El sábado murió Pablo Carlevaro, ex decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República (Udelar) y fundador del Programa Apex-Cerro. En la mañana de ayer, sus restos fueron velados en la facultad que dirigió desde 1969 hasta 1973, y entre 1985 y 1992. En junio de 2014 y ante un Paraninfo de la Udelar repleto, recibió el título de Doctor Honoris Causa de la universidad.

Carlevaro ingresó a la Facultad de Medicina en 1947 y fue parte de la movilización estudiantil que impulsó la reforma universitaria y que en 1951 logró la consagración de la autonomía en la Constitución. Como docente y decano promovió la enseñanza activa y en la comunidad. Cuando recibió el doctorado Honoris Causa, en su discurso afirmó que en la comunidad “se aprende lo que no se puede apuntar en una libreta; lo aprendido se incorpora en el alma y para siempre”. Su forma de enseñar buscaba transmitir el espíritu crítico que lo caracterizaba: “La enseñanza tradicional, la que se dicta en conferencias, en una clase magistral, es una enseñanza en la cual el tipo es pasivo: apunta y después repite en el examen lo que apuntó; acepta sin discutir. La enseñanza tiene que darle al individuo la posibilidad de cuestionar, porque está pensando diferente, porque no entiende o porque discrepa. El desarrollo de esa capacidad cuestionadora es lo que puede cuajar después en ser propositivo y hacer un proyecto de investigación”. De ahí su obsesión por la extensión universitaria, que mantuvo activa hasta hace muy poco: el 15 de junio publicó en la diaria una columna al respecto.

A comienzos de los 90 creó el Programa Aprendizaje y Extensión (Apex) en el Cerro, que buscaba conjugar las tres funciones universitarias (enseñanza, investigación y extensión), las distintas instituciones universitarias vinculadas a la medicina y a las intendencias y ministerios relacionados.

Fue “colectivo, crítico y a la vez extremadamente respetuoso de la diversidad y de la participación de cada uno”, decía el actual decano de Medicina, Fernando Tomasina, cuando le entregaba el Honoris Causa, y lo definía como una persona con una postura “siempre crítica y combativa a toda posición conservadora”.