Por unanimidad, el Tribunal de Apelaciones decidió mantener la sentencia al general retirado Wile Purtscher, que había sido condenado en mayo por la jueza María Helena Mainard a pagar una multa de 200 unidades reajustables, unos 161.000 pesos, por el delito de amenaza mediante un medio de prensa. El motivo del fallo judicial fue una carta que el militar envió al semanario Búsqueda prometiendo “venganza” contra quienes procesaron a su compañero de armas Miguel Dalmao, condenado a 28 años de cárcel por el asesinato de la militante comunista Nibia Sabalsagaray en 1974. La misiva, titulada “La venganza se ha cometido”, sostiene que la muerte de Dalmao en realidad fue un “asesinato” y que “la justicia no existe para los militares”. “Cada vez siento más bronca y lo que temía, ahora soy yo el que quiere venganza. Ésta llegará, por algún medio”, escribió Purtscher, que remató de esta manera su misiva: “Mi amigo ahora descansa en paz, pero aquellos que fueron contra él, que no duerman en paz, porque recuerden que mientras exista un amigo del General, al igual que ustedes lo hicieron, persiguiéndolos estaremos”. El militar retirado participó hace 11 días en una audiencia en la que la fiscal ratificó el pedido de condena.

En la resolución, los miembros del tribunal entienden que la nota enviada a Búsqueda contiene “expresiones que claramente exceden su derecho de expresarse libremente” y que “encuadran” en la figura de “amenazas” prevista en el Código Penal. “Nadie cuestiona el derecho de expresarse libremente del encausado y de discrepar al igual que cualquier habitante de la República”, sostienen los magistrados en la sentencia, pero más adelante agregan que ese derecho “no puede prevalecer” sobre los de aquellos a quienes iban dirigidas las amenazas. El tribunal señala en el escrito que la carta hizo que se viera “afectada” la “libertad psíquica” del juez Rolando Vomero y la ex fiscal Mirtha Guianze, actual integrante de la Institución Nacional de Derechos Humanos, principales actores del procesamiento de Dalmao. “Dar a entender que se quiere hacer algún mal a otro significa intimidarlo, llevarlo a la convicción de que está en peligro de que le suceda una cosa perjudicial”, agregan, citando al catedrático penalista Miguel Langón, una de las fuentes bibliográficas a la que apelaron los magistrados. No fue la única biblioteca a la que echaron mano los miembros del tribunal. La sentencia apela varias veces al diccionario de la Real Academia Española para definir y establecer la diferencia entre los conceptos “venganza”, “perseguir” y “reflexionar”.