En todo el mundo cada año nacen 15 millones de bebés prematuros, de los cuales mueren 1.200.000. Los países con mayor prevalencia de la prematurez son los de África subsahariana, donde uno de cada seis niños (16% a 18%) son prematuros; en el otro extremo están los países que tienen 5% y 6% (uno cada 20). En Uruguay la cifra se sitúa entre 8,5% y 9%; esto significa que uno de cada 11 o 12 niños son prematuros, informó Borbonet. Añadió que si se lo compara con las cifras del resto de América Latina, donde hay países con 12% y 14% de prematurez, el indicador uruguayo es aceptable. No obstante, comentó que dentro del territorio uruguayo la cifra no es homogénea: en medios socioeconómicos y culturales altos el porcentaje de prematurez oscila entre 6% y 7%, mientras que en situaciones de pobreza el valor se eleva a 11% y 12%.

Hay diferentes grados de prematurez. Los bebés que nacen antes de las 28 semanas de gestación son prematuros severos, extremos; los que nacen entre las semanas 28 y 32 son prematuros moderados; y los que nacen entre las 32 y 36 semanas de gestación son prematuros leves. A menor edad gestacional, mayor morbilidad y mayor mortalidad, aseguró Borbonet. Por lo general, quienes nacen con menos de 28 semanas pesan menos de un kilo; los moderados, entre un kilo y un kilo y medio; y los prematuros leves, por debajo de 2,5 kilos.

A nivel mundial, la prematurez es la primera causa de mortalidad en niños menores de un año y la segunda en niños de menos de cinco años. “Cualquier país que quiera disminuir la mortalidad infantil tiene que disminuir la prematurez”, aconsejó el especialista.

Causas

Borbonet dijo que a la vez que se habla de disminuir la incidencia del problema, es necesario saber que a nivel mundial la prematurez está aumentando, porque hay situaciones de riesgo que son detectadas a tiempo y se induce el parto prematuro; de ese modo se ha disminuido la mortalidad fetal. A su entender, es el número de prematuros que nacen espontáneamente el que hay que tratar de disminuir; en ello inciden enfermedades maternas como la hipertensión, la diabetes e infecciones agudas, que pueden disminuirse con un control adecuado y precoz del embarazo. Pero fue más allá y apuntó a la educación sexual desde la infancia para que los embarazos sean “coordinados, programados y controlados”.

Si bien dijo que a nivel mundial 40% de las causas de la prematurez se desconocen, señaló que hay factores que la favorecen: el contexto social, las condiciones de salud y de vida de la madre, los embarazos múltiples. En cuanto a la edad de la madre, el mayor riesgo está entre las niñas y adolescentes de menos de 16 años y las mujeres mayores de 36.

Técnicas

En los últimos 30 años el conocimiento de la perinatología permitió mejorar el diagnóstico de la salud fetal, dijo Borbonet, quien indicó que eso ha permitido que los indicadores de mortalidad descendieran en todo el mundo. Agregó que además ha habido medidas que permiten la sobrevida de los niños prematuros. Entre ellas mencionó el suministro de inyecciones de corticoide a la madre, para favorecer la maduración de los pulmones del niño, la aparición de antibióticos y la asistencia ventilatoria mecánica. Rescató tres aspectos que han incidido en la disminución de la mortalidad en Uruguay en los últimos 30 años: que los niños nazcan en un centro de salud con CTI, para evitar su traslado; que la madre les dé calor y lactancia precoz; alojamiento conjunto con su madre y, si se trata de bebés pretérmino leves, el plan canguro, que es el contacto directo con la piel de la madre, que le brinda calor.

También destacó que Uruguay avanzó en la capacitación. Aseguró que “es fundamental la enfermería” y definió a ese recurso humano como “el monitor más importante que se puede tener”.

También se ha aprendido a ser menos invasivo y a evitar daños que se provocaban hace 30 años, cuando el oxígeno suministrado al bebé era demasiado y podía provocar ceguera.

Desafíos

El especialista afirmó que hoy en Uruguay los niños prematuros alcanzan niveles de vida que eran “impensables” hace diez años. Borbonet señaló que de los 48.000 bebés que nacen por año en Uruguay, 2% (entre 800 y 900) pesan menos 1.500 gramos y sobrevive 75%. Manifestó la necesidad de controlar mejor esos embarazos, y de recepcionarlos y tratarlos adecuadamente. Quienes tienen mayor morbilidad son los que pesan menos de un kilo -entre 280 y 300 nacimientos por año (0,6%)-; muere uno de cada dos bebés que nacen por debajo de ese peso.

Según Borbonet, las condiciones sociales han contribuido a esa mejora. Dijo que antes entre 18% y 28% de embarazadas llegaban al parto al Pereira Rossell con “cero control”, que hace una década ese valor estaba en 15% y que en 2014 se situó en 4%. Pero advirtió que aún es necesario trabajar para que el primer control se realice precozmente, puesto que una de cada cuatro embarazadas que dan a luz en el Pereira Rossell no tuvo un control durante el primer trimestre de embarazo.

La secuela más importante sigue siendo la neurológica, puntualizó. Son frecuentes patologías como la dislexia, el trastorno del espectro autista y las dificultades en la inserción escolar. Borbonet pidió atender el costo familiar, personal y humano de madres que pasan meses alojadas con los niños en el CTI, y sostuvo que muchas veces eso provoca la desatención del resto de sus hijos. Insistió en la necesidad del apoyo de profesionales de salud mental y trabajadores sociales, y en brindar condiciones para cuando ese niño vaya a su casa, principalmente en invierno, cuando se enfrentan serios problemas de calefacción. Asimismo, pidió que las madres puedan tener una licencia maternal más extensa, al menos hasta la fecha de término del embarazo, y sugirió mejorar el control y seguimiento del niño, porque “continúa siendo frágil y tiene riesgo de vida durante algunos años”.

Apupaprem está juntando firmas (ver el perfil de Facebook de la asociación) para que se elabore un proyecto de ley para extender la licencia a las madres de bebés prematuros al número de semanas equivalentes a la diferencia entre el nacimiento a término y la edad gestacional del niño. Andrea Milgron, presidenta de la asociación, ilustró diciendo que muchas veces los días de licencia “se agotan dentro del CTI” y que después de ser dado de alta, el bebé precisa mínimo un acompañamiento de dos o tres meses. El regreso al trabajo, o la pérdida de él, inciden directamente en la producción de leche materna, factor clave para el desarrollo.