Llovía ayer de mañana cuando las escuelas 360 y 140, ubicadas en el barrio Manga, en Montevideo, abrieron sus puertas para festejar la primera década del programa. Pero la lluvia fue lo suficientemente amena como para ser aprovechada por completo por la tierra y, a la vez, permitir la recorrida. Los canteros estaban reverdecidos, con maíz, remolacha, lechuga, acelga, zanahoria, boniato, escarola, topinambur, coles, trigo, chía, plantas medicinales, aromáticas, flores y árboles frutales. Los alumnos, orgullosos, mostraban a los visitantes las diferentes producciones y sabían el porqué de cada cosa: los canteros tapados con pasto seco para mantener la humedad, las flores para favorecer la polinización, las aromáticas para repeler insectos, identificaban la necesidad de dejar florecer algunas plantas en lugar de consumirlas, para obtener semillas.
El programa consiste en el desarrollo de huertas agroecológicas. Trabajan 33 orientadores y participan 12.000 niños y 430 maestros. En Montevideo las escuelas están en zonas de vulnerabilidad social. En las menos numerosas, como la 360, los orientadores pueden trabajar con todas las clases, desde inicial a sexto año; en otras, seleccionan grados por año o por semestre. El objetivo es que todos puedan pasar alguna vez por la experiencia.
La conmemoración fue en la escuela 360, que antes era una escuela granja. Representantes de cada grupo participaron en el acto, y uno a uno fueron pasándose el micrófono, mostrando lo mucho que han aprendido de la mano de la orientadora, Mariana, y las maestras. Los más chiquitos contaron que habían sembrado rabanitos y trasplantado lechuga; habían aprendido que la primera era una raíz y la segunda una planta de hoja. Relataron que hicieron un taller de cocina: “Comimos unos bocaditos saludables y arriba les pusimos un colchoncito de lechuga picada y una pasta con rabanitos y queso crema”. Niños de segundo año relataron la tarea de huerta: desmalezamiento de canteros, siembra de plantas, los cuidados y el proceso de observación paralelo, la cosecha y la alimentación. Otro relató que el cantero de su clase no tenía plantas en este momento porque las habían cosechado; hicieron una venta económica y prepararon bocaditos y tortas, pero, según comentó, la orientadora había sacado las semillas para plantar el año que viene y ahora el cantero está cubierto por un nailon, “para solarizar la tierra y que se caliente y los bichos que le hacen mal a las plantas se mueran y sean nutrientes para las plantas que van a venir el año que viene”. Los de tercero hablaron del compost hecho con hojas y estiércol de gallina y oveja. Habían llegado para saludarlos niños de la escuela 320, de Jardines del Borro, que les llevaron de regalo una botella con un líquido preparado con dos bacterias y un hongo, que ayuda a la descomposición de aguas residuales y sirve para el riego de las plantas. Niños de cuarto año contaron que estudiaron la reproducción de las plantas, que las hay “asexuadas y sexuadas”, y expusieron sobre la fotoperiodicidad y la fotosíntesis.
Cultivar la paciencia
Entre el público había padres, madres, representantes de las instituciones involucradas, pero también ex orientadores y ex maestras. Es que el programa encariña a quien pasa por él, dejó entrever Stella Faroppa, una de las coordinadoras. La otra coordinadora, Beatriz Bellenda, mencionó que una investigación está demostrando “que logramos contribuir a los aprendizajes de los niños, fundamentalmente en ciencias naturales, pero también en el resto de las áreas del conocimiento, y que logramos revalorizar el trabajo, el trabajo en equipo, la proyección, el cultivo de la paciencia, rescatar viejas tradiciones, revincular distintas generaciones”. “Muchos abuelos participan en actividades en la escuela, y logramos contribuir a la mejor formación de los futuros profesionales”, señaló, en alusión a los estudiantes de Agronomía y a los agrónomos.
En diálogo con la diaria Faroppa resaltó los aprendizajes que también cosechan los estudiantes universitarios, no sólo por el trabajo práctico, sino por las posibilidades de conocer otros contextos sociales y de trabajar con niños y maestros. Añadió que es el programa más fuerte de extensión universitaria de la Facultad de Agronomía, y que docentes de cátedras y de laboratorios, así como funcionarios administrativos y operarios, trabajan para el proyecto. “Desde la facultad está todo a favor del acompañamiento a los niños y a la transformación de una forma distinta de educar”, subrayó.
Darby Paz, integrante del Consejo de Educación Inicial y Primaria, saludó la experiencia y resumió que por medio de la huerta los niños aprenden ciencias, matemáticas, geometría, geografía, pero también a verbalizar la experiencia, a escribirla y representarla gráficamente. Destacó también que de este modo “se construye convivencia” y trabajo cooperativo, y que se logra acercar a padres y madres a la escuela.
Un grupo de 12 madres de la escuela 360 empezó este año a desarrollar un proyecto de huerta con el apoyo de la orientadora, y presentó allí su experiencia. Luego, en diálogo con la diaria, Gabriela, Paola, Josefa, Nadia y Tamara relataron que concurren los jueves y, además de preparar los canteros, sembrar, regar y cosechar, cocinan. “Ayer cosechamos zanahorias, hice una torta y trajimos a la escuela. Es otro sabor, otro sentimiento, producto de saber que nosotros lo cosechamos, que es fruto de nuestro esfuerzo”. Valoraron también que “es un tiempo que está buenísimo: poner las manos en la tierra es súper desestresante, es súper lindo, y para nosotras, madres que traemos los hijos y los dejamos en la escuela, es un tiempo de nosotras y para nosotras”. En el verano se van a turnar para ir a regar.
Producción en riesgo
La Facultad de Agronomía cubre los cargos de las coordinadoras del programa, las publicaciones y toda la operativa de traslado de compost, así como de técnicos y niños. Los sueldos de los orientadores, que constituyen los mayores gastos, son cubiertos por la ANEP y la IM. Durante los primeros cinco años, el programa fue financiado íntegramente por la IM; a partir de 2009 lo financió a medias con ANEP, y en 2015 ANEP pasó a cubrir una proporción mayor: puso 4,5 millones de pesos y la IM 2,5 millones de pesos (las escuelas de Cerro Largo son financiadas sólo por la ANEP).
El problema es que hasta hoy la IM no ha confirmado el financiamiento para el quinquenio, y circula el temor de no contar con él. Isabel Andreoni, responsable de la unidad de Montevideo Rural de la IM, explicó a la diaria que Montevideo Rural aporta semillas y herramientas, pero que la partida para financiar a los orientadores sale directamente de la Secretaría General de la IM y que “aún no está esa definición política”, que le corresponde al intendente. “Esperamos, de todo corazón, que salga positivamente y que sea rápido”, expresó.
Más allá de las esperanzas, reina la incertidumbre. Bellenda comentó que una posibilidad es que la ANEP pueda incrementar su colaboración, pero al ser consultado por la prensa, Paz negó esa posibilidad. Afirmó que el programa “quedó presupuestado en 4,5 millones de pesos; sabemos que no es suficiente, pero el incremental que pretendíamos no se pudo lograr”, lamentó, y confió en que la IM pueda mantener su aporte.
Pero hay otro problema que se arrastra. Los orientadores de huerta son docentes grado 1 de la Udelar. Por las 20 horas semanales que hacen, cobran 8.000 pesos, y piden que su sueldo sea equivalente al de un tallerista de la ANEP, que cobra unos 14.000 pesos. Cuatro orientadoras, Stefani, Ibana, Cecilia y Sheila, transmitieron a la diaria que la situación se hace insostenible por la inestabilidad que se da cada año -por la burocracia de las tres instituciones, lo que provoca retrasos y tiempo sin financiamiento-, pero que más lo es esta vez, cuando no saben qué pasará más allá de febrero de 2016.
Bellenda comentó la intención de cumplir con la equiparación salarial. Lo cierto es que si la IM suspendiera su aporte y si se concretara el aumento salarial, en 2016 el programa debería reducirse a 12 escuelas. El equipo hará gestiones ante el Congreso de Intendentes y otras oficinas públicas.