El desarrollo de la generación de energía a partir del viento, uno de los puntos claves de la política energética definida para el período 2005-2030, colocará a Uruguay entre los países que mejor aprovechan ese recurso. Como muestra del proceso que permitió alcanzar estos niveles, se realizó ayer en la Facultad de Ingeniería (Fing) de la Universidad de la República una charla denominada “Historia, presente y futuro de la generación de energía eólica en Uruguay”, y se inauguró la muestra “Energía eólica en Uruguay” en la fotogalería de dicha facultad. Participaron el presidente de UTE, Gonzalo Casaravilla; el docente grado 5 José Cataldo; el decano de la Fing, Héctor Cancela; y el rector de la Universidad de la República, Roberto Markarian, que realizó su primer acto público en ese cargo.

La demanda energética aumenta año a año. A nivel mundial se espera que en 2030 haya un aumento de 45% en el consumo de energía, explicó Casaravilla, mientras que en Uruguay el incremento promedio anual es de 3,5%. “China e India están creciendo. Japón es una incógnita, en función de lo que haga con su plan nuclear; Estados Unidos, aparentemente, será autosuficiente por mucho tiempo; Europa todavía no sabe para dónde va a agarrar, y África y Latinoamérica son los que todo el mundo está mirando, porque ahí están pasando cosas. En ese contexto, Uruguay participa en esas transformaciones”, señaló.

En 1992, la potencia eléctrica instalada era de 2.000 megavatios (MW) y, gracias a la incorporación de la energía térmica, aumentó a 3.000 MW en 2013. En estos últimos años, ademas, se incorporó a la oferta la energía eléctrica generada a partir de la biomasa y el viento. Se espera que a fines de 2016 hayan 1.300 MW instalados de energía producida solamente por el viento, lo que permitirá cubrir 30% de la demanda y convertir al país en un exportador neto de energía. “En los próximos dos años se verán grandes camiones transitando constantemente por las rutas”, advirtió Casaravilla en relación a los vehículos que transportan los molinos para ser instalados en los distintos parques eólicos que están en desarrollo. Se proyecta para 2040 unos 7.000 MW instalados de energía éolica, cuando la demanda llegue a un pico de 5.000 MW.

Entre 2010 y 2014 UTE habrá invertido 1.648 millones de dólares en este proyecto, según señaló su presidente. Por su parte, se estima que la inversión privada en energía en los últimos tres años alcanzó a 2.300 millones de dólares. Casaravilla recordó, además, que la empresa estatal tiene pensado salir al Mercado de Valores con emisiones de títulos, de forma de involucrar a los ciudadanos en el financiamiento de emprendimientos.

Los desafíos asociados a la energía eólica tienen que ver con el mejoramiento y la ampliación de las redes eléctricas, “pero eso es poner fierros”, dijo Casaravilla. A su entender, el gran desafío radica en minimizar las volatilidades y lograr una programación de generación al menos en “72 horas”. En ese sentido, señaló que los pronósticos juegan un papel importante para que esta tecnología alcance el máximo rendimiento. “Un operador informado de lo que va a pasar mañana le saca mucho más el jugo al sistema que uno que no lo está”, advirtió Casaravilla.

El desarrollo de la energía eólica en el país implicó exhaustivas investigaciones, en las que participó la Fing. Cataldo repasó los primeros trabajos que, según afirmó, permitieron determinar la viabilidad para implementar esta tecnología. Con el tiempo se llegó a conformar el Programa de Energía Eólica para Uruguay, que fue financiado por el Fondo Global para el Medio Ambiente. Justamente, la muestra fotográfica recoge algunas imágenes del proceso de investigación: desde una estación de monitoreo de viento instalada por el ingeniero Emanuele Cambilargiu para realizar el primer mapa de isoviento del Uruguay presentado en 1955, hasta el túnel de viento para el estudio de procesos ocurridos en la atmósfera realizado en 1996 por la Fing.

Actualmente esta última desarrolla un proyecto de investigación acerca del funcionamiento de microgeneradores a nivel urbano, aunque según Cataldo es una tecnología que aún no está consolidada. El docente coincidió en que el desarrollo de la red eléctrica es un desafío a futuro, así como las emisiones acústicas que se generan por la interacción del viento y el aerogenerador.