Los desempeños al nacer y la situación nutricional en la primera infancia es el nombre del estudio realizado por las investigadoras Mercedes Medina, Ivonne Perazzo, Cecilia Severi y Andrea Vigorito, presentado ayer por Severi en el marco del seminario Bienestar infantil, prácticas de crianza y arreglos familiares organizado por el Grupo de Estudios de Familia de la Universidad de la República (GEF-Udelar). Según los números, 5% de los niños de entre cero y tres años presentan retraso de talla -lo esperado de acuerdo a estándares internacionales es 2,3%-, y 10,5% de niños menores de cuatro años tienen sobrepeso.

Según explicó Severi, se compararon los datos con el estándar Interworth-21 project, que estudia el peso del niño al nacer por edad gestacional. “Cuando vemos a nuestros niños, encontramos que nacen de altura más o menos bien, lo que significa que el retraso se produce después; pero de peso nacen más gorditos que la referencia”, sostuvo.

Respecto al retraso de talla, aseguró que el bajo peso al nacer incide entre los 12 y 23 meses, y luego no; que la cantidad de semanas de gestación (y la prematurez) provoca efectos “poco marcados”; que cuanto más pobre, más chance de nacer con retraso de talla, y que lo mismo sucede si es varón.

En cuanto al sobrepeso, cuando un niño pesa más de 4.000 gramos al nacer (macrosomia), hay más chances de que presente sobrepeso a partir de los 12 meses. En ese sentido, la obesidad materna también incide fuertemente, al igual que pertenecer a estratos más altos de ingreso.

El estudio también evidenció que a mayor período de lactancia, menores niveles de retraso de talla en niños de entre 24 y 48 meses, y que las enfermedades que resultaron “significativas” e influyentes fueron las experimentadas con mayor frecuencia a lo largo de su vida (como las gastrointestinales), y no las más recientes. Por otro lado, estas variables no tienen efectos directos en el sobrepeso.

A su vez, se concluyó que la depresión materna aumenta la probabilidad de experimentar un retraso de talla en los niños de entre 12 y 23 meses, y luego sus efectos se diluyen. También es influyente si la madre fumó, tomó alcohol de forma frecuente o consumió drogas durante el embarazo. Otra de las variables que tiene una fuerte incidencia en el retraso de talla es la infección urinaria durante el embarazo. Respecto al sobrepeso, no se encontró que la depresión influyera, aunque sí la hipertensión previa al embarazo.

Consultada por la diaria, Severi afirmó que, aunque el programa Uruguay Crece Contigo tiene una “política de cercanía”, es necesario generar “políticas más fuertes durante el embarazo y la suplementación” alimentaria con otros nutrientes, cuestión que, considera, “está muy débil” en nuestro país.

Por otro lado, hizo hincapié en que el estudio también permitió dar cuenta de la buena calidad de los datos administrativos uruguayos; “los errores son pequeños y aceptados internacionalmente”, señaló.

Para planificar mejor

También en el marco del seminario se presentó el estudio preliminar “Intenciones de los embarazos, cuidados pre y posnatales y resultados de los recién nacidos”, realizado por los investigadores del GEF Ignacio Pardo, Nicolás Brunet, Wanda Cabella, Alejandra Marroig y Mathías Nathan. Pardo, encargado de la exposición, concluyó que “casi la mitad de los nacimientos son no intencionales, lo que resulta alto para una población de fecundidad baja”, que la no intencionalidad de los embarazos “está persistentemente asociada a factores socio-demográficos”.

Para llegar a dicha conclusión, los investigadores clasificaron los embarazos en tres categorías: los no intencionales, los intencionales y los “a destiempo”. Según los resultados, 50,9% de las mujeres querían quedar embarazadas y 45,6% había estado buscándolo en las semanas anteriores a la gestación.

Además, Pardo señaló que existe una asociación entre “intencionalidad y resultados”: la captación temprana del embarazo, reflejada en la realización de los controles médicos correspondientes, está asociada a los embarazos intencionales. Sin embargo, los investigadores reconocen que los “resultados tan asociados” a factores biológicos o enfermedades de la madre o del feto, como el bajo peso al nacer o el nacimiento pretérmino, necesitan una mejor especificación o más datos para que sea posible elaborar conclusiones.

“Una mujer debe tener la cantidad de hijos que quiera cuando quiera”, por eso el dato de cuántos hijos no deseados o no planificados tiene una lectura bastante directa en las políticas públicas de planificación familiar y salud sexual y reproductiva, remarcó Pardo.