivos del país (eso lo debe hacer el Estado a través de las políticas públicas), debe concentrarse en la producción de conocimiento avanzado y de calidad, y en la transmisión de ese conocimiento a sus estudiantes. La agenda de producción de conocimiento debe estar definida exclusivamente por los criterios internos de la disciplina, y el patrón de calidad está dado por el factor de impacto de la revista arbitrada en la que se logre publicar, habitualmente extranjeras y en idioma inglés”. Vayamos por partes. Centrarse en “la investigación y la docencia” como Udelar. Un docente universitario tiene como obligación (por ley, por ordenanzas) dedicarse a esas tareas. Quien afirme esto como algo negativo, desconoce la normativa universitaria. Fue eso, por ejemplo, lo que hizo Arocena antes de ser rector. “Alta dedicación de los estudiantes a las carreras”. Si al articulista esto le parece mal, entonces le parece bien que se dediquen poco, que estudien poco. Es tan absurdo, tan carente de sentido, que no vale la pena dedicarle espacio. Continúa hablando de los estudiantes “desvinculados del mundo del trabajo”. ¿Cuándo, por favor, Markarian se expresó en contra de que, por ejemplo, los estudiantes de ingeniería, su facultad, se desvinculen del mundo del trabajo? (Perdonen por pasar a la primera persona): Alzugaray, está bien discutir, pero afirmar esa tontería, solamente eso, desvirtúa todo lo que escribiste. “Menor número de estudiantes”. “Partidario de la limitación del ingreso”. Por favor, polemizá con altura. ¿Cuándo dijo eso? Poné al menos una cita. ¡Qué falta de altura!. Mínimamente, no es honesto.
Luego del paréntesis, afirma: “el patrón de calidad está dado por el factor de impacto de la revista arbitrada en la que se logre publicar, habitualmente extranjeras y en idioma inglés”. Ni idea si alguna vez dijo eso. Pero es así. Al menos en algunas ramas de las ciencias. En algún tiempo el idioma vehicular fue el latín. Hoy es el inglés. Todos los sabemos. Pero al margen de esto, ¿cuándo dijo Roberto Markarian que lo único que vale es eso? No te pido cinco ejemplos, pero dame uno. Me parece genial que no quieras que Roberto sea rector. Pero al menos te pido un mínimo de seriedad. En cuanto al índice de impacto, no tengo ni idea si Roberto se manifestó sobre eso. Pero yo si lo hago. Y te lo digo sin tapujos: no es lo mismo publicar en una revista uruguaya que no lee nadie, que en una revista que lee todo el mundo, naturalmente, en el idioma vehicular. Tener que enseñarte eso me da una especie de picazón, de vergüenza ajena.
Esto ya es demasiado largo. No voy a comentar tus argumentos a favor de la candidatura de Álvaro Rico. Está bien que sea candidato, es un gran tipo, comprometido (como Roberto) con su tiempo.
No acepto que digas: “La aplicación del primer modelo en la Udelar (la de Roberto) requiere del cierre de muchos programas implementados en los últimos períodos a nivel de investigación, extensión, enseñanza y desarrollo en el interior. Llevaría al cierre de carreras universitarias recientemente implementadas y a la limitación del ingreso de estudiantes”. Esto es una mentira, hay mejores formas de trabajar por la candidatura de Álvaro, que no se merece tu artículo. Estoy seguro que ni Rico está de acuerdo con lo que escribiste. Y seguramente Rodrigo Arocena tampoco las comparte: conoce desde hace demasiado tiempo a Roberto como para estar de acuerdo contigo.
*El autor de este artículo es Profesor Titular, Grado 5 Pedeciba, Nivel III SNI, Laboratorio de Organización y Evolución del Genoma, Facultad de Ciencias.