La Paz y Tristán Narvaja. Domingo, 9.20 de la mañana. Una camioneta con parlantes y una pelota roja en el techo. Unas 20 personas con remeras y banderas de Vamos Uruguay caminaban de un lado a otro y tarareaban el jingle de la lista 10, que sonaba a todo volumen. El candidato a la presidencia del Partido Colorado (PC), Pedro Bordaberry, no aparecía. Pasaron cinco minutos, diez; llegó con su esposa. “¡Ahí viene Pedro! Preparen todo”, gritó una mujer y empezó a repartir adhesivos de la lista 10 a sus compañeros. El senador Ope Pasquet estaba autografiando una bandera cuando apareció Bordaberry. El diputado Fernando Amado tomaba mate. El candidato saludó a todos sus seguidores, les agradeció por haber ido y al grito de “vamos que vamos” empezó el recorrido por la feria.

“Está bueno salir, recorrer, escuchar, saludar y de paso hacer promoción para la campaña, ¿no?”, dijo Bordaberry mientras repartía besos entre los que se le acercaban para abrazarlo, estrecharle la mano, tocarle el hombro o pedirle fotos. Optimista, agregó: “La campaña viene bien. ¡Hay una posibilidad buenaza!”.

El candidato colorado caminaba y hablaba, y saludaba, y sonreía mientras decía que no les presta atención a las encuestas de intención de voto -la última publicada por Cifra lo posiciona en tercer lugar con 15%-. Según él, la campaña se empezará a definir cuando falten entre 30 y 40 días, por eso hablará de contenidos y propuestas, pero “sobre todo de transparencia y honestidad”, agregó serio, y detuvo el paso. Sucede que a Bordaberry le “preocupa que el Partido Nacional [PN] y el Frente Amplio [FA] quieran modificar el delito de abuso de funciones”, porque “no es un buen mensaje a la ciudadanía hacerlo si hay procesamientos”, dijo, en referencia al del ex ministro de Economía y Finanzas Fernando Lorenzo, el ex presidente del Banco República Fernando Calloia y el intendente de Colonia, Walter Zimmer, entre otros.

El PC quiere ir por otro camino, que según su candidato es el de “tomar medidas serias contra la corrupción”. En ese sentido apuntaba la iniciativa de “enviarles a los candidatos a la presidencia una propuesta de acuerdo y una declaración contra la corrupción”. El candidato por el FA, Tabaré Vázquez, no lo firmará; el del PN, Luis Lacalle Pou, aún no ha contestado; el del Partido Independiente, Pablo Mieres, fue el único que aseguró su firma. Bordaberry cree que “estamos todos sensibilizados con lo que ha pasado en los últimos tiempos con la Administración de los Servicios de Salud del Estado, con Pluna, con los casinos”. “Los uruguayos van a tenerlo en cuenta cuando llegue el momento de votar”, dijo, sonrió y siguió avanzando por Tristán Narvaja.

“¡Tengo los huevos de Bordaberry! ¡Colorados!”, le gritó un feriante al dirigente, y él y todos sus seguidores estallaron en risas. “Buen día, máster”; “Suerte”; “¡¿Qué están haciendo acá?! ¡No pueden estar acá! ¡Estamos trabajando!”; “Comprame un kilo de papas, Pedrito”; “Aguante el FA”; “Estás precioso”; “Dejate de mentir”, le decían, le gritaban, le cantaban, le susurraban. Mientras, Bordaberry seguía repartiendo besos, saludando a las señoras que lo observaban desde los balcones, y posando para las fotos. El encargado de prensa lo apuraba, les pedía a los que llevaban las banderas que se pusieran detrás de él para que salieran en las fotos las insignias de la lista y el partido, los rezongaba porque algunos le tapaban la cara.

Uno de los feriantes con los que se detuvo a conversar le regaló a Bordaberry una alcancía de Wanderers, “para que ahorrara platita”. El candidato le compró un bastón antiguo con espada para su hermano, y a su esposa un kilo de frutillas. “Hay que trabajar con los feriantes, no en su contra. Las ferias son el corazón de un país. Acá se ve al Uruguay”, señaló, dio un par de pasos más y se chocó de frente con un hombre que fumaba marihuana. “Vamo’ el Pepe”, le gritó. Bordaberry no le respondió. Siguió caminando, se tropezó con un puesto de pipas para fumar marihuana, involuntariamente tiró un par, ayudó al feriante a recogerlas, y comentó: “El camino no es éste”.