Cuando la lista de oradores ya estaba casi agotada, y a pocos minutos de que la sesión del Senado se diluyera entre discursos, reproches y caras largas, la carta de Luis Almagro sobre la negativa del gobierno de Venezuela a recibir una misión de observación electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) cambió todos los planes. La misiva, dirigida a la rectora del Colegio Nacional Electoral de Venezuela, Tibisay Lucena, venía como anillo al dedo a las aspiraciones de la oposición de obligar al oficialismo a pronunciarse sobre la legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro y las garantías mínimas de cara a las elecciones parlamentarias que tendrán lugar en ese país el 6 de diciembre. Almagro, que integra las filas del Movimiento de Participación Popular (MPP), lamenta en su carta que “el rechazo se fundara en un posicionamiento político y no en los argumentos que hacen a la justicia y a las garantías necesarias para el desarrollo de un proceso electoral”. Además, cuestiona el hecho de que las autoridades electorales, “lejos de garantizar condiciones de plena igualdad entre los postulantes, reproducen el discurso oficial y aumentan la desconfianza del electorado opositor sobre las elecciones e instituciones del país”.

El ex canciller uruguayo menciona en uno de los pasajes al ex presidente José Batlle y Ordóñez para afirmar: “No es que el pueblo nunca se equivoque, sino que es el único que tiene el derecho de equivocarse”, y sostiene: “Lo dijo tan maravillosamente Bob Marley: ‘What we really need is the right to be right and the right to be wrong’ (lo que realmente necesitamos es el derecho a estar en lo cierto y el derecho a estar equivocados). Almagro reseña, una a una, las complicaciones que ha atravesado el período electoral en Venezuela, desde problemas en el “uso de recursos financieros para las campañas” y la “confusión en las papeletas electorales”, hasta la “inhabilitación de candidatos opositores”, pasando por la implementación por parte del gobierno de un incierto “plan de seguridad” llamado “Operación Liberación del Pueblo”. “Sólo el pueblo proscribe, y proscribe a través del voto”, escribió Almagro a Lucena.

Ayer le contestó el presidente del Parlamento venezolano, el oficialista Diosdado Cabello. Almagro, sostuvo, “amenaza al pueblo de Venezuela” desde su cargo en la OEA, a la que calificó como “la institución más pervertida, corrompida y desprestigiada del mundo”.

Las reacciones en el Frente Amplio se hicieron esperar unas 24 horas. El diputado del MPP Daniel Placeres consideró “equivocada” la misiva y dijo a El Observador que Almagro “tiene ahora otras responsabilidades con un enfoque más internacional que en aquel momento [cuando era canciller] no tenía”. Si bien no se pronunció sobre la carta, el ex presidente José Mujica, que asiste en Bogotá, Colombia, a la VII Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, dijo a Radio Caracol de ese país que le “duele Venezuela” y que no le gustan “los presos políticos en ninguna parte de la Tierra”, al ser consultado por la situación del líder opositor Leopoldo López. El ex presidente reiteró además su apoyo a los diálogos que el gobierno colombiano celebra desde 2012 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia: “La paz es el valor más importante de la humanidad”, manifestó. Personas cercanas a Mujica explicaron a la diaria que el ex presidente está especialmente preocupado por el impacto que pueda generar en Colombia un resultado electoral adverso a Maduro. Venezuela, de hecho, es un factor importantísimo en el proceso de paz. Y hay quienes especulan que un revés para el chavismo podría disuadir a la guerrilla de integrarse plenamente al sistema democrático.

El ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, sí habló de la reflexión epistolar de Almagro. “Fue magnífica, muy equilibrada y en defensa de los intereses de los ciudadanos de Venezuela”, afirmó. Alegórico, el diputado de la Liga Federal Darío Pérez dijo a El Observador: “Cuando ves a alguien hablando con un pajarito, por más tropical que sea aquello, te genera dudas”.