La Dirección Nacional de Evaluación y Monitoreo (DNEM) del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y la Dirección de Presupuesto, Control y Evaluación de la Gestión de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) son las unidades responsables de la elaboración de la cuarta edición del Reporte Uruguay, que se presentó ayer en la Torre Ejecutiva. Con 333 páginas y la incorporación de diez capítulos más que la edición anterior, el volumen tiene como objetivo “brindar información de utilidad relacionada con la gestión de políticas públicas que se ocupan de las necesidades reales de los ciudadanos”, según dice en su prólogo.

El director de la OPP, Álvaro García, que abrió la presentación, dijo que el reporte es “una descripción en forma panorámica de las situaciones sociales, ambientales y productivas del país” y está dirigido “a informar al público no experto en asuntos de políticas públicas”, con el fin de “favorecer la comprensión” de esos asuntos y “mejorar la calidad de los debates sobre esas políticas”. El jerarca destacó como señas de identidad de la publicación que “evita editorializar”, se basa “en evidencia concreta” y “no está vinculado a ninguna gestión de gobierno concreta”, sino que monitorea períodos de diez o 15 años, según el área analizada.

Luego la titular del Mides, Marina Arismendi, dijo que hay que informar sobre “todo los que se ha avanzado”, pero también sobre “lo que queda por hacer”, e insistió, poniendo como ejemplo las políticas hacia la primera infancia, en el trabajo, la planificación y la evaluación conjunta entre todos los organismos de gobierno. “Y si no vamos ajustando planificaciones y objetivos de manera conjunta como proyecto de país, nuestros niños, seguramente, en vez de pasar al área de la educación o al área del trabajo digno, decente, van a ir a parar al Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente o a los cementerios. Lo digo con esa crudeza”, admitió, y enseguida se refirió a las palabras del presidente Tabaré Vázquez en la inauguración de un simposio internacional sobre la primera infancia, en la que señaló “todo lo que se hizo en diez años”, “pero todo el desafío enorme” que hay “por delante” (ver la diaria de ayer).

Manuel Píriz, de la DNEM, presentó los capítulos dedicados a los aspectos sociales. “Se trata de una panorámica de un país que ha experimentado una década de desarrollo social sostenido durante los últimos diez años, que ha contribuido a elevar los niveles de bienestar del conjunto de la población, alcanzando a todos los estratos de ésta, pero en el que persisten grandes problemas para superar los parámetros de estratificación en el acceso a los beneficios”, manifestó. Píriz asoció la “década de desarrollo” con la expansión del mercado laboral, la disminución histórica del desempleo, el descenso de la informalidad, el crecimiento del salario real, la reducción de la pobreza de 40% a 10%, la “erradicación estadística” de la indigencia, la mejora del poder adquisitivo de “todos los estratos de ingresos”, la consolidación de la seguridad social en la vejez, que actualmente alcanza a nueve de cada diez adultos mayores, el incremento de la esperanza de vida al nacer y la reducción de la mortalidad infantil, entre otros avances.

En materia educativa, Píriz destacó el “crecimiento del nivel educativo en años acumulados de la población” y de “las matrículas educativas en primera infancia y en los primeros tramos de la adolescencia”, así como “la duplicación de la matrícula universitaria”.

Luego, en su exposición sobre la pobreza, destacó que el país tiene dos regiones “bien dispares entre sí y a su interior”, ya que Montevideo tiene mayores niveles de pobreza que el interior en su conjunto, y la pobreza en Artigas y Rivera es seis veces superior a la de Maldonado. “A su vez, en el interior de Montevideo también se aprecia un panorama territorial diverso, que da cuenta de la persistencia de fenómenos de segmentación territorial que implican la consolidación de territorios empobrecidos con culturas asociadas a la pobreza”, expresó Píriz. Después dijo que a pesar de la disminución de la pobreza en todos campos, aumentó la situación desfavorable en las edades menores, ya que mientras que 2% de las personas de 65 años o más viven en situación de pobreza, los menores de seis años en esta situación llegan a 20%; volvió a repetir el dato divulgado por Vázquez de que “uno de cada cinco niños vive en condiciones de pobreza”. “La probabilidad de ser pobre para un menor de seis años es diez veces superior a la de una persona mayor de 64 años en 2014, cuando en 2006 era 3,8 veces superior”, agregó. Píriz también aseguró que el Reporte registra que la probabilidad de ser pobre en 2014 para una persona afrodescendiente es 2,4 veces superior a la de una persona no afrodescendiente, y que el ingreso medio per cápita de un afrodescendiente representa 67% del de un no afrodescendiente.

Como logro en la mejora de la distribución del ingreso destacó que en 2006 la apropiación del ingreso total que tenía el quintil de mayores ingresos era diez veces superior a la del quintil de menores ingresos; hoy el quintil de mayores ingresos se apropia de un ingreso siete veces superior.

Los niveles de ingreso de todos los quintiles, medidos por medio del ingreso real per cápita, se vieron incrementados en forma progresiva, pero el quintil de mayores ingresos aumentó su ingresó un 37$, mientras en el quintil más bajo lo duplicó.

Sobre la distribución en los sectores de altos ingresos, el reporte recoge un estudio que discrimina entre ingreso laboral, ingreso del capital e ingresos de jubilaciones y pensiones, que concluye que existen patrones distributivos diferentes, “en los que se destaca la fuerte concentración del ingreso del capital”. “Para ilustrar esto puede señalarse que en 2011, 1% de la población de mayores ingresos se apropiaba de 65,9% de los ingresos del capital; 0,5% de la población de 60,7% y 0,1% de la población de 48,7%. Esto significa que 3.286 personas concentran la mitad de los ingresos del capital”.

Píriz dijo que el crecimiento a niveles históricos de la tasa de actividad y empleo, y el descenso de la tasa de desempleo esconden, sin embargo, algunas inequidades. Ese crecimiento se explica por “la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo”, ya que “la tasa de actividad de los hombres se ha mantenido relativamente estable en los años analizados”. Sin embargo, el crecimiento de la tasa de empleo de la mujer “no se vio acompañado de una reducción de la carga de trabajo doméstico”, y si se considera “la carga global de horas trabajadas por mujeres y varones”, en 2013 las mujeres trabajaban seis horas semanales más que los varones. “La brecha se amplía en los quintiles de menores ingresos, ya que las mujeres del quintil de menos ingresos trabajan nueve horas más que los hombres, mientras que en el quintil de mayores ingresos trabajan dos horas más”, explicó.

Píriz también aseguró que se constató una profundización de la estratificación y que en 2014 “se consolidó una brecha de aproximadamente nueve puntos porcentuales en la tasa de actividad entre el quintil de mayores ingresos y el de menos”. Lo mismo ocurre con la tasa de desempleo, ya que mientras que en 2006 la probabilidad de ser desempleado de las personas con menores ingresos era cinco veces mayor que las del quintil con mayores ingresos, en 2014 la probabilidad es 6,7 veces mayor.

En materia de educación, destacó los logros en la ampliación de la matrícula y las tasas de asistencia, fundamentalmente en la primera infancia y en educación media (creció de 71% a 77% de 2006 a 2014), pero, “leído al revés, quiere decir que una de cuatro de esas personas no está dentro del sistema educativo”. Nuevamente se refirió a las diferencias por quintiles, señalando que la mitad de las personas del quintil más pobre sólo alcanzaron la educación primaria como nivel educativo, mientras que cuatro de cada diez personas del quintil más rico tienen formación terciaria.

El reporte también analiza la seguridad ciudadana, la cultura, el medioambiente y los recursos naturales, el desarrollo productivo y lo que respecta a ciencia, tecnología e innovación, temas que fueron expuestos por Diego Gonnet, de la OPP.

Finalmente, el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República, Rodrigo Arim, destacó que el reporte, su periodicidad, su amplitud y su profundidad analítica son un “indicador de calidad institucional”. “Hay un riesgo latente, en muchos países es observable, de que este tipo de reportes, en la medida en que son elaborados desde oficinas gubernamentales, caigan en el exitismo, en la apología de las políticas públicas, y eviten cualquier comentario crítico”, agregó Arim. Sin embargo, destacó que este reporte “no cae en la apología y “no es para nada condescendiente con la realidad”, y señaló que sirve para generar “una discusión a nivel nacional con la mirada estratégica de aquellas brechas sobre las cuales los resultados no son inmediatos”. Arim recalcó que hay políticas públicas a largo plazo cuyos planificadores no van a ver los resultados, y eso “es sano”. “Lo que no es sano es que los horizontes se acorten por la ansiedad cotidiana de obtener resultados. Hay que ubicar, monitorear e identificar en qué plazos debemos encontrar los resultados”, afirmó.