“El balance, dentro de todo, es positivo”, dijo el director de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria, Mario Mondelli, a modo de evaluación de un año en el que el sector, a pesar de encontrarse con desafíos “muy grandes”, creció 1,6%. La cifra, mayor a la proyectada en un principio, fue fruto de la “capacidad adaptativa” de los empresarios, que les permitió sortear los shocks externos negativos con inteligencia, estimó ayer en la presentación del balance anual en la sede del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Si bien fue un año duro para casi todos los rubros del sector, la mayoría creció y en los más complicados el descenso fue muy tenue. La agricultura, afectada por el descenso de los precios internacionales de los granos, implicó en la mayoría de los cultivos una “leve” reducción del área sembrada, a excepción de la cebada y del sorgo, así como un descenso de 19% en la producción total de granos. Aun así, cultivos como el arroz y el maíz tuvieron rendimientos históricos, y la soja superó por cuarto año consecutivo rendimientos por encima de los 2.300 kilos por hectárea, lo que sugiere un “salto estructural en la productividad del cultivo”, afirmó Mondelli.
En la forestación, por otro lado, la puesta en marcha de la segunda planta de celulosa determinó un aumento de demanda de materia prima y generó “importantes” derrames hacia otros sectores, como el transporte y la logística.
En la cadena pecuaria se destaca el desempeño de la carne vacuna, con una producción estimada de 1,15 millones de toneladas en el año y una faena 8% más alta que la del año pasado, que superó 2,2 millones de cabezas. Las exportaciones en pie también crecieron significativamente respecto de 2014, con 26% más en peso. Por otro lado, la producción de lana cerraría la zafra con una nueva caída como consecuencia de la disminución del stock ovino a menos de siete millones de cabezas. La cadena avícola, afectada por el descenso de las ventas a Venezuela, registraría una caída de la producción de 11% respecto de 2014, ante lo cual las estrategias de cara al próximo año se enfocarán en la bioseguridad en las granjas y la inocuidad del producto final.
La cadena láctea fue la que enfrentó mayores complicaciones en 2015, resultado de un descenso de los precios internacionales a casi la mitad del valor de 2014, el déficit hídrico, la caída del mercado venezolano y el cierre de dos plantas procesadoras. El análisis a futuro indica una “gran incertidumbre”, aunque algunas previsiones apuntan a una ligera recuperación de los precios mundiales.
En definitiva, la producción agropecuaria en general creció en 2015 a un ritmo de 1,6%, mayor que el que se pronosticó hace un año por aportes equitativos de la agricultura y la silvicultura (1,7%) y de la ganadería (1,6%). Sin embargo, las proyecciones para el año que viene indican una fuerte contracción en la actividad de cultivos y forestal (de 0,44%), que desacelerará el crecimiento del sector a 0,74%, sostenido enteramente por la actividad pecuaria (1,62%). “2016 será un año de desafío en la mejora de productividad para las cadenas agroindustriales”, afirmó Mondelli, que dijo que la apuesta deberá ser a “la calidad y la diferenciación de los productos”.