Lunes 14 de diciembre a las 8.30. Hotel Castelar, a pocos metros del cruce de la Avenida de Mayo y la 9 de Julio, en pleno centro porteño. El director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder, ingresa a un salón para reunirse con los principales jefes sindicales argentinos, los responsables de las secretarías de relaciones internacionales de centrales de Brasil y de Uruguay (Antonio Lisboa, de la CUT, y Fernando Gambera, del PIT-CNT) y el secretario general de la Confederación Sindical de las Américas, el paraguayo Víctor Báez.

El anfitrión del desayuno de trabajo, que prometió terminar a las 11.00, fue el argentino Gerardo Martínez, representante de los trabajadores en el Consejo de Administración de la OIT y uno de los principales dirigentes de la poderosa Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA). Afuera, en la calle, el tema más comentado eran las primeras medidas del presidente Mauricio Macri, que había asumido cuatro días atrás. Adentro, en el Castelar, los jefes sindicales argentinos también se disponían a hablar de cómo pararse frente a este nuevo escenario político y de cómo seguirá la relación con otros sindicatos de la región.

El primero en tomar la palabra fue Martínez, un dirigente que durante la campaña electoral se ubicó cerca de la candidatura de Daniel Scioli, y luego Ryder. Ambos saludaron al resto de los sindicalistas, plantearon su intención de intercambiar ideas sobre el contexto político de la región y abrieron una ronda de intervenciones. El primer turno fue para los argentinos. Hablaron, en este orden, el metalúrgico Antonio Caló (del sector de la Confederación General del Trabajo -CGT- más alineada con el kirchnerismo); Pablo Micheli, de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), crítica desde la izquierda respecto del gobierno saliente; el camionero Hugo Moyano (de la CGT disidente, que en estos últimos años también fue crítica con el gobierno de Cristina Fernández); un representante de la corriente opositora liderada por el gastronómico Luis Barrionuevo, también opositora al ciclo kirchnerista; y, por último, Hugo Yasky, de la CTA más cercana al kirchnernismo.

No fue una redondilla cualquiera: se trata de sindicalistas que en los últimos años han protagonizado duros enfrentamientos, pero que en esta ocasión parecen más dispuestos a encontrar acuerdos, al punto de que varios de ellos mencionaron la necesidad de intensificar la movilización para que durante la gestión de Macri no haya retrocesos en las paritarias y, en general, en el diálogo social. Báez, a su turno, utilizó la metáfora de los olmos y las peras: dijo que no se puede esperar mucho de Macri y planteó que, a lo sumo, “habrá que sacudir el olmo para que caiga alguna pera”. Alertó además que en la región hay un “aire de restauración” y que se viene un “proceso duro” para el sindicalismo. Lisboa puso sobre la mesa la complicada situación que vive la presidenta Dilma Rousseff y comentó cómo se están parando los sindicatos frente a las “amenazas golpistas” de la derecha norteña; Gambera, en tanto, retomó la metáfora de Báez, pero para subrayar la importancia de tener claro “qué es un olmo y qué es un peral”, en referencia a cuáles son gobiernos de izquierda y cuáles de derecha. “Si la derecha uruguaya está festejando que ganó Macri y que Dilma tambalea, termino pensando que tanto el kirchnerismo como el Partido de los Trabajadores son gobiernos de izquierda”.

Después hubo una segunda ronda de intervenciones de otros sindicalistas. “Lo bueno de Macri es que nos está acercando; necesitamos apostar a la reunificación de todo el movimiento sindical”, intentó sintetizar un dirigente argentino. Otros comentaron la “situación de jaque” que vive toda la región -incluyendo el contexto político de Venezuela y la represión en Paraguay- y la necesidad de mejorar la coordinación entre todas las centrales obreras. “Si el Mercosur no pega un sacudón, no hay forma de contagiar”, planteó otro sindicalista.

Las apariciones públicas posteriores a la reunión en el hotel Castelar confirmaron esta senda de acercamiento entre las corrientes sindicales argentinas. El diario Página 12 publicó el martes que Caló, Yasky, Barrionuevo y Micheli criticaron a Macri luego de que éste dijera que “no está en agenda” el pago de un bono salarial de fin de año. Micheli fue un poco más allá: a propósito del bono, planteó en declaraciones a la radio Nacional Rock: “Estamos charlando para conseguir unidad, más allá de las diferencias y la diversidad, al menos unidad de acción”.