En el tema de trasplantes de órganos, tejidos y células, Uruguay se destaca entre los países de América Latina y el Caribe: en 2014 la tasa de trasplantes de este país se situó en 49,1 por millón de población, lo que lo ubica segundo en la lista después de Costa Rica (50,0); le siguen Argentina (44,2) y Brasil (38,1). La cifra mejoró significativamente respecto de 2013, cuando la tasa nacional se situaba en 42,6.

En ello ha incidido el trabajo del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Células, Tejidos y Órganos (INDT) y del Fondo Nacional de Recursos (FNR), que financia todos los trasplantes. Incide, también, la Ley 18.968, aprobada en setiembre de 2012, a partir de la cual se considera donante de órganos, tejidos y células a “toda persona mayor de edad que, en pleno uso de sus facultades, no haya expresado su oposición” a serlo; antes era exactamente al revés: quien quisiera donar órganos tenía que firmar un consentimiento escrito. En 2012 hubo un pico en el registro de oposiciones (3.195 negativas); en 2013, cuando entró en vigencia la ley se registraron 2.615 negativas; en 2014 el número cayó a 975 y a setiembre de 2015 habían firmado su negativa a la donación 342 personas. Milka Bengochea, directora del INDT, destacó ayer en diálogo con la prensa que “la ley ha permitido trabajar sobre la base de que tenemos un universo mayor de potenciales donantes, porque a partir de su aprobación prácticamente 1.800.000 uruguayos se han convertido en potenciales donantes”, y expresó que “la población uruguaya tiene una posición muy madura respecto de este tema”. En el caso de los menores de edad, se consulta a los responsables legales.

Ayer se celebró el Día Nacional de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos, por eso el INDT y la Asociación de Trasplantados del Uruguay organizaron una actividad al pie del monumento al Donante Solidario (frente al Hospital Pereira Rossell) que luego continuó en la Pista de Atletismo, donde deportistas trasplantados corrieron una posta simbólica.

El ministro de Salud Pública, Jorge Basso, dijo a la prensa que el hecho de que todos seamos potenciales donantes “implica un desafío para el INDT y para las políticas públicas de cómo logramos tener más capacidad en la extracción de órganos”. Por eso destacó dos artículos de la Ley de Presupuesto (449 y 450) que apuntan a cubrir carencias de profesionales de guardia y a descentralizar la extracción de órganos, puesto que “hay muchos de estos procedimientos que pudiéramos hacer en el propio lugar permitirían, en tiempo y forma, tener más capacidad de extracción”.

En diálogo con la diaria, Bengochea detalló que hasta ahora los profesionales del INDT se trasladan al interior del país para realizar la extracción de órganos, pero que no ocurre así con los tejidos. De ahí que se apunte a la descentralización territorial y a que las instituciones que forman parte del Sistema Nacional Integrado de Salud asuman “la actividad de la donación y trasplante como propia, que no esperen a que venga el INDT a hacer esta actividad, sino que ellos integren una red que va a coordinar el instituto, pero en la que ellos mismos se propongan objetivos en términos de donación y trasplante”. El procedimiento es a contrarreloj: “Desde que se detecta al donante hasta que termina el operativo no pasan más de 24 horas”, dijo Bengochea.

Según cifras de octubre, alrededor de 1.200 personas esperan por donantes. Entre ellas hay 431 que esperan por un trasplante renal, 21 adultos y dos niños que aguardan por un trasplante de hígado, 19 personas por un corazón, 15 por un pulmón y más de 600 personas están esperando una córnea, el trasplante más frecuente de tejidos.

Recordar a los donantes y a sus familias fue uno de los objetivos de la actividad de ayer. Había niños y adultos. Lorena Sosa estaba con su hijo, Santiago, de ocho años, que recibió un trasplante de hígado cuando tenía diez meses. “Estamos acá celebrando la vida”, relató.

Rumbo a la Pista de Atletismo, Aldana Marrero, de 38 años, contó su historia. Tuvo un trasplante de riñón y páncreas en diciembre de 2002. Era diabética desde los siete años y desde los 15 padecía una insuficiencia renal; después de cuatro años de dializarse, pudo hacerse el trasplante. “Con 18 años me había ido a Estados Unidos a preguntar si existía un trasplante de páncreas y me dijeron que no. Sin embargo, pude hacérmelo en mi país; fue el primer trasplante que se hizo de ese tipo, y de manera totalmente gratuita”.

Desde 2005, el FNR ha financiado más de 2.500 trasplantes, destacó su directora, Alicia Ferreira, al pie del monumento. En diálogo con la diaria comentó que el FNR financia todos los trasplantes, incluso los que se realizan en el exterior -como el trasplante hepático pediátrico y el de pulmón- y costea también el viaje y estadía del acompañante. Ferreira resaltó que Uruguay se destaca en el mundo por no tener barreras de acceso a tratamientos ni trasplantes. Lo mismo dijeron José Fernández y Sergio Miranda, atletas trasplantados, que han participado en competencias y congresos en otros países.

El estilo de vida posterior al trasplante es clave, de ahí la importancia del deporte. Fernández, de 55 años, tuvo un trasplante de riñón en 1999; de joven jugaba al básquetbol y luego de trasplantarse supo de la conveniencia de hacer deportes, y en eso está. “Es bueno para la calidad de vida, y en el caso de los trasplantados, mucho mejor, porque nos ayuda a tomar menos medicación inmunosupresora, mantenemos el peso, nos mantenemos activos”, evaluó.

Miranda tuvo un trasplante de hígado en 2010. Contó que “había llegado muy desmerecido físicamente, después del trasplante empecé a hacer una actividad física para recuperarme muscularmente. Empecé a ver que la recuperación era muy buena, que me ayudaba a eliminar ciertas medicaciones o a bajar las dosis, porque el deporte te va cambiando el metabolismo y te ayuda a mantener el peso adecuado, que es fundamental para el trasplantado, que es una persona muy sensible a una cantidad de factores”. Hoy compite en ciclismo y atletismo. Cuidar la vida y la calidad de vida posterior al trasplante es, también, otra forma de agradecimiento, resaltó Marrero.