El hecho de que dos sectores de trabajadores, rural y doméstico, hayan estado excluidos de la negociación colectiva hasta 2005 fue motivo suficiente para que la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República (Udelar) convocara en 2013 a investigadores que quisieran trabajar en torno al tema. Concretamente, el llamado fue desde el “Fondo Universitario para Contribuir a la Comprensión Pública de Temas de Interés General” (conocido como Artículo 2) con el objetivo de poner sobre la mesa el tema de la sindicalización y la negociación de esos dos sectores. Recogieron el guante cuatro investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales: Francisco Pucci, Diego Piñeiro, Agustín Juncal y Soledad Nión, que ayer presentaron el libro Sindicalización y negociación en los sectores rural y doméstico. La publicación fue coordinada por ellos y escrita por 15 autores provenientes de diferentes disciplinas: sociología, demografía, trabajo social, agronomía y derecho.

Juncal aclaró que el fin de Artículo 2 no es la investigación sino la difusión. Situados sobre ese eje, entonces, el libro se suma al blog y al perfil de Facebook “Rurales y Domésticas”, que reúne información y documentación, y a los dos seminarios realizados en 2014 en Montevideo y en Tacuarembó, que contaron con la participación de trabajadores afiliados a los dos sindicatos formados en 2005. Ayer también estaban los referentes de los sindicatos: María Flores, de la Unión Nacional de Trabajadores Rurales y Afines, y Daniel Marín y Cristina Silveira, del Sindicato Único de Trabajadoras Domésticas (SUTD).

En marcha

El libro reúne siete capítulos, en los que se abordan: los cambios de la negociación colectiva a partir de 2005; el marco normativo del trabajo doméstico y rural; la caracterización demográfica de esos colectivos de trabajadores en base a los censos de 1996 y 2011; dos capítulos hacen foco en las organizaciones sindicales de trabajadores rurales y de trabajadoras domésticas; la inserción de ambos sindicatos en los Consejos de Salarios; y los motivos de los reclamos y su canalización.

A modo de radiografía, Juncal resumió los datos más llamativos de los censos de población y de vivienda (analizados por Joaquín Cardellac y Mathias Nathan). Justificó que hablen de “trabajadores” en el sector rural, porque los varones conformaban 86% del total en 1996 y 83% en 2011, así como que se hable de “trabajadoras” en el doméstico, porque ellas son 99%. Cada vez más los trabajadores rurales viven en ciudades (18% en 1985 y 43% a partir de 2011), y al mismo tiempo creció la presencia de domésticas en el interior urbano (55% en 2005 y 64% en 2011); “pensamos que son sectores que están desligados pero muchas veces pueden hasta convivir en las mismas ciudades”. Otra característica que comparten es el bajo nivel de instrucción, un mayor nivel de necesidades básicas insatisfechas y una mayor presencia de diversidad étnico-racial (afrodescendiente e indígena). La vulnerabilidad es mayor entre los trabajadores rurales, quienes tienen menor índice de escolarización y de bienestar material.

El libro fue comentado por Juan Raso, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Udelar, quien opinó que el comienzo de la negociación colectiva “termina de definir un estatus de trabajador de la actividad privada, porque yo a un trabajador le puedo dar la licencia, el aguinaldo, el salario vacacional; pero si no le doy la libertad sindical, le estoy quitando el derecho humano fundamental”. Dijo que si bien es cierto que antes de 2005 el derecho constitucional protegía la huelga, “el derecho sindical tiene tres patas: el sindicato, la huelga y la negociación”, y que estos “amplios sectores de trabajadores” estaban excluidos hasta 2008 de ese derecho. No obstante, comentó que en el sector domésticas “seguimos teniendo graves dificultades de colectivización” y sigue habiendo informalidad.

Los representantes del SUTD comentaron que si bien Uruguay fue el primer país en firmar el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, “no nos quieren dar el fuero sindical”; además de pedir eso, pelean ahora por la categorización de tareas. Dieron cuenta de que existe un alto porcentaje de despidos ni bien los patrones saben que están sindicalizadas, y lo difícil que es que una trabajadora denuncie una irregularidad en el interior del país, porque los referentes del Banco de Previsión Social o del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social les avisan de inmediato a los patrones. Consultadas sobre el apoyo del PIT-CNT, dijeron que lo tienen, pero advirtieron que “es un ambiente muy machista” y que “compañeros” les han hecho bromas de que vayan a la cocina, y comentaron que muchos de ellos no tienen a sus empleadas domésticas en regla. Una integrante de la Facultad de Derecho comentó que en el paro del 19 de agosto, Día de la Trabajadora Doméstica, un dirigente sindical le pidió a la empleada que trabajara porque él tenía que ir al acto.

Raso pidió a los autores que éste sea el primero de varios tomos y continúen abordando aspectos de la salud, la seguridad, la licencia sindical y la cultura de la negociación. Al mismo tiempo, pidió que se difunda el material “como los misioneros, por el interior del país”.