Cuando a las 10.00 comenzó el llamado de todos los imputados por el juicio del Plan Cóndor en la III Corte de Asís de Roma, no se encontraban presentes ni el capitán de navío retirado Jorge Tróccoli ni sus abogados, que llegaron tarde. Muchos esperaban que Tróccoli, imputado por el asesinato de ciudadanos ítalo-uruguayos y prófugo en Italia, se presentara en la audiencia de ayer, en la que estaba prevista la declaración de la fiscal que estuvo a cargo en Uruguay del juicio en su contra, Mirtha Guianze. Pero no fue así, y su abogado, Francesco Saverio Guzzo, interpelado por la diaria sobre la posibilidad de que el marino se presente en el Aula, dijo que “lo están pensando”.

La propia Guianze, quien actualmente integra el Consejo Directivo de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH), dijo a este medio que le gustaría “encontrarlo, tenerlo frente a frente, porque él estuvo conmigo en declaraciones y ahora tendría que desmentir lo que dijo. De todas maneras, voy a regresar acá el 30 [de octubre]”, prometió.

El testimonio de Guianze duró más de cuatro horas. El abogado Luca Ventrella, que representa al gobierno italiano, y la fiscal Tiziana Cugini se alternaron en preguntas y pedidos de datos sobre el funcionamiento de la coordinación entre el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) y el cuerpo de Fusileros Navales (Fusna), sobre el rol y las responsabilidades de un S2 (oficial a cargo de servicios de inteligencia), sobre las relaciones entre la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), de Argentina, y el Fusna en el marco del Plan Cóndor. Después se pasó a las responsabilidades directas de Tróccoli y Juan Carlos Lacerbeau y la alternancia entre los dos como S2 en el Fusna. La posición de Tróccoli fue examinada a partir de su legajo personal, en el que constan referencias de oficiales argentinos. Relata Guianze que “la apreciación que se le hizo a ese oficial [Tróccoli] no sólo en Puerto Belgrano, sino también en Mar del Plata y en la ESMA, deja constancia de que él fue calificado por el grupo 3.3, que en la ESMA se dedicaba a la represión y a los servicios de inteligencia. Quienes firman esas evaluaciones son los más terribles oficiales argentinos que ya han sido enjuiciados en su país: el capitán de corbeta Luis D’Imperio, el capitán de navío Horacio Estrada y el contraalmirante José Antonio Suppicich”. Guianze nombró a los testigos que vieron a Tróccoli en la ESMA y en el Fusna en los días más oscuros de la represión, y documentó sus viajes a Argentina a partir de su legajo y de otro material encontrado en diferentes investigaciones.

Guianze refirió también cómo el marino Tróccoli desapareció de Uruguay dos días antes de declarar en el procedimiento en contra de él y de Lacerbeau: “Cuando fuimos a buscarlo y no lo encontramos, su abogado nos dijo que había sido contratado para llevar un barco a Brasil y que no nos preocupáramos, que iba a regresar. Él ya se había fugado a Italia. Sobre la base de las mismas pruebas, Lacerbeau ha sido condenado a 25 años de prisión”.

Testimonios

Luego fue el turno del testimonio de Cristina Fynn, que en 1977 era funcionaria del Centro Cooperativista del Uruguay y asistente social. Recordó detalles increíbles: la hora de su detención, “el 6 de diciembre de 1977 a las 15.30”; la vestimenta de la persona que fue a buscarla a su lugar de trabajo, “una persona joven, de sexo masculino, vestido de manera similar a un militante: jeans, camisa escocesa, campera de cuero”; el olor a mar y el empedrado en el suelo, que le permitieron concluir que se encontraba en una zona cercana al puerto de Montevideo. “Me asediaban todo el tiempo con insultos, amenazas de desaparición y violación. […] El mismo día de la detención me llevaron por unos corredores, me subieron por una escalera de hierro y me desnudaron. Me colgaron de unos ganchos, me pusieron bornes de electricidad en los pezones, en la vagina, en los dedos de los pies, y empezaron a interrogarme. Eso sucedió varios días. […] Me llevaron a una celda que llamaban ‘La heladera’ y después a otra celda que llamaban ‘La sangre’, que tenía una ventana alta. Sentía ruidos, pasos de botas de militares. No lograba entender los discursos, pero uno de los nombres que escuché era ‘Federico’. Después supe que era el alias de Tróccoli. […] En las últimas semanas de febrero me llevaron vendada hacia un lugar en el mismo Fusna, donde me hicieron sentar y me dijeron que me bajara la venda. Frente mío veo a una persona de sexo masculino, con uniforme de Fusileros Navales, que me hace firmar un acta […] Era la primera cara que veía en tres meses, porque siempre estuve vendada, y no puedo olvidarla. En 1996, cuando el nombre y las fotos de Tróccoli se hicieron públicos a través de la nota de Posdata, identifiqué a aquella persona: era Jorge Néstor Tróccoli”.

Otro testimonio de la jornada de ayer fue el de Rosa Barreix, detenida en el Fusna a fines de noviembre de 1977. “En cierto punto yo no aguanté más y accedí a declarar. […] A partir de ese momento, en varias oportunidades, Tróccoli y otros entraban en mi celda, me hacían sacar la venda y hablábamos de par a par”. Barreix hace un esfuerzo muy grande para contar lo que le pasó. Refiere que durante una de las primeras sesiones de tortura ella señaló que estaba embarazada. “Todas dicen lo mismo”, dijo una voz que después reconoció como la de Jorge Néstor Tróccoli. Luego se comprobó que ella estaba realmente esperando un niño. Barreix relató que el mismo Tróccoli le dijo que en Buenos Aires habían caído sus compañeros y que vio a José Gavazzo en el Fusna. Después de eso no hubo más tiempo. La audiencia de hoy se reanudará con la continuación del testimonio de Barreix.