¿A qué cree que se debe el estancamiento del FA en las encuestas y la subida del Partido Nacional (PN)?

-Seguramente si esos indicadores reflejan un estancamiento del FA y un crecimiento del PN es porque el público valoró las características buenas de una campaña como la del PN y al mismo tiempo entendió que el arranque del FA después de la interna no fue el esperado, o quizá hubiera esperado alguno mejor. Las encuestas siempre reflejan estados de ánimo y de percepción de la ciudadanía respecto de los factores que están en juego en la campaña. Quizá se haya entendido que el FA no arrancó con suficiente impacto, sorpresa o emoción, incluso, y en cambio el PN sí. Hay algunos factores que pueden haber resultado novedosos para algún sector de gente: la campaña [del PN] fue llevada adelante por un candidato joven que trató de poner el acento en la búsqueda de acuerdos y no en los desacuerdos. Eso pegó bien. Creo que hay que ver las tendencias, que tampoco fueron buenas para el FA hasta ahora, salvo en la última medición, en la que para una empresa [Factum] parece haberse detenido esa caída e incluso hay un pequeño repunte.

¿Entonces el comienzo de la campaña del FA en las internas fue flojo?

-Lo creen quienes contestaron las encuestas de esa manera. Mi impresión es que, en esa respuesta, que no fue buena, más que valorar la gestión del gobierno del FA, la gente estaba valorando el arranque de la campaña, que me parece que no pegó bien. La simpatía que recibe el presidente de la República, la aprobación de su gestión y del gobierno actual no se condicen con los resultados preocupantes que hubo en los sondeos. Azucena Arbeleche, la eventual ministra de Economía del PN, dijo que el gobierno del FA ha tenido éxito en distribuir el ingreso pero no en generar igualdad de oportunidades. -No entiendo por qué dice eso, en la medida en que una cosa no es independiente de la otra. Es muy difícil redistribuir positivamente el ingreso sin que haya un cambio en las oportunidades. ¿Qué entendemos por oportunidades? Oportunidades de acceso al mercado laboral, a condiciones de salud, de educación y formación, y a obtener retribuciones que permitan una mejor distribución del ingreso. Si en esa afirmación está la misma definición de oportunidades que yo acabo de dar, no lo comparto en absoluto, e incluso hay una contradicción flagrante.

El PN dice que su plataforma económica es diferente de la de los años 90...

-No está demostrado en absoluto. No creo en candidatos sueltos, que no tienen partido y vienen casi como outsiders del sistema político y que un buen día llegan a una responsabilidad de este tipo y gobiernan. He visto gobernar al PN y al PC y estoy seguro de que si volvieran a acceder al gobierno mantendrían un enfoque y una visión que no sólo no comparto, sino que son completamente distintos de los del FA. Desde que yo llegué en 1990 a esta casa [el Parlamento] gobernaron siempre juntos. No hubo una sola resolución importante que no tomaran en conjunto. Durante estos años en que han estado en la oposición operaron igual. Entonces tengo derecho a suponer que no está demostrado que vayan a actuar con una óptica o perspectiva diferente de la del pasado.

¿Son ciertos los dichos del candidato a vicepresidente del PN, Jorge Larrañaga, de que tan sólo ocho de las propuestas del FA costarían 2.328 millones de dólares?

-Lo leí y quedé impactado por la cifra. No sé cómo lo habrá hecho, pero obviamente no comparto esa estimación. El FA jamás podría plantear, luego de esta experiencia en el gobierno, propuestas que significaran ese costo, sobre todo para un período como el que se avecina. No tenemos una estimación rigurosa sobre algunas de nuestras propuestas de futuro. Sí la tenemos sobre algunas medidas concretas, por ejemplo mejoras en las deducciones relativas a la vivienda en el Impuesto a las Rentas de las Personas Físicas [IRPF], que estarían insumiendo aproximadamente unos 45 millones de dólares. También hemos estimado el efecto inverso que tendría la instauración del Impuesto de Primaria para quienes no lo han pagado hasta ahora, que es de unos 20 millones de dólares. El saldo neto entre esos dos cálculos son unos 25 millones de dólares.

Hay otras propuestas cuyo costo no está estimado, porque todavía no está definido cuándo ni cómo se van a empezar a aplicar. Por ejemplo, se ha hablado de otro tipo de deducciones diferentes, como separar el cálculo del salario vacacional y el aguinaldo de los demás ingresos que toma en cuenta el IRPF.

¿Tienen una idea del costo del Sistema Nacional de Cuidados y de cómo se va a financiar?

-Te voy a dar la misma respuesta que en la pregunta anterior. Obviamente tenemos que buscar una forma de complementar la participación de los sectores público y privado. La actuación del Estado aquí va a ser fundamental, no sólo en la definición de las políticas sino también en los recursos financieros, pero partimos de una responsabilidad compartida entre Estado y mercado. Vamos a ir de a poco, incorporando colectivos, como hicimos con el Sistema Nacional Integrado de Salud, y por eso tampoco tendría mucho sentido que yo diera una cifra sobre el funcionamiento operando en su plenitud. Lo que sí puedo decir es que esto se va a poner en práctica en coherencia con las posibilidades fiscales.

¿Qué cambios piensan introducir al IRPF?

-El tema del salario vacacional y el aguinaldo es uno, el de las deducciones es otro, y queda para un futuro ver la posibilidad de trabajar con los mínimos imponibles, pero sobre este último punto no hay nada decidido aún; simplemente es una idea, porque en realidad prefiero mucho más las otras mejoras, que son mucho más progresistas que la de los mínimos no imponibles. Modificar el mínimo imponible beneficia a los que ya pagan el IRPF, pero no a los que no lo pagan.

¿Existe la posibilidad de que se vuelva a bajar algunos puntos del Impuesto al Valor Agregado (IVA)?

-Hay que tenerlo siempre presente. No hay que olvidar que uno de los grandes objetivos de nuestro sistema es que haya un mayor equilibrio entre los impuestos directos y los indirectos. Para nosotros, los más injustos de todos son los indirectos, porque pierden referencia respecto de individuos y empresas y terminan gravando a quien no se sabe si se desea gravar. No hay que descartar nuevas reducciones del IVA en el futuro.

¿Considera necesario incorporar la productividad a la evolución del salario real?

-La vinculación de los salarios con la productividad es muy importante, porque tiene que ver con los factores que generan condiciones para la inversión y la competitividad de la producción. En la medida en que podamos estrechar la distancia entre salarios y productividad será bueno para el país. Esto plantea un gran desafío en materia de medición de esa productividad. No es sencillo, hay que disponer de muy buena información y, al mismo tiempo, fundamentar con seriedad la negociación que se hace al respecto.

¿En eso hay una coincidencia con el PN?

-No conozco la propuesta del PN en materia salarial. Es más, el PN eliminó la negociación colectiva. Aunque ahora su candidato informe que no lo va a hacer, los antecedentes de ese partido no son buenos al respecto.

Usted ha dicho que la clase media no ha sido perjudicada por los gobiernos frenteamplistas. ¿Por qué, entonces, se anuncian medidas que la toman en especial consideración?

-No veo que exista un diseño especial para la clase media. Eso no significa desconocer los planteos provenientes de esos sectores medios. Es más, si medimos los sectores medios por su nivel de ingreso, crecieron ampliamente durante los gobiernos del FA. Las diferencias de ingresos entre los sectores de arriba y los de más abajo disminuyeron notoriamente durante los diez años de gobierno del FA. No creo que se pueda decir que perjudicamos a los sectores medios en términos económicos. Me pregunto si en realidad lo que está en juego no es ya el ingreso de esos sectores, sino el papel que ellos se atribuyen en materia sociocultural. Ellos... nosotros (porque me considero una parte de ellos) nos atribuimos ser un factor de equilibrio, de estabilidad, de sostenibilidad de los cambios que se están produciendo. Probablemente el desencanto que pueda haber tenga mucho más que ver con el rol cultural que se autoatribuyen -y creo que tienen- que el resultado económico de estos años. Sé que pagan más impuestos que antes, pero también sé que sus ingresos han crecido más que los impuestos que pagan. Está medido.

¿El país “aguanta” cuatro plantas de celulosa, como ha dicho el canciller Luis Almagro?

-No sé qué quiere decir “aguantar”, pero no tengo duda de que hay para cuatro plantas. Por ahora hablamos de tres, de la cuarta no sé. La tercera, si bien no está comprometida, es algo conversado, y el viaje del presidente da cuenta de ello. Si aguantar quiere decir que hay materia forestal para un complejo de cuatro plantas, digo que sí. En este punto es clara la necesidad de ampliar el potencial infraestructural. Con el nivel actual podemos llegar a una situación crítica, pensando fundamentalmente en transportes y puertos, pero no tanto en la energía.

En caso de que el FA acceda al gobierno pero no consiga mayorías parlamentarias, ¿con qué sectores de los otros partidos políticos estarían dispuestos a negociar?

-Creo que no hay que distinguir. Hay que buscar acuerdos más allá de las posibilidades que ofrezcan los distintos sectores. Esta situación tiene obvias desventajas respecto de las mayorías parlamentarias propias, pero tiene esa especie de estímulo de ser capaces de lograr acuerdos.

¿El FA estaría dispuesto a ceder cargos ministeriales?

-Siempre lo estuvo. Incluso en el gobierno de Tabaré Vázquez. Los que no estuvieron de acuerdo son los sectores que hoy están en la oposición.

¿Qué balance hace del rol jugado por la oposición en las empresas públicas?

-Ha sido positivo. Siempre reclamamos eso para nosotros y sólo una vez se cumplió, y parcialmente, durante el primer gobierno de [Julio María] Sanguinetti. Después, el único gobierno que terminó abriéndole las puertas a la oposición fue el de Mujica. Mi valoración es positiva porque nos ayuda a ver puntos de vista distintos, y al mismo tiempo lo veo como una garantía para la oposición, en la medida en que tiene acceso a información y a elementos de juicio.

¿Condicionaría el acceso a los cargos a alguna clase de acuerdo programático?

-No lo hicimos en este período. Sí hubo intentos de hacer acuerdos programáticos que fracasaron prácticamente en toda la línea, salvo en algunas excepciones. Por ejemplo: en la Universidad Tecnológica logramos un acuerdo, pero el acuerdo sobre educación era mucho más grande. De los cuatro acuerdos que queríamos tener, nos quedan cosas muy parciales.

¿Ese fracaso en los acuerdos compromete el potencial del país de crear políticas de Estado?

-Claro. Hasta ahora el país ha demostrado que tiene dificultades en aplicar políticas de Estado. Pero creo que en este empeño no hay que bajar los brazos. No conozco en el mundo ninguna experiencia exitosa y sostenible que no haya sido por la vía de los acuerdos.

¿Le parece necesario reformular la participación social en algunos entes?

-Los trabajadores no pueden estar representando únicamente al sector de trabajadores involucrados en la actividad. Están representando a todos los trabajadores del país. Creo que el modelo de representación del BPS [Banco de Previsión Social] nos debería inspirar para evitar implicancias no deseadas, que pueden acentuar el carácter potencialmente corporativo de esa presencia. El mundo del trabajo tiene que estar en la conducción, pero concebido como tal, no como un sector de trabajadores que mezcla roles.

¿Cree que se debió haber realizado anteriormente elecciones de los directores sociales en la Administración de Servicios de Salud del Estado?

-Me hubiera gustado que eso hubiera pasado al principio, pero esa posibilidad no es compartida por todos los sectores involucrados. Algunos coinciden, otros no y siguen creyendo que lo mejor es lo que tenemos actualmente, tanto dentro del FA como en el movimiento sindical.

Usted habló de la necesidad de crear el Sistema Nacional de Educación. ¿Esto implicaría hacer una nueva Ley General de Educación o modificar la vigente?

-La Ley General de Educación merece un análisis para revisarla a la luz de los años posteriores de su puesta en marcha. Una de las cosas que faltan es un sistema educativo general, en el que estén el sector público, el privado, el formal, el informal, y podamos tener criterios de orientación con un enfoque nacional que vea todo el proceso educativo.

El secretario de Presidencia dijo el martes que mediante la publicidad oficial, las empresas públicas están defendiendo la gestión. ¿Eso es legítimo?

-Depende de los niveles, la composición, la circunstancia en la que se realiza y la coherencia con las prioridades que el país pueda tener. Cuando llegamos al gobierno en 2005 teníamos un Plan de Emergencia de 200 millones de dólares y 39% de pobreza. En esas circunstancias gastar en publicidad no tenía ningún fundamento. Hoy la situación es totalmente distinta. No puede haber juicios absolutos en esto. Sinceramente, no encuentro que haya excesos de ese tipo, y mucho menos que el volumen de la publicidad haya aumentado en estas semanas. La situación no ha cambiado respecto de un año atrás.