Villa del Carmen está en el departamento de Durazno, sobre la ruta 14, a 60 kilómetros de la capital departamental. El censo de 2011 contabilizó en la localidad 2.692 personas; estimaciones oficiales hablan de unas 3.000, pero los vecinos consultados opinaron que esa cifra se quedaba corta: “Somos muchos más, entre 3.500 y 4.000”, aseguraron. El pueblo ha crecido, dicen. De hecho, éste es el quinto plan inaugurado por el Movimiento por la Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (MEVIR) en la localidad, donde ahora 365 casas llevan el sello de dos horneros junto a su nido de barro.

A las 16.00, hora de comienzo de la ceremonia, ya estaban todos reunidos en torno a los micrófonos que conformaban el escenario improvisado sobre la calle de balasto. Estaban los abanderados de todas las instituciones educativas de la localidad y hasta las monjas; no faltaba el señor que se había llevado la reposera ni aquel que miraba atento, con la boina puesta y un escarbadientes en la boca. Poco antes de la hora fijada, estaban las autoridades de MEVIR, del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, del municipio de Villa del Carmen y los diputados por el departamento. La oratoria comenzó con la palabra de los vecinos, a partir de la lectura hecha por Jessica Brustti, una de las participantes e integrante de la comisión vecinal. “Fueron 18 meses de inmenso trabajo y sacrificio”, comenzó. Las viviendas de MEVIR se construyen en la modalidad de ayuda mutua y cada familia tuvo que trabajar 96 horas mensuales durante el período de obra. Jessica detalló el proceso: desde el desmalezamiento del terreno, que estaba lleno de chircas, hasta la descarga de ladrillo y el pórtland hasta dos veces por día, las tareas de construcción que asumieron, los aprendizajes, las discusiones en asambleas y la integración grupal que solucionó de manera solidaria situaciones como acompasar las horas de quienes habían ingresado más tarde o apoyar a la familia de una niña que atraviesa un problema de salud. Habló de “sentimientos encontrados” por el gran trabajo que pasaron y por la realización concretada.

El intendente, Carmelo Vidalín, valoró que con su trabajo social MEVIR “contribuye a la convivencia”. Al igual que el resto de los oradores, resaltó la necesidad de cumplir con el compromiso de abonar las cuotas mensuales. Anunció que se colocaron en el barrio 35 columnas y subrayó que “este barrio va a contar con 70 focos de luz, al igual que el mejor barrio de la ciudad de Durazno, porque así se lo merecen, porque no debemos haber nunca ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. Somos todos iguales, como lo soñó Artigas”.

La directora nacional de Vivienda, Lucía Etcheverry, comentó que el crecimiento económico del país en los últimos años permitió destinar más dinero para la construcción de viviendas en el área rural, y resaltó que se ha podido “distribuir los recursos con transparencia y con equidad hacia quienes más lo necesitan”. Anunció que en este quinquenio “se construirán más de 20.000 viviendas en el país por distintos sistemas, pero fundamentalmente apoyándonos en las capacidades de organización de la gente”, y consideró que “eso también es mejorar la distribución de los recursos para apoyar a los que más necesitan y aprovechar los recursos de quienes más tienen y pagan lo que corresponde”.

Cecilia Bianco, presidenta de MEVIR, se refirió a los valores solidarios que generan la organización y la cooperación dentro de los grupos. Mencionó que el desarrollo de MEVIR se apoya en tres pilares: el trabajo de las familias, del equipo técnico de MEVIR y el aporte de la sociedad uruguaya en su conjunto, puesto que 70% de los fondos que maneja el organismo proceden del presupuesto nacional. Reseñó que gran número de las viviendas entregadas tienen por destinatarias a familias monoparentales, compuestas por jefas de hogar con hijos a cargo, y saludó que entre los beneficiarios hubiera muchas parejas jóvenes con hijos, puesto que más de la mitad de los titulares tienen entre 18 y 30 años.

Abriendo puertas

Uno por uno, los beneficiarios recibieron las llaves, el llavero y dos lámparas de bajo consumo donadas por UTE. Estaban los que se mudarían a partir del día siguiente y los que ahí mismo ya tenían la camioneta cargada con parte de la mudanza y esperaban al término de la celebración para ocupar su casa.

El núcleo habitacional se asienta en un terreno que compró MEVIR y reúne 80 viviendas, todas conectadas a una red de saneamiento creada mediante un sistema de piletas de decantación. Otras cinco viviendas fueron edificadas en terreno propio, y las otras dos intervenciones correspondían a viviendas de planes anteriores que fueron refaccionadas.

Entre los beneficiarios con los que dialogó la diaria había trabajadores forestales, de viñedos, de agricultura y ganadería, una cocinera, una empleada doméstica, un panadero, educadoras y docentes. Hasta fines de la década de 1990 la principal fuente laboral de la zona fueron los viñedos y las bodegas, de acuerdo a la iniciativa del francés Andrés Faraut, que se instaló en Villa del Carmen en 1927, seguido luego por otros bodegueros. Muchos de esos viñedos han cerrado, y la forestación y la agricultura ganaron espacio. Los habitantes relatan que el pueblo no para de crecer, también en parte porque el poblado ha logrado captar población rural que antes estaba dispersa, tal como señaló Darío Duhart, un poblador de 81 años.

Varios de los entrevistados alquilaban, pagando entre 4.000 y 5.000 pesos por mes. La cuota de MEVIR, por 25 años, se ajusta de acuerdo con los ingresos familiares; ahora pagarán entre 1.200 y 2.400 pesos por mes. “Es una emoción enorme, tal vez no teníamos la noción de llegar a este momento”, evaluó Lucía López, de 22 años. “Todos los meses anotábamos en un almanaque las horas que hacíamos, y llegar a este día es increíble. Es como que no caía: sabía que venía a trabajar para tener mi casa, pero verla es totalmente distinto”, agregó.

La vivienda 28.000 fue adjudicada a Silvana Ramírez, que se mudará con sus cinco hijos. Vivían hasta ahora en la casa de los padres de ella, en una vivienda de tres dormitorios del segundo plan de MEVIR. Ahora tendrán para ellos tres dormitorios, más todo el resto de la casa. Sobre el final de obra Maximiliano, que tiene 17 años, obtuvo el permiso para trabajar y sumó horas haciendo tareas de peón de mano. Ahora sabe hacer mezcla, reparar y rellenar paredes, contó.

Su madre, Silvana, fue contratada por la empresa para hacer tareas de obra; de lunes a viernes trabajaba como contratada y los sábados cumplía sus horas. Valora que “fue una experiencia extraordinaria, me lleva a tener conocimiento sobre lo que puede suceder en mi casa”. Es peluquera, pero le gustó el trabajo de construcción y espera que la contraten para otra obra. Habiendo conocido por dentro otro de los planes de MEVIR, comentó que las construcciones han mejorado mucho, y enumeró que hay una mayor calidad en el material de techos, cielorraso, pisos, revestimientos y grifería.

Para este quinquenio, Bianco explicó a la diaria que MEVIR prevé realizar 8.000 intervenciones: 3.000 viviendas nuevas, 3.000 reparaciones, refacciones o ampliaciones de viviendas (del stock de MEVIR y del stock no MEVIR en las localidades donde interviene); 1.000 conexiones a saneamiento y 1.000 soluciones de infraestructura productiva en unidades rurales, como puede ser conexiones de energía eléctrica, de agua potable e infraestructura productiva, como queserías, tambos y galpones.